Soldado de Terracota

El director general ha explicado recientemente las vicisitudes por las que han pasado este verano y cómo se han solucionado. Eso está bien. Pero la estabilidad de un proyecto de élite debiera ser sostenible para evitar tener que tranquilizar a los jugadores, verdaderos sostén del mismo.

Una de las virtudes de Fernández Monterrubio es que no tiene perfil político. Habla claro. Una virtud que comparte con el entrenador, que también lo hace. Un comportamiento, el de ambos, digno de agradecer entre tanto silencio, aunque sería preferible una ampliación de capital a tiempo para evitar incertidumbre, especialmente en la afición.

El domingo en Cornellá el Granada volvió a sorprender por la contundencia del resultado. Por lo demás el equipo continúa siendo reconocible. Disciplina, filosofía d'artagnaniana, metalurgia camuflada entre violines y, sobre todo, personalidad. Da la impresión de que los jugadores no son conscientes de que se ha subido a Primera. Les da igual el rival y la categoría.

Sin embargo, la anécdota del partido celebrado el pasado domingo en el RCDE Stadium estuvo virtualmente en el palco, convertido éste en el trono dorado de los nuevos emperadores chinos. Los del fútbol. Un espacio desde el que las propiedades orientales pugnan por la hegemonía mediática para promocionar el fútbol en su país, como si de dinastías contemporáneas se tratase.

Pero el presidente chino del Granada goza de una considerable preeminencia. Su futuro está protegido por Diego Martínez y sus soldados de Terracota. Que no es poco.