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Agra, cabizbajo tras encajar su equipo un gol ante el Rayo Ramón L. Pérez
Una segunda vuelta de permanencia
Granada CF

Una segunda vuelta de permanencia

El Granada ha dilapidado sus opciones de ascenso en el tramo final de la temporada, donde ha perdido más que ganado

Camilo Álvarez

Granada

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Miércoles, 9 de mayo 2018, 01:57

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Vencer al Rayo Vallecano hubiera supuesto recuperar uno de los dos partidos de desventaja que el Granada tiene respecto a la zona de 'play off' de ascenso. Ahora las cosas están aún más complicadas y con una jornada menos. Las posibilidades reales existen pero con perspectiva realista las opciones de alcanzar las eliminatorias son milagrosas. Portugal esperaba otro debut. Le hubiera gustado otro rival para tomar la alternativa pero el calendario le guardaba al mejor equipo de la categoría para debutar en Los Cármenes. Sin embargo, la situación de pesimismo absoluto asentada en el Granada no llegó el lunes tras perder contra el líder, se arrastra desde hace ya mucho tiempo.

Para atender a la debacle no hay que remontarse demasiado atrás en el tiempo, solo diez partidos. Ese es el tiempo en el que el conjunto rojiblanco ha sido capaz de conseguir una victoria, la que supuso el debut de Pedro Morilla ante el Numancia. Y de aquella manera, con un gol de Espinosa en el último minuto en un encuentro que ya advirtió de lo que estaba por llegar. Con Oltra ya se acumulaban tres derrotas consecutivas que le costaron el puesto (ante Lugo, Nástic y Oviedo). Luego han venido tres empates (Osasuna, Sevilla Atlético y Cultural Leonesa) tres derrotas, la más sonrojante en Lorca, acompañada de la última salida en Huesca y este pasado lunes en casa frente al Rayo, dos rivales de la parte de arriba mucho más en forma.

Lo peor no son los resultados, sino la sensación que este tortuoso trayecto ha dejado en el ambiente. Un equipo sin un patrón de juego claro que se ha encomendado al talento de unas individualidades que también han perdido su espíritu más combativo para convertirse en sombras de lo que fueron en la primera vuelta. Ver a Machís o a Ramos intentando ganar los partidos sin más ayuda que su propio fútbol ha sido frustrante para ellos, incapaces de contagiar a los demás de lo que son capaces de dar.

Desde Albacete

La decadencia, sin embargo, comenzó antes de que todo se haya precipitado. La segunda vuelta, salvo un tramo de resurgimiento, ha tenido en sus manos la llave del éxito granadinista pero el Granada no ha sabido meterla en la cerradura. Venía de perder en Cádiz y sobre aviso el equipo, entonces dirigido por José Luis Oltra. Le tocaba una segunda salida consecutiva para encarar el inicio de la segunda vuelta, pero era ante un rival en teoría inferior. El Albacete aprovechó su eficacia ante un equipo sin puntería.

La vuelta a casa era una garantía y se le ganó al Zaragoza, aunque ya con más apuros de lo que acostumbraban los rojiblancos en Los Cármenes. Un primer síntoma. Ante el Barcelona B sufrió uno de los tropiezos más severos de la temporada (3-0). A partir de ahí el Granada reaccionó con una serie de cuatro triunfos consecutivos ante Tenerife, Valladolid, Córdoba y Alcorcón –solo uno de ellos fuera de casa– que parecían asentarle en la parte alta e incluso ser candidato al ascenso directo. Se puso tercero, a solo dos puntos del segundo, el Huesca. A partir de entonces perdieron el rumbo el equipo y el club. Tomaron decisiones que han perjudicado gravemente al devenir deportivo.

Los tres partidos consecutivos perdidos frente al Lugo en el último minuto, en casa contra el Nástic de Tarragona, que por ocasiones mereció ganar, y en Oviedo con errores que no debieron cometerse en un encuentro en el que tampoco mereció quedarse sin un solo punto condenaron a José Luis Oltra. El club, en una decisión «consensuada» por todos sus estamentos, dirección deportiva y dirección general, apostó por un relevo en el banquillo en busca de un revulsivo. La medida, vistos los acontecimientos desde entonces, fue un tremendo error que ya no tiene solución prácticamente.

Pedro Morilla cogió al equipo para intentar darle un aire más combativo, pues no era un vestuario roto como suele ocurrir cuando se produce el cese de un técnico, todo lo contrario. Un solo triunfo en seis partidos y las peores sensaciones marcaron su escaso periplo de seis partidos al frente del primer equipo del Granada. Como le ocurrió a Oltra, se precipitó al vacío en el partido que menos lo merecía, tras perder con el Huesca en un encuentro decente muy condicionado por el aguacero que cayó en la segunda parte, ya con el marcador en contra.

Viendo que el rumbo emprendido no tenía más retorno que acabar en una anodina posición en mitad de la tabla de la mano del sevillano se apostó por otro cambio en el banquillo que no ha arrancado de la mejor manera. Portugal tiene por delante cinco partidos –el primero ya lo ha gastado de la peor manera– para encontrar la tecla que reactive al equipo. Su problema es que no va a tener margen para ello. Si vence en Almería estará supeditado a lo que hagan hasta seis rivales que aún pueden estar a su alcance (Zaragoza, Numancia, Cádiz, Oviedo, Valladolid y Osasuna). Necesitaría otro tropiezo para poder seguir soñando. Una quimera.

21 de 51

La segunda vuelta del Granada arroja números de equipo que pelea por la salvación. 21 puntos de los 51 que ha habido en juego en estos 17 partidos así lo demuestran. De estos encuentros solo ha sido capaz de ganar seis, todos en casa menos uno. En tres ocasiones empató, mientras que ha perdido ocho. Una plantilla confeccionada para pelear por el primer puesto se ve abocada a un final de temporada triste que se llevará por el camino la ilusión de una afición a la que va a costar mucho convencer el curso que viene para conseguir una cifra de abonados razonablemente optimista.

A los malos resultados fuera de casa, un mal que ha acompañado en toda la temporada, se ha sumado un segundo tramo del curso en el que las buenas sensaciones de juego que se llegaron a alcanzar se han ido perdiendo con cada partido que el Granada ha jugado. Ahora ya da igual en Los Cármenes que fuera de ellos porque el resultado es muy parecido y las sensaciones igual de negativas. Da la impresión de que es incapaz de ganar a nadie. Un equipo sin criterio que juega a empellones sin ajustarse a guion alguno.

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