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Juan Antonio Albacete 'Anquela', durante el derbi asturiano entre el Sporting y el Oviedo. A. GARCÍA
«No es que no me salieran las cosas en el Granada; no me dejaron»
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«No es que no me salieran las cosas en el Granada; no me dejaron»

Juan Antonio Albacete, 'Anquela' Entrenador del Real Oviedo | El jienense se muestra agradecido a la ciudad y al club que le dio la oportunidad en la élite y con el que ahora se mide, aunque lamenta no haber podido seguir en el cargo

Rafael Lamelas

GRANADA

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Viernes, 13 de octubre 2017, 11:56

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Hace ya un lustro de la experiencia profesional más importante de la carrera como entrenador del Juan Antonio Albacete, 'Anquela'. El jienense se curtió en banquillos modestos hasta conseguir proezas con el modesto Alcorcón, al que llevó al ascenso a Segunda tras aquella sonada eliminación del Real Madrid en Copa del Rey, a doble partido. El humilde conjunto amarillo se topó con el Granada en la fase de ascenso, que le echó a la cuneta momentáneamente. Tuvieron que subir por el camino largo pero al final, saltaron también. Su manera de dirigir ya llamó entonces la atención del entonces presidente rojiblanco, Quique Pina. Tras el primer curso de los nazaríes en la élite, después de no renovar a Abel Resino, el murciano acudió a Anquela, al que ya tentó con fuerza unos meses antes para sustituir a Fabri, en enero de 2012. En verano sí cuajó el asunto aunque unos meses después, todo se desbarató. Ahora volverá a Los Cármenes pero como rival.

«No es que no me salieran las cosas en el Granada, es que no me dejaron. Pero bueno, no hay que darle más vueltas. Está olvidado», reconoce tras el paso de los años. «Siempre estaré agradecido a Granada y al Granada por la oportunidad que me dieron en Primera división. Creo que me la gané a base de tiempo, de hacer las cosas bien, trabajando. No me han regalado absolutamente nada. Todo es picando piedra, como me gusta decir. Para mí, fue algo tremendo. No lo podré olvidar jamás, para bien. De lo malo, no queda ya nada», abunda.

Anquela cayó tras una dolorosa derrota en el Sánchez Pizjuán por 3-0, con una imagen delicada, aunque la situación clasificatoria no era crítica. «No soy quién para decir si podría haber mantenido al equipo aquel año pero cuando a mí me echan no estábamos en descenso. Costó mucho montar aquello en verano pero la cosa iba pintando de otra manera. El inicio fue durísimo», insiste. «Me encontré con muchos futbolistas lesionados y otros tantos que no querían jugar», alega, en clara referencia a integrantes como Orellana, que quería regresar al Celta. «Tuvimos que ir construyendo el conjunto poco a poco, con discreción. Cuando más ilusión y ganas le pone uno, a veces no salen las cosas. Puedo decir que me fui con la cabeza alta y con el reconocimiento de muchos futbolistas», recalca.

No busca enemigos, ni siquiera en quienes tomaron la decisión de destituirle. «Con Pina y Cordero quedé bien. No me llevo mal con nadie. Sé cuál es mi trabajo, los resultados mandan pero en este caso creo que no lo hicieron. Yo no llegué a disfrutar de Nolito en el mercado de invierno. Tenía a Recio y Aranda recién llegados, y a gente recuperada. Lo que pasé en pretemporada fue una cosa de locos. Luego vino gente que tardamos en meterla en la dinámica, como El Arabi, que venía de la Liga de Arabia Saudí -y encima se fue a la Copa de África en enero-, o con la Liga empezada, como Brahimi. Ighalo, como siempre, llegó también tarde, pero cuando me fui ya éramos un buen bloque y sabíamos a lo que jugábamos. Esto no es fruto de un día suelto, sino de tiempo», profundiza.

Desconoce cómo le recibirá la afición, a la que guarda cariño. «Me fui tratando bien a todo el mundo. No tuve ningún problema. Sabemos cómo fue la situación. Cada cuál que piense lo que quiera. Nunca hablé mal del Granada», subraya. Aquella etapa le quedara grabada, no sólo por llegar a la élite. «Cuando firmé, se cumplió uno de los sueños más importantes de mi vida. Entrenar en Primera división y al Granada precisamente, aunque parezca extraño. Yo he visto al equipo en Tercera cuando ya era entrenador. Pensaba, 'joder, este equipo algún día va a ir arriba; pasará por Segunda de puntillas'. Porque tenía todo: ciudad, afición, ganas de fútbol... Ahora lo sueño en el Oviedo. Espero que aquí me salga bien», añade.

Ascender

Sabe la manera de que se dé una oportunidad así. «Mi reto personal es ascender a Primera con un equipo, porque hacerlo sólo yo como en Granada ya es imposible», destapa. Considera que su bagaje no le ha cambiado. «Sigo viendo el fútbol igual. Me alegra llevar un vestuario lo mejor posible. En algunos sitios lo he conseguido. Incluso diría que en Granada también lo logré y no era fácil. La mayoría de futbolistas estaban conmigo porque siempre los miro a la cara», indica.

Es algo que predica en el Oviedo. «Es un club en periodo de crecimiento y hay que tener paciencia. Creo que vamos a conseguir emerger y el año que viene daremos el salto. Estoy contento, sobre todo con la afición. Esperamos que el fútbol nos premie. Pienso que estamos jugando mejor de lo que dicen los resultados», finaliza.

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