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Las mejores jugadas del partido en el resumen (Vídeo). LALIGA 123
Granada CF

Una reacción admirable en Las Palmas

El Granada saca coraje y juego para responder a dos marcadores en contra y así salvar un empate fallando un penalti

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Sábado, 17 de noviembre 2018, 01:07

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Los mantras del fútbol se sucedieron uno tras otro en un partido emocionante y competido, digno de dos aspirantes al ascenso, aunque el Granada airee una modestia beneficiosa en esta carrera de fondo. Dicen que el que perdona lo paga, y los rojiblancos pagaron esta deuda al filo del descanso. El que lleva el gol en las venas lo acredita hasta la jubilación, y ahí sigue Rubén Castro, la vida al límite en busca de la red, a veces dentro de lo prohibido, para irrumpir a sus 37 años y aguar un primer acto impecable de los nazaríes. La suerte favorece a los valientes, cuentan, y los del sancionado Diego Martínez lo fueron tras el reposo. Adrián Ramos se elevó como un albatros entre canarios para igualar el tanto inicial. También se insiste en que los que tienen clase aparecen sin que nadie se percate, con mínimas intervenciones, y así lo hizo Araujo. En cualquier otra temporada, un 2-1 así habría sido sinónimo de demolición granadina por pura tristeza y frustración. Pero algo ha cambiado este año. Ni el fallo del penalti soliviantó a esta escuadra orgullosa y con arrojo. Rodri, al que como a Ramos también le duraba la sequía más de la cuenta, sirvió el 2-2 que incluso pudo mejorar en un contragolpe en la prolongación que interceptó Cala.

Las Palmas

Raúl Fernández; Lemos, Deivid, Juan Cala, De la Bella; Timor, Ruiz de Galarreta (Maikel Mesa, m. 48), Danny Blum (Fidel, m. 71), Araujo; Tana (Pekhart, m. 89); y Rubén Castro.

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Granada CF

Rui Silva; Víctor Díaz, Germán Sánchez, José Antonio Martínez, Álex Martínez (Rodri, m. 81); Fede San Emeterio, Montoro, Álvaro Vadillo (Nico Aguirre, m. 69), Antonio Puertas; Fede Vico (Quini, m. 81); y Adrián Ramos.

  • 1-0, m. 43 Rubén Castro. Araujo busca opción de disparo desde lejos. Castro se cruza y cambia la trayectoria para marcar, en posición de fuera de juego no señalada.

  • 1-1, m. 49 Adrián Ramos. Córner botado por Álvaro Vadillo que cabecea el colombiano librándose de su marca en el primer palo.

  • 2-1, m. 78 Araujo. Balón al área de los locales que toca Maikel Mesa hacia un lado, no lo aleja Víctor Díaz y culmina el 'Chino'.

  • 2-2, m. 86 Rodri. Pelota colgada por Martínez con el que centra Ramos. Raúl no bloca y Rodri apuntilla.

  • Víctor Ares Franco (comité asturiano) Sin amonestaciones. Concedió el primer gol de Las Palmas en fuera de juego. Señaló un penalti a Rodri que fue. Lo falló Puertas. INCIDENCIAS

  • Partido de la jornada 14 de LaLiga 1|2|3. Estadio Gran Canaria, ante 12.056 esp.

  • Apoyo local La peña Los Canariones respaldó al equipo.

  • Desplazados Miembros de la peña 'Fuera de Juego', de Dúrcal; Los Cármenes; 'Rock and Gol' y Barcelona viajaron hasta la isla.

Sólo Manolo Jiménez, en su parlamento posterior ya desesperado antes de su destitución, cuestionó la justicia de un resultado que resume el talento acumulado por la chequera de unos y el fútbol coral que ha llevado al Granada hasta la cota en la que se está asentando. Sólo hubo un breve lapso en el cual los de Diego parecieron algo contemplativos, como queriendo amarrar el 1-1, del que les sacó el 'Chino' con su zurdazo. Antes y después de esta fase, los nazaríes anduvieron con dignidad y poso, manejando bien el balón y salpicando el área contraria de ocasiones que no entraron por poco.

Ángel Montoro volvió a manejar la cartografía del equipo, extendiendo un mapa que tenía ojeado porque el Gran Canaria fue una de sus casas y tenía ganas de visitarla. Antonio Puertas se ocupó del ajuste del taladro en ausencia de Alejandro Pozo y la broca la dispuso esta vez Adrián Ramos, aupado a la titularidad tras tres banquillazos consecutivos, en los que Rodri correteó mucho pero tampoco marcó.

Igual que en Zaragoza

En actitud, salió el mismo Granada que en La Romareda. Un equipo con aplomo y ganas de tocar el balón, con paciencia atrás y aceleración arriba. Tras el tanteo, Germán buscó en largo a Ramos, que se hartó de correr, y Cala intentó salir desde atrás como un líbero alemán, pero Montoro se interpuso para lanzar un contragolpe. De la falta posterior surgieron los efluvios del laboratorio de Diego. El valenciano, a media distancia entre la corona y el círculo central, colocó el balón con suavidad hacia Martínez, algo escorado. Giró el cuello como un periscopio para la entrada de Ramos, que falló cuando se cantaba el gol. Un toque pifiado que se fue unos palmos, ante su mirada de incredulidad. Pero errar no le desestabilizó. Sacó su mejor yo.

El aviso enervó a Las Palmas, aunque su fútbol sólo salía a borbotones, gotas ácidas. Tana expuso un tiro hacia Rui Silva en un barullo, pero el portugués reaccionó. La conexión canaria entre el mediapunta y Rubén Castro apareció después, aunque el veterano punta no llegó al balón tras su desmarque. Su siguiente aparición ya sería la del gol.

Este arrebato sacó un poco del carril a los nazaríes, más atentos a que el contrario no le generara líos. Pero en una salida originaron el primer córner, que conllevó un paradón de Raúl Fernández. El balón salió de la esquina, encontró algún rechazo y cayó hacia Víctor Díaz, que guardaba el espacio atrás. Como en Reus, encendió el cañón y la respuesta del meta vasco fue pletórica en la estirada. La movilidad y el buen gusto prevalecían en el Granada, que no perdía ni un segundo para avanzar tras el robo. En uno de Puertas, Ramos pudo resarcirse de su fallo anterior, pero su chut combado pasó cerca del larguero, desde media distancia.

Cuando los visitantes se relamían por un acto inicial más que notable, brotó el talento en una maniobra aislada. Araujo buscó perfil de tiro y consiguió un chut convertido en un pase definitivo, debido a que Rubén Castro, el maestro del desmarque, se cruzó para trastocar su trayectoria y doblegar a Rui Silva. Había fuera de juego por centímetros, pero el asistente no lo percibió. No tenía tan buena vista como el de Los Cármenes la semana pasada.

El chasco rompió un registro impoluto de los que ayer lucían rayas oscuras. Fue su primera diana encajada antes de un descanso en Liga. Quedaba por comprobar su resiliencia ante un golpe así. No pudo ser mejor. En un córner, Vadillo sirvió para que Ramos se elevara imperial, dejando atrás la marca de Timor. Once partidos después, bingo.

El Granada se tuvo que esmerar en el celo defensivo. Contener a los locales, insistentes en la búsqueda del triunfo. Rui Silva tuvo unas cuantas flaquezas que le afeó Germán, quien siempre mantiene la concentración pase lo que pase.

Cambios de Diego

Vico trató de sorprender a Raúl con una parábola lejana y Ramos fue pescado en fuera de juego por poco, tras una filtración del portugués. Araujo brincaba por todas partes y Diego trató de cortar el suministro con la presencia de Nico Aguirre por Vadillo. Un retoque defensivo que fortaleció la medular, pero que concedió aire a los locales, cargando sin cesar. En un esférico hacia el área, Maikel Mesa tocó hacia un lado y Víctor Díaz no pudo despejar. Araujo sacó el látigo para el 2-1.

Diego movió banquillo de inmediato. Tenía a Quini ya esperando pero reclamó también a Rodri. Línea de tres atrás, carrileros por delante, Montoro de enlace y dos puntas arriba. Puertas, que era el que profundizaba por la izquierda, generó una llegada peligrosa que acabó con Rodri por el suelo, tras llevarse una zancadilla de Cala. El almeriense reclamó la pena máxima pero en su rostro se intuía la pifia, como así fue. Golpeó blando y mal ajustado. Quería buscar una forma de animarse. Necesita recuperar el entusiasmo de comienzos de temporada...

Todo podía acabar así, con una depresión extendiéndose y los puntos en la alcancía local. Pero este Granada sabe reponerse a los avatares. Martínez insistió en largo al ver a Ramos abrirse y el centro del cafetero se escabulló de las manos de Raúl para que Rodri anotara también y se divirtiera con una circense voltereta. Número cerrado con ese abrazo colectivo ya tan habitual. Un Granada que recibió golpes pero que jamás besó la lona. Digno.

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