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Carlos Machado luce, junto a su pareja, la indumentaria del Granada en Rada Tilly, en la Patagonia. R. I.
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De la Patagonia a Los Cármenes

Carlos Machado, presidente de la peña del Granada en Argentina emprendió una odisea de 15.000 kilómetros para estar hoy en el partido ante el Alcorcón, ya ha aterrizado y viaja hacia Los Cármenes

Rafael Lamelas

GRANADA

Sábado, 8 de junio 2019, 11:59

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Carlos Machado es argentino pero siempre sintió curiosidad acerca de su origen familiar. Nació en Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires, aunque desde hace 20 años vive en Rada Tilly, una localidad costera de la Patagonia. Escarbó en su pasado familiar y empezó a descubrir aspectos interesantes. Tenía familiares gallegos, como tantos en su país, pero no encontraba esa raíces en concreto. Sí localizó a una tatarabuela que se llamaba Adelina Maldonado, natural de Sorvilán. En 2014 emprendió un viaje a España para conocer aquella población de la Alpujarra de donde procedían sus antepasados. «La mitad de los habitantes llevaban el apellido Maldonado», recuerda. Pero en esa estancia nació otro interés que se convirtió en pasión. Mezcló el legado de sus ancestros con el fútbol, el deporte que adora. Así se hizo del Granada CF. De ahí surgió la primera peña intercontinental del equipo rojiblanco.

Machado vive este amor por el club como una «bendita locura». Tan aficionado se volvió que lleva varios días de traslados, «una auténtica odisea», para no perderse el partido de despedida del Granada esta temporada ante el Alcorcón. Cuando sacó los pasajes no podía imaginar aún que sería la fiesta del ascenso a Primera división.

«En Argentina soy de River Plate, pero si juega con el Granada tendré un serio problema», reconoce feliz. «En mi primera estancia en la ciudad visité las oficinas, pero no hubo posibilidad de conocer el estadio. He vuelto casi todos los años. Estuve en un partido ante el Barcelona en 2015 que perdimos 1-3. Formalicé la peña en enero de 2016 y pasamos a formar parte de la federación, el 'G19'», relata.

La actual aventura la han emprendido en solitario y le está llevando a recorrer unos 15.000 kilómetros. Tomó la decisión hace un mes, aunque en su planificación estaba que el partido se disputara el domingo. Primero voló desde Rada Tilly a Buenos Aires. Desde allí visitó La Plata, donde viven dos de sus hijos. Después se marchó con su cuñado, que le llevó al aeropuerto de Ezeiza, desde el cual se subió a un avión que le llevó a Sao Paulo, en Brasil. Allí tenía prevista una espera de dos o tres horas, hasta cruzar el charco y aterrizar en Madrid, algo que ya ha realizado y viaja rumbo hacia Los Cármenes.

«Tenía un billete para ir a Granada, pero era por la noche y no habría llegado al partido. Jaime Tortosa, de la peña del equipo en Madrid, se ha ofrecido a buscarme y trasladarme en coche hasta la ciudad, gracias a la gestión de Dani Hurtado, presidente del 'G19'», explica.

Machado tendrá el privilegio de ver premiado su esfuerzo, pues la directiva rojiblanca le ha reservado una butaca en el palco de honor del estadio. «Llevo el traje preparado parar estar a la altura y no desentonar», aporta desenfadado, a la espera de que se no se produzca ningún retraso en su traslado que le impida llegar a su cita.

En 2017, este argentino de corazón nazarí asistió al congreso nacional de peñas, en el que pudo interactuar con aficionados de otros equipos del fútbol español. Esa visita la hizo acompañado de su esposa, Adriana Elizondo, y dos de sus cuatro hijos, a los que ha inyectado el amor por unos colores. De hecho, ellos son miembros de la peña Patagonia Rojiblanca, que tiene hasta cuenta de Twitter. Aparece Carlos junto a algunos futbolistas de otras temporadas, como Foulquier, Miguel Lopes y Diego Mainz, al que obsequió con un libro sobre la historia del mate argentino cuando se retiró del fútbol. Va a intentar que le dejen colocar la bandera de su agrupación. Le ayudó a diseñarla José Antonio Fernández, de la peña de Baza, y mezcla el contorno de Granada con un istmo de su ciudad que se llama Punta de Marqués. «El fútbol lo puede todo. Hago todo esto sin mi gente para pasar apenas dos días y medio en Granada, pero merece la pena», insiste.

Aún recuerda una anécdota con un peñista local, Víctor Pérez. «Organizaron una paella gigante y Víctor, que toca el bombo en el campo y ondea una bandera enorme, me dijo que eso no era paella, sino arroz a la granaína», ríe. Hoy podrá reencontrarse con esos amigos que son sus familiares futbolísticos.

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