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la resaca

La sombra equivocada

El centrocampista del Granada Rubén Rochina (i).
El centrocampista del Granada Rubén Rochina (i). / EFE
  • Rubén Rochina ha necesitado un año de transición y que un entrenador le dé confianza y el espacio adecuados para hacer olvidar a un jugador que le precedió que era mágico

1. Hay futbolistas que no sólo se ganan el puesto, sino que vencen a una sombra. A Rubén Rochina le ha tocado medirse durante el curso y medio que lleva en la plantilla del Granada al influjo que dejó Brahimi en sus dos campañas. La comparación se le agravó desde el arranque pues mientras el de Sagunto careció de la confianza necesaria y del hábitat ideal para explotar sus virtudes con Joaquín Caparrós, el brillante francoargelino irrumpió al galope con el Oporto. Mientras el primero se sumía en la interinidad y se le rasgaban los músculos, el otro rompía a marcar todos los goles que no hizo de rojiblanco, que fueron únicamente tres, luciendo desborde en la Liga de Campeones.

2. Rochina no resistía la evaluación, mucho menos como extremo, desde donde parecía interpretar el partido desde un particular reloj biológico. Carreras a destiempo, riesgos cuando no debía, enroques en parcelas innecesarias. La calidad asomaba en muchos gestos, pero su producción se abocaba a lo irrisorio. Hasta que Sandoval le sacó el parche y fulminó la claustrofobia que le azotaba en la banda. Pasó a ejercer de volante o de mediapunta. Fue entonces cuando el aroma que desprenden sus feromonas activó el ataque de su equipo. La crisálida por fin mutó, pero en una dirección algo distinta a la ansiada.

3. La sombra a la que se había mirado era la equivocada. Rochina tiene más aspectos de Carlos Martins que de Brahimi, el caudillo portugués que regía con puño de hierro el juego del Granada en la primera temporada en Primera división. La manera de activarse al pisar el centro del campo, esa genuina capacidad en la distribución tanto en corto como en largo, con agudos pases filtrados a ras de hierba o incluso la potencia del disparo desde fuera del área, que este sábado sirvió para enhebrar el segundo tanto y para sentenciar personalmente el partido. Todo evoca a aquello. Al menos, a un progreso hacia esa referencia.

4. La actuación de Rochina recordó por momento a aquel partido del paraguazo, ante el Mallorca. El incidente polémico tapó una exhibición impresionante de Martins, que por aquel entonces estaba afectado por el anuncio público de la grave enfermedad de su hijo. Pocos tantos desde lejos han tenido la factura del que anotó aquella noche el luso. El de Rochina le supera por su estética y también por su valor indiscutible. No es la primera vez que saca a pasear el cañón. Todo en un triunfo que premió a un conjunto que desparramó lo mejor, con un admirable Fran Rico en la medular y lo peor de su esencia, la gravísima vulnerabilidad.

5. Hay otro actor que tenía un pie fuera de la entidad hace bien poco, contaminado por alguna intriga palaciega, que ha conseguido garantizarse una plaza a base de esfuerzo y fe. Edgar ha debido de percatarse de que si exprime sus cualidades físicas al máximo y deja de aspirar a ser otro perfil de futbolista con mayor protagonismo que no es, puede hacer una carrera más que digna en Primera división. Si mantiene la humildad y trabaja para el resto como un condenado, y está en ello, encontrará una vía para ser un jugador más que interesante.

6. Pese a que algunas de las grandes decepciones de la plantilla militan en la facción de vanguardia, los números delatan que el Granada no tiene tantas urgencias en ataque, aunque pudiera pensarse así en algunos encuentros. La propuesta de Sandoval, especialmente versátil últimamente con los cambios de sistema, siempre ha encontrado alternativas, tras los muchos momentos de desesperación que le habrán afectado.

7. Por un lado están los niños, como Peñaranda y Success, con este último pendiente de afinarse en los últimos metros, a los que llega con soltura pero sin una rúbrica de precisión. Por otro ha latido El Arabi, quien para perplejidad de sus detractores siempre acaba engordando sus estadísticas, a un gol del récord histórico del club en la élite, en manos de don Enrique Porta. Ahora se suma Barral, un delantero de área, guerrero y de indisimulada simpatía, cuya conexión con la grada es más que probable.

8. El agujero, creciente como el de la capa de ozono, permanece en la parte de atrás, donde la dificultad para encontrar aprobados se agiganta. Lombán, de los pocos que estaba sacando la asignatura aunque discretamente, contribuyó al desaguisado de la segunda mitad. A la espalda de los laterales halló el Getafe a su vez un auténtico sistema planetario, con satélites y estrellas. Del caos salió el Granada sobre el genio de Rochina, pero el aviso a la dirección es reiterado. Hay problemas individuales en la zaga y también de concepto. Un mero despiste, cualquier rato de alienación, se castiga duramente en esta categoría.

9. La pesadilla del viernes noche, que hizo a la escuadra dormir en descenso, se disipó con la víctima propiciatoria de Sandoval, que le ha ganado sus cinco duelos directos ante los getafenses, y de El Arabi, quien les ha metido siete dianas en otros tantos choques. Pero el camino es largo y los focos apuntan de lleno a la cúpula deportiva. Es la última semana con el mercado abierto y queda casi todo por hacer si los rojiblancos quieren muscular su fisonomía. Remediar sus puntos débiles.

10. El entrenador va a superar en vista de los acontecimientos el funesto mes de enero. Cualquier resultado que no fuera la victoria habría sido injusto con su labor. Se adaptó una vez más a las circunstancias y ahora aguarda a lo que denomina un "maquillaje" para su grupo. Necesita zagueros, no cabe duda, pero también alguna salida con la que despejar el ambiente en el vestuario. El pulso con un miembro influyente ha durado demasiado y ha sido malo para los dos. Ese sí ha sido una sombra de un tiempo a esta parte, pero demasiado perversa.