Ideal
Granada CF

perfil

Sarabia ya es futbolista

Pablo Sarabia.
Pablo Sarabia. / EFE
  • El madrileño explota definitivamente en su quinta campaña en Primera a las órdenes de Fran Escribá

En una entrevista concedida a los pocos meses de debutar con el Getafe en la máxima categoría del fútbol español, Pablo Sarabia (Boadilla, 1992) aseguraba haberle tomado ya el pulso. Nada más lejos de la realidad. No fue hasta el curso pasado cuando comenzó a parecerse al talento que se decía que era tiempo atrás. Es el actual el ‘año I’ de Sarabia como futbolista.

Jugando con sus amigos en las porterías que sus padres le habían comprado, Pablo Sarabia soñaba con parecerse a Zinedine Zidane y que su zurda diera Champions. Los primeros pasos en su particular escalera hacia el fútbol de élite los dio en la Escuela de Fútbol Madrid Oeste de Boadilla del Monte, donde aprendió a parar Pepe Reina antes de ser captado para la Masía y a la que el zurdo accedió con ocho años. Apenas cuatro más tarde y tras proclamarse campeón de España alevín con la selección madrileña, Sarabia pasaba a integrar la cantera blanca del Real Madrid.

Rápido, muy zurdo y con capacidad para el desborde y la lectura del juego, el fino mediapunta capaz de caer a banda por sus conducciones fue llamado pronto, como no podía ser de otra forma, por las categorías inferiores de la selección nacional. Era una de las joyas más brillantes del equipo más laureado del país. Esa proyección internacional lo llevó a entrar en las redes de Arsène Wenger. Ginés Carvajal, su representante desde edad adolescente, no se dejó seducir por los cantos de sirena.

Los dirigentes blancos no querían apresurarse a subirlo al Castilla por considerar al equipo juvenil idóneo para su progreso, pero un informe de Aitor Karanka para José Mourinho en su primera temporada al frente del Madrid lo convirtió en una opción. Sustituyó a Cristiano Ronaldo en diciembre de 2010 ante el Auxerre francés en el Santiago Bernabéu en todo un partido de Liga de Campeones. Y gustó por su descaro.

Aquella temporada, en el Castilla, Sarabia fue uno de los jugadores más destacados con doce goles que no obstante fueron insuficientes para conseguir el ascenso a Segunda. Aquella decepción aceleró la salida a un club de Primera. Y apareció el Getafe, experto caldo de cultivo merengue, con tres millones y una opción de ‘vuelta’ a Concha Espina. El genial mediapunta, ya azulón, portó aquel verano el brazalete de capitán de la selección sub19 que se haría con el Europeo gracias a un doblete de Paco Alcácer, en la prórroga ante la República Checa.

No son pocas las veces en que Pablo Sarabia ha expresado su gran frustración durante el tiempo que estuvo a las órdenes de Luis García. Supuesta petición expresa, nunca sintió la confianza de su entrenador y se planteó la salida. El jugador vertical que siempre tenía la portería en mente, ya fuera enfilando él o habilitando a un compañero, yacía apagado en el banquillo del Coliseum. Corría el peligro de caer en el olvido, y prueba de ello fue su ausencia en los Juegos Olímpicos de Londres.

Pero no salió, y siguió una temporada más a la sombra de Abdel Barrada, nostálgico de su querido Alberto Toril, el entrenador que mejor lo comprendió. La consecución de un nuevo Europeo, esta vez sub21 y junto a Isco, levantó el interés de un Escribá que le prometió lugar en Elche. Todo quedó en nada y Sarabia volvió a intentarlo sin éxito hasta que, tras una racha de más de diez partidos sin ganar, Luis García fue cesado y llegó a la entidad Cosmin Contra. El rumano imprimió intensidad y convirtió al zurdo en su extremo diestro. El jugador que había llegado a encararse con los aficionados ofreció su mejor versión en Primera.

De los destellos al futbolista

Tanta confianza había ganado con Contra que decidió apostar por el ‘diez’ en su camiseta tras obrar una salvación de última hora. Además, el Getafe firmaba al delantero Álvaro Vázquez, buen amigo de las categorías inferiores nacionales. Cuando mejor estaba el equipo, el Guangzhou llegó para llevarse a su técnico con una oferta que no podía rechazar. Volvió al club Quique Sánchez Flores, pero una extraña salida forzó el ascenso de Pablo Franco, con el que Sarabia no brilló tanto. Pese a ello, fue uno de los jugadores más utilizados en la temporada.

Sólo le quedaba por conquistar la continuidad y la intensidad en los noventa minutos; dejar de ser un jugador de destellos. Fran Escribá se lo tomó como algo personal. Le exigió más que a nadie para ostentar la titularidad y desde octubre recoge lo sembrado. Sarabia es un puñal desde la derecha y no sólo profundiza, sino que trabaja en defensa y se implica en la creación del juego. Ha ganado músculo. El jugador intuido asoma. Suma cinco goles en Liga, más que en todos los cursos anteriores juntos. A la quinta, Sarabia. Y un contrato que expira en junio.

Temas