Ideal
Granada CF

EL FRANCOTIRADOR

Inmolados como un 'ninot'

En la no trifulca de El Arabi con Iván Ramis, el juez de línea que pasaba por allí empezó a caminar cabizbajo hacia el vestuario, convencido de que Álvarez Izquierdo lo había expulsado. Se marcharon también varios recogepelotas llorando desconcertados. La mitad de la grada de ese lado se puso a buscar abogado y hasta la alcaldesa de Valencia abandonó el estadio, aunque la expulsión la tenía bien merecida por su 'caloret'.

El Granada firmó una segunda parte desastrosa, cierto, pero el árbitro ayudó con una montaña de arena para desquiciar a un equipo que transita por la Liga acostado en el diván del psicoanalista desde la quinta jornada de Liga. Desde que el Levante, ese club apócrifo adonde se marchó Cruyff a encenderse un Malboro con la colilla del anterior, vino a Los Cármenes en la primera vuelta y se llevó los tres puntos que nos iban a meter en la 'Champions'.

Aquello fue en septiembre y tú y yo éramos otros hombres. Gente que pensaba que con Sissoko y Héctor Yuste a los mandos nos acabarían haciendo un pasillo en todos los campos de España. Una vuelta después, el rival que marcó el inicio de la cuesta abajo puede haber sido el muro contra el que el Granada se haya destripado. Y eso que el Levante es un atentado al fútbol.

Empezó con Mendilíbar (un estilista) en el banquillo y ahora tiene a Lucas Alcaraz, que tuerce el gesto (más todavía) cada vez que su equipo encadena dos pases seguidos. No sabemos cómo reaccionará si llega a dar tres porque todavía no se ha producido tal hazaña. El Levante y el Granada podrían haber jugado ayer sin balón y nadie se hubiese percatado. Y eso que el Granada se llevó con justicia la primera parte. No remató al moribundo y, como pasa con los asesinos en serie de las películas, al final lo pagó con la vida. Qué manía de no meter tres goles para dejarlo todo solucionado y al cardiólogo en paz.

Con una alineación plagada de suplentes, esa primera parte del Granada resultó comestible gracias a que enfrente el Levante no daba pie con bola. Después del descanso, el de Abel fue un equipo a la deriva, asustado sin ningún motivo y prisionero de un miedo a ganar que convirtió en flanes a los futbolistas y convocó a todos los fantasmas de la historia del club. Entonces Oier hizo una 'robertada' y el mundo empezó a desmoronarse hasta la caída final, en la que Nyom tuvo mucha culpa por romper el fuera de juego tras una galopada que habla a las claras de su inteligencia táctica.

Para entonces, el árbitro ya lo había puesto todo perdido de expulsiones. La patada de Colunga fue el producto de su cabreo después de sacar un córner raso, modalidad patentada esta temporada por el Granada y que ya intentó Fran Rico durante varias jornadas. Fue una zancadilla fea pero con una amarilla bastaba. A partir de ahí, a Álvarez Izquierdo se le fue el pistón. En los diez minutos siguientes sacó otras seis tarjetas sin que mediara una sola patada y expulsó a El Arabi e Iván Ramis por sacudirse el polvo de las solapas. Al final, el Levante culminó una remontada insólita y el árbitro, tras ducharse, se tiró a las calles de Valencia con un bidón de gasolina y cara de Charles Bronson a meterle fuego al 'ninot indultat'.