La temporada del Granada, cerrada la primera vuelta, está siendo un fracaso. El simple hecho de enfrentarse a la próxima jornada siendo colista lo corrobora. El paso de Joaquín Caparrós por la ciudad ha sido como el de un tsunami, que ha arrasado todo. El utrerano abanderaba el proyecto más ambicioso. Su trayectoria, su experiencia y su fama le avalaban, pero seis meses después se ha marchado, cesado, con una tímida despedida de un club al que llegó con toda la ilusión del mundo.
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