Ideal
Granada CF

PIsando charcos

Empatía

Hace tiempo que llegué a la conclusión de que a la gente en general le importa un carajo la opinión personal de los periodistas deportivos. Sobre todo si esta se basa solo en sus gustos estrictos, cuando dejan volar al aficionado que hasta el más reputado lleva dentro. Habrá lectores leales que buceen en el dictamen puro de un redactor con afán de identificación, o bien como ejercicio masoquista con el que descargar luego su ira frente al texto observado. Pero en general, lo que la experiencia me ha llevado a creer es que el público espera que desarrollemos en nuestros análisis la empatía sobre ilustres que son muy conocidos por fuera, pero no tanto por dentro.

La empatía es una cualidad interesante. Consiste en impregnarse de las sensaciones que mueven a otros, con lo que se logra el reto de profundizar en por qué toman ciertas posturas. Estoy convencido de que a ustedes les da igual si a mí me gusta el estilo de Caparrós. Lo que desean es que intente ponerme en su lugar del tablero y así entender sus movimientos de piezas, con lo que quedaría desmontado y se arrojaría un poco de luz.

Para alcanzar la empatía, es necesario indagar en su pasado, estudiarle en las expresiones, charlar con testigos de sus andanzas, calibrar lo que ocurre en el campo en virtud de su aparente discurso. Seccionando al personaje, se puede llegar a la persona. Entonces no solo se pueden contextualizar sus decisiones, aunque en su lugar uno las compartiera o no, sino que se llegaría a la anticipación de los giros que vendrán.

A Caparrós le está costando afinar el tiro, le vienen curvas en el calendario y puede verse en una situación delicada a poco que espabilen algunos de los rivales que tiene debajo. Pero le sobra experiencia en estas coyunturas. Salvo en Mallorca y Villarreal, siempre salió ileso. Por tanto aunque el juego pueda ser tosco y no le convenzan los bandas, mientras la clasificación le devuelva su amistad, seguirá con vigor. Sobre todo si hay al menos tres equipos en el sótano. Así maduran el criterio los dirigentes rojiblancos. Sus años de estancia permiten que el grado de empatía con ellos se afiance mejor. Para estas cosas resultan previsibles. Tanto, como descubrir el paladar del que escribe para una audiencia aguda.