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Incapaces

La contracrónica ·

Todos aparecen bloqueados lejos de Granada, tanto jugadores como el entrenador que los dirige

EDUARDO ZURITA

AFICIONADAO DEL GRANADA CF

Lunes, 15 de enero 2018, 08:19

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El partido ante el Albacete fue una muestra más de la impotencia del Granada en su deambular como visitante en esta campaña de Segunda. Una historia repetida en demasiadas ocasiones y dolorosamente reiterativa en el último tramo liguero: cuatro visitas a domicilio se han saldado con tres derrotas con sólo un empate en Reus. Un paupérrimo balance que ha sacado al Granada de los puestos que permiten aspirar al ascenso.

En tierras manchegas se empezó como siempre que se comparece fuera, dominando y mandando en los primeros compases del partido, lo que se diluyó como en tantas otras ocasiones rápidamente cayendo enredados y superados por las estrategias de los rivales. Se terminó también como ya se ha hecho habitual en las últimas visitas, derrotados, y esta vez con justicia, y ante el Albacete más por las deficiencias propias que por los méritos del rival.

Durante la primera parte cuando el balón bajaba al piso parecía clara la superioridad de los rojiblancos que dominaban el balón sí, pero con nula profundidad. En la presión y en los balones divididos el equipo local siempre fue superior ganando las segundas jugadas. Necesitaba el Granada templanza en el centro del campo y profundidad en sus bandas. Lo primero no llegó a tenerlo casi nunca y sólo la banda derecha, gracias a las incursiones de Víctor Díaz, fue capaz de generar algo de peligro, aunque ni Manaj ni Pedro estuvieron acertados en dos ocasiones donde llegaron con francas posibilidades de un mejor remate. El albanés lapidó la oportunidad que le había sido dada partiendo como titular: mucha brega, nula eficacia.

Espinosa aparecía una vez más desubicado en la banda izquierda, inocuo para el juego del equipo, lo que desgraciadamente se ha hecho habitual. Álex Martínez no encontró ocasión ni hueco para penetrar por banda en la primera parte, y demostró en la segunda mayor capacidad de generar llegadas una vez sustituido el propio Espinosa. Sergio Peña por su parte dejó algunas muestras de su indudable técnica individual en el primer periodo, pero con más ruido que nueces, sin profundidad alguna ni atisbo de un último pase acertado, fiel reflejo de la escasa profundidad de los rojiblancos durante todo el partido.

Al Albacete le bastó para su primer gol aprovechar un barullo tras un balón llovido del cielo en el área de Varas donde sus compañeros de cierre estuvieron especialmente torpes para despejar la pelota. Un punterazo tras varios rebotes de Dani Rodríguez adelantaba al equipo manchego y les ponía el partido donde deseaban para poder jugar a la contra y al pase a la espalda de la defensa del Granada. Saunier y Flores sufrieron muchísimo ante la fuerza de Bela y el poder de la altura de Aridane, mostrándose muchas veces incapaces de cortar el juego directo albacetense. Susaeta era el único que templaba con clase el esférico por parte de los locales. Aún con sus limitaciones al equipo blanco le bastó su mejor actitud, con una mayor concentración que los rojiblancos, para llevarse el gato al agua.

El empate conseguido por Álex Martínez tras lanzar espléndidamente un libre directo recién iniciada la segunda parte podía haber sido el punto de inflexión en el juego del Granada. Pero el equilibrio duró apenas un suspiro porque una falta botada por Susaeta fue rematada por Aridane casi en el área chica ganándole una vez más la partida a Flores sin que a Varas le llegara con su estirada y desvío para evitar el segundo tanto local, que sería definitivo.

De ahí al final pura impotencia de los de Oltra. Ni las salidas de Adrián Ramos, Joselu y Puertas aportaron algo distinto. La ansiedad terrible mostrada desde el encaje del segundo tanto por el equipo rojiblanco le llevó a empecinarse en continuados centros frontales desde las bandas para mayor gloria de los centrales del Albacete. Se centró mucho, en demasiadas ocasiones mal, y se remató con peligro muy poco, hasta el punto de que sólo en una acción de Manaj, antes de ser sustituido por Joselu, y en otra de Ramos en la última jugada del encuentro se estuvo cerca del empate. Todo lo demás puro fútbol ramplón, inoperante, muestra de una incapacidad manifiesta para superar una situación de bloqueo mental de todo el equipo que se ha cronificado en sus actuaciones fuera de casa convirtiéndose en un lastre gravísimo.

Así se puede aspirar a muy poco. El equipo padece un bajón de confianza y convicciones en sus posibilidades en el momento que abandona su feudo. Los dos de arriba, Huesca y Cádiz, aceleran y las distancias empiezan a ser importantes. Pero lo peor es que con la dinámica como foráneos implantada desde hace ya demasiadas jornadas parece hasta complicado aspirar a entrar en la liguilla para intentar el ascenso. A domicilio ni se crean ocasiones francas ni se está acertado de cara a meta, mostrando además últimamente excesivas debilidades en el juego a balón parado en defensa, tan importante en esta división, encajándose ante Cádiz y Albacete goles evitables. Un negro panorama que por ahora no parece tener reversión, sobre todo si los planteamientos del entrenador y los revulsivos que saltan desde el banquillo cuando se va por detrás en el marcador vulgarizan aún más la propuesta futbolística de inicio. Todos aparecen bloqueados lejos de Granada, tanto jugadores como el entrenador que los dirige.

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