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Los jugadores del Granada se abrazan. LOF
Un partido impresionante

Un partido impresionante

La Contracrónica del Doce ·

La primera parte del Granada fue impresionante, para enmarcar, un modelo de armonía, de rigor táctico acompañado de juego fluido y punzante y solidez

EDUARDO ZURITA (AFICIONADO DEL GRANADA)

Lunes, 5 de noviembre 2018, 13:30

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El Granada se aupó a la primera posición de la tabla tras una incuestionable victoria en La Romareda ante el Zaragoza. Pocos aficionados quedarán que puedan recordar la otra victoria rojiblanca a domicilio en la capital aragonesa, ocurrida cuando aún La Romareda no existía, allá por los inicios de la década de los cuarenta del siglo pasado. Al equipo actual del Granada no le arredran ni los nombres de tronío de sus rivales, ni el peso de las series estadísticas históricas futbolísticas, dispuesto como está a superar cuantos obstáculos se le pongan por delante.

La primera parte del Granada fue impresionante, para enmarcar, un modelo de armonía, de rigor táctico acompañado de juego fluido y punzante y solidez, propia de equipo compacto, coronada por dos goles muy bellos, especialmente el de Vadillo, uno de esos tantos que se recordarán por tiempo entre las huestes rojiblancas. Difícil es recordar en la historia más reciente del Granada un fútbol tan trenzado, convincente y con sensación de superioridad sobe el rival. Un disfrute para los leales aficionados que visualizaron el partido.

Todos los jugadores que saltaron al terreno de juego estuvieron a un nivel altísimo, en una sinfonía de fútbol de un conjunto perfectamente afinado desde el banquillo. Nadie tiene asegurada la titularidad ante el empuje de todos. Puertas, el estilete que comanda la tabla de goleadores del Granada, quedó en el banquillo, confiando Diego Martínez en el buen hacer en la mediapunta de Vico y en el juego eléctrico del incansable Pozo. Rodri salió de inicio en detrimento de Ramos, que tampoco tiene pernada sobre el puesto de punta de ataque.

El cordobés fue protagonista del primer tanto, fiel reflejo del estado de ánimo de las dos escuadras contendientes: un Zaragoza parado ante el rechace del tiro de Vadillo por su cancerbero, y un Granada metido intensamente en el partido para remachar la ocasión con la pericia de Fede Vico. Pozo fue un auténtico incordio, al igual que su compañero Vadillo, para la defensa blanquilla, superada una y otra vez por la calidad del ex-bético, e incapaz de parar al discípulo de la cantera hispalense. Éste provocó la falta del segundo gol -aunque evidentemente luego hay que ejecutarla como lo hizo con maestría Vadillo-, y mandó a la caseta por doble tarjeta a un desquiciado Alberto Benito, que siempre llegaba dos segundos más tarde que Alejandro a cualquier disputa, y lo agarró por detrás cuando se le volvía a escabullir.

El Zaragoza no existió en la primera parte. Su participación se redujo a perseguir sombras tras los dinámicos jugadores granadinistas, y a un disparo lejano de Pombo que Rui Silva desvió con eficacia. El árbitro -ese gris colegiado que es Vicandi Garrido- terminó de apuntillar al equipo aragonés con la expulsión de su lateral derecho, justificada por las dos entradas sancionadas, aunque posiblemente prescindible -no se entiende por el contrario que Verdasca se fuera de rositas del encuentro tras varias tarascadas sin cuento sobre sus rivales, pero a Vicandi no le adorna la virtud del rigor ni el del equilibrio al impartir justicia, y lo sufrirían en la segunda parte Fede San Emeterio y Ángel Montoro con dos amarillas muy discutibles-.

El conjunto local volvió del descanso con la consigna de aumentar la intensidad y el ritmo sabedor de que un gol les metía en la lucha. Pero sólo el balón parado creó algo de peligro por parte zaragocista. Zapater quiso emular a Vadillo en un gran lanzamiento de libre directo al que respondió Rui Silva con la parada de la noche. El luso está cada vez más seguro bajo palos, creciendo en confianza en paralelo al resto de sus compañeros.

La segunda parte terminó siendo una demostración de fútbol-control por parte del equipo de Diego Martínez, camaleónico en su versatilidad. Sin querer arriesgar nada, ante algunos síntomas de desconcentración, se reaccionó desde el banquillo, retirando a Vadillo para abrochar con Nico Aguirre el centro del campo. Más tarde, la sustitución del amonestado San Emeterio por Alberto Martín, fue un mensaje claro desde la banda de a quién se considera peón imprescindible de la maquinaria del centro del campo. El equipo de Lucas -que no ha entrado con buen pie por tierras mañas-, se diluyó definitivamente, y los últimos minutos fueron un recital de pases sin riesgo entre los jugadores granadinistas que sólo esperaban la llegada del pitido final ante un rival con los brazos bajados por la impotencia. Aun así, Montoro pudo ampliar al final la brecha en el marcador.

Como parece que sienta bien no salirse del guión marcado de mantener en estos momentos de triunfo la prudencia, sólo cabe añadir que el Granada ha cumplimentado en la jornada doce de la Liga su primer objetivo: superar los veinticinco puntos en la primera vuelta -ocho victorias y dos empates en doce encuentros, para veintiséis puntos nada más y nada menos-. Y lo ha hecho aupándose al liderato.

Los primeros días de noviembre parecen sentar bien a las filas rojiblancas, pues el año pasado también se alcanzó la posición de privilegio en Pamplona empatando a cero ante el Osasuna, entrenado entonces por Diego Martínez. Se hizo un buen partido y se mereció posiblemente la victoria, pero el Granada daba muestras ya de 'Machisdependencia', lo que se confirmaría la jornada siguiente con la ausencia del venezolano en una matinal con derrota ante el filial sevillista en Los Cármenes. El próximo partido también será por la mañana en casa el próximo domingo, recibiendo al Numancia. Esperemos que se sigan derribando prejuicios y estadísticas, y que la ausencia más que probable de Montoro no sea parangonable con lo vivido hace un año. Hasta entonces, disfrutemos de este bien merecido premio de comandar por derecho la clasificación de la Segunda División española. Lo dicho, impresionante.

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