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Rodri expresa la impotencia del Granada en Riazor, donde sufrió la primera derrota. AGENCIA LOF
Crónica

El Granada se hace humano en Riazor

Primera derrota de la temporada para un equipo ordenado pero que paga caro un torpe penalti, con una reacción final infructuosa

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Martes, 25 de septiembre 2018, 01:22

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El Granada se humanizó en Riazor, donde perdió su condición de invicto ante el Deportivo de la Coruña, un histórico que maneja chequera tras su caída al infierno. Su delantero centro, Quique González, bigoleador, le costó la nada despreciable cifra de 1,7 millones de euros. Consiguió en una velada la mitad de los tantos que fraguó en la Liga pasada. La lata se abrió con un penalti evitable de Álex Martínez tras un mal control a la hora de despejar. El sevillano resbaló y fue al atropello de David Simón, que saltó justo antes y provocó la señalización funesta. Los locales habían hecho méritos aislados ante unos rojiblancos demasiado encorsetados, aunque con el tono cambiado tras el descanso. Quique hizo su segunda diana y propició un tramo final de entrega nazarí y de servicio magistral de Montoro en la prolongación. Algo tarde. Sobró respeto.

Deportivo de La Coruña

Dani Giménez; David Simón, Domingos Duarte, Pablo, Saúl; Mosquera, Carles Gil (Fede Cartabia, m.73), Didier Moreno (Edu Expósito, m.60), Vicente; Quique González (Bergantiños, m.90) y Carlos Fernández.

2

-

1

Granada CF

Rui Silva; Víctor Díaz, Germán Sánchez, Martínez, Álex Martínez; Fede San Emeterio, Montoro, Vadillo (Juancho, m.82), Puertas; Fede Vico (Pozo, m.62); y Adrián Ramos (Rodri, m.73).

  • Goles 1-0, m.67: Quique González (de penalti); 2-0, m.77: Quique González; 2-1, m.90: Montoro.

  • Árbitro Moreno Aragón (colegio madrileño). Amonestó al local Pablo Marí.

  • Incidencias Partido de liga disputado en el estadio Riazor ante 13716 espectadores (cifra oficial).

El golpe devuelve a la tierra a los rojiblancos, que siguen en posición de fase de ascenso tras pasar por uno de los cosos más complicados. Trataron de especular en la primera mitad en busca del colapso local, sin recompensa. Cuando alteraron el paso y se desprendieron de la timidez, los nazaríes propusieron mejor, pero también se sometieron al vaivén deportivista. El triunfo de los gallegos fue justo y el Granada hará bien en agarrarse a su actitud final en busca de la remontada, eludiendo su imprecisión del arranque y la falta de fe. Puede que no sea un proyecto tan oneroso como el del Dépor, pero tiene jugadores para algo más que mover el balón como un péndulo, con parsimonia.

Los partes médicos se han convertido en una suerte de misterio que se destapa en los prolegómenos cuando se presenta la alineación, esperada como el avance de una película. El diagnóstico de la semana de cada lesión es concreto pero el tiempo de recuperación de los convalecientes queda en secreto. No se da fecha, eluden mojarse. El «pendiente de evolución» se etiqueta a todos salvo caso grave, que hace darwinista al aficionado o fan de los Pokémon, según la edad. El caso es que el ocultismo se justificará para los que lo preservan al ver el 'once' repetido de la semana anterior, con los renqueantes Ángel Montoro y Adrián Ramos acampando en sus posiciones genuinas, tras las dudas y el viaje con 19. Funcionan las manos divinas de los 'fisios'. Se le dan menos facilidades al rival.

Mantuvo Diego Martínez a los mismos que ante el Rayo Majadahonda, el partido que se había convertido en su obra magna hasta la fecha, incluido José Antonio Martínez, teórico escudo antiaéreo junto a Germán y Víctor, ya en su orilla diestra en detrimento de Quini, de nuevo en el exilio del banquillo.

Natxo González insistió en la geometría de su rombo en el centro del campo, sistema fructífero en el fútbol noventero que resiembra el técnico vitoriano con paciencia. Sacrificó en el vértice bajo al único exrojiblanco de su convocatoria, Bergantiños -Pedro se quedó sin vestir-. Mosquera, Didier Moreno, Vicente Gómez y Carles Gil pretendieron pulir el diamante en Riazor, mientras delante se diseminó la dinamita del recuperado Quique González junto al joven aprendiz Carlos Fernández. Quique justificaría de sobra su titularidad.

  • Estadísticas Deportivo Granada

  • 54,3% Posesión 45,7%

  • 8 Remates a puerta 4

  • 0 Remates al palo 1

  • 3 Remates fuera 3

  • 3 Paradas 6

  • 14 Faltas cometidas 12

  • 4 Fueras de juego 3

  • 5 Saques de esquina 2

Diego alistó a los mismos pero los repartió con una ligera variante. Montoro y sobre todo Fede Vico se aproximaron más al eje de Fede San Emeterio, apelmazando el centro del campo, lo que obstaculizó la salida del Dépor, pero alejando al cordobés del sembrado enemigo, que apenas se pisó en el primer tiempo, aburrido el portero Dani Giménez.

Tendió el Granada al orden atrás, paciente con la pelota en pases disuasorios en su sector, sin inercia ofensiva. Parecía juguetear con la desesperación de los anfitriones, pero estos no dudaron en asustar con algún envío largo a la cabeza de Quique González, que dispuso atrás para que Carles Gil diera el primer sobresalto a Rui Silva. Carlos Fernández le exigió más algo después, provocando el primer córner del encuentro, que quedó en nada. Había pretensión ofensiva en los locales aunque muy aislada. Fue en el siguiente saque de esquina cuando Pablo Marí se elevó sobre Martínez pero pilló bien colocado a Rui para anular el peligro.

Los blanquiazules atemorizaron en una progresión veloz. Saúl le hizo un túnel a Víctor Díaz y sacó un centro al meollo. Despejó apurado Rui Silva para que llegara a remachar Quique, encontrando el poste como obstáculo. La organización defensiva nazarí sufría pequeños apagones que el Dépor aprovechó al menos para chutar cerca de los palos. La recta final del primer acto elevó los decibelios en la grada, con varias decisiones del árbitro Moreno Aragón que enervaron al respetable. Dejó jugar en las disputas y eso mosqueó a la hinchada coruñesa, que también le reclamó una mano de Martínez en el área que pareció involuntaria. Puertas también acabó de uñas con el asistente, que no levantó la bandera en un lance tras el que se llevó una huella de tacos en el pecho. Sus compañeros continuaron como si nada y casi se llevan una respuesta enemiga con el almeriense aún retorciéndose en la hierba.

Los goles, tras el descanso

El gesto cobardón de los visitantes se alteró en la reanudación. Testado el blindaje, tocó abrir un poco el abanico, aunque el Deportivo siguiera dale que dale, buscando su ritmo. Vadillo chutó por primera vez con intención, lo reintentó con una falta y luego Ramos obligó a una detención real para Dani Giménez. Vico metió un centro que le generó alguna jaqueca al portero pero que nadie remató.

Carlos Fernández quiso reprender a Rui Silva, que seguía imperturbable, y Diego acometió su habitual retoque con Pozo por Vico, centrando a Puertas y dejando al 'Giraldillo' en la derecha. Pero en este contexto llegó el gol local. Vadillo retrasó hacia Álex Martínez para que despejara. Este quiso controlar antes, alejando lo justo el esférico para cometer el pecado de zancadillear a Simón, que fue a presionar. Quizás no hubo ni contacto, pero obligó al salto y resultó suficiente. Quique no perdonó. Tampoco luego, cuando el Granada ya se soltó los tirantes, con Rodri por Ramos.

El 2-0 podía llevar a los rojiblancos a la depresión. Sin embargo, levantaron el mentón y fueron a la guerra a pecho descubierto. Lo intentó Pozo, lo acarició Rodri en un remate, ya con Juancho por Vadillo -lejos de su habitual intrepidez-, y al final llegó de lanzamiento de falta. Montoro la puso en la escuadra pero apenas quedó tiempo. El equipo vuelve a la senda de la humildad, la que no debe abandonar, aunque nunca ha de olvidar que al contrario hay que mirarlo a los ojos. La prudencia a veces es cicatería. La valentía no siempre queda arrogante.

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