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La convicción como arma definitiva
La Resaca

La convicción como arma definitiva

El poder mental es la seña de identidad de este Granada, acreditado hasta en las peores circunstancias. Diego, el padre de esta obra inacabada, ha estimulado una competencia sana

Rafael Lamelas

GRANADA

Domingo, 18 de noviembre 2018, 01:45

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1. La convicción es lo que identifica a este Granada, al que no se le achaca en todo la temporada un partido sin pulso competitivo. Debutó con una actuación insípida en Elche en aquel 0-0, y le costó reaccionar al empate del Lugo en casa en la segunda jornada, que acabó con ese 1-1, en unos primeros pasos en la temporada que quedaron como un mero epílogo de la preparación estival, todavía con alguna duda. Desde entonces, el equipo ha demostrado una capacidad mental fuera de toda cuestión con independencia de los resultados obtenidos, la mayoría nutritivos. Sólo saltó con demasiado respeto en Riazor y con algunas precauciones en Alcorcón. Acabó perdiendo en ambos lugares, pero por resultados cortos, con cierta cercanía al empate, sobre todo en tierras madrileñas, a pesar de encomendarse a la heroica con un futbolista menos.

2. Caer ante dos conjuntos que estaban y están en la parte de arriba derivó en la hipótesis de que los campos de contrarios en buena forma se le podían atragantar a los rojiblancos. Sin embargo, la dignidad con la que peleó y jugó el conjunto en el Gran Canaria desterró este pensamiento, sobreponiéndose a circunstancias negativas inesperadas.

3. Un tanto ajeno cuando más dominaba, una segunda diana del adversario cuando trataba de amarrar las tablas o el fallo de un penalti aún con la desventaja en el marcador conforman episodios que sumirían en la frustración a muchos bloques, a casi cualquier Granada reciente que se recuerde, siempre sensible a este tipo de incidentes sobre todo como forastero. Pero no a este, el más corajudo en años. Con fútbol y hambre.

4. Esta escuadra se cimienta sobre unos valores que ha sabido instaurar con acierto desde que llegó el padre de esta obra aún inacabada, Diego Martínez. Una identidad colectiva, con una gestión inteligente y sana de un vestuario bien equilibrado en cuanto a egos. Estableciendo una meritocracia indiscutible, que estimula la mejor versión de todos los futbolistas, salgan de titulares o salten de suplentes.

5. Buen ejemplo de ello ha estado en el tratamiento de los delanteros, ambos arrastrando periodos preocupantes sin puntería. Devolvió la confianza a Adrián Ramos tras tres encuentros en el aparcamiento y marcó. Tiró de Rodri como revulsivo y funcionó. En un giro inicial que podía haber conducido a la apatía de ambos si su papel no hubiera sido el idóneo, ambos salen reforzados. Por marcar y por compenetrarse bien dentro de la riqueza táctica de los nazaríes.

6. El curso pasado, cuando Oltra se desesperaba acudía con insistencia a la solución de los dos puntas y el estilo directo. Llegó a concluir algún encuentro que exigía remontada con tres arriba, repartiendo los espacios de manera inconexa entre Joselu, Ramos y Rey Manaj. Diego está gestionando de otra manera las situaciones delicadas, con frialdad analítica sabedor de que destapar el centro del campo puede suponer que la manta tape la cabeza, pero destape los pies.

7. En lugar de debilitar la medular, el gallego procura tener a su plantilla preparada para pasar a defensa de tres centrales con carrileros, situación que se suele trabajar en algunas de las sesiones semanales como plan alternativo. Sobre esa firmeza, los pivotes regulan el tráfico y alguien se lanza como conector con la vanguardia de los dos arietes. Montoro tendió este puente hacia Ramos y Rodri, que se asociaron en el 2-2. La complicidad entre los más avanzados surge por que son complementarios. Uno recibe por alto y fija. El otro corre al espacio y pica. Por ahora, una opción ante marcadores adversos. Veremos si alguna vez pueden aparecer juntos en la formación de salida.

8. Puertas, en plena tendencia hacia el riesgo, ocupó toda la banda izquierda, en un esfuerzo solidario no siempre reconocido. Volvía a la titularidad tras dos suplencias. Sensible a la ansiedad, quiso hacer más cosas de las que debe y los nervios le destemplaron. Quiso enjugar un partido irregular anotando el penalti, pero en su cara se veía que no estaba con la seguridad con la que empezó el campeonato. Diego, tan avispado con la pizarra como con los tratamientos psicológicos, sabe que tiene que rescatar la mejor versión del almeriense, como ha hecho con los puntas, porque su plantilla a día de hoy es corta y el éxito general se concentra en la rivalidad sana que ha surgido entre sus miembros. Que pronto vuelva Pozo no significa que Puertas se quede en el ostracismo. Necesita la mejor medicina. El cariño.

9. Para los amigos de los paralelismos, el año del ascenso el Granada también provocó el despido del entrenador de la UD Las Palmas. Fue tras una victoria por 5-2, con doblete de Geijo y pese a jugar con un futbolista menos desde el minuto 48. Aquel día cayó un tal Paco Jémez, que años después dirigiría a los de rayas horizontales de manera aciaga. Esta vez cayó Manolo Jiménez, fruto de la toxicidad de una expectativa que devora a los proyectos poderosos en lo económico. Bien se sabe en Los Cármenes. Por cierto, el Granada también sacó un punto con Fabri y compañía de esta isla.

10. Tres jornadas ha durado el reinado. El Málaga volvió ayer al liderato, imperturbable en La Rosaleda. Habrá que ver si Alcorcón y Deportivo empujan a los rojiblancos fuera de la zona de ascenso directo entre hoy y mañana. El ritmo de puntuación es frenético, pero en esta maratón llegan al final los persistentes y, por ahora, en esto los nazaríes son alumnos avanzados.

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