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Dani Ojeda: La chispa canaria que encendió la mecha rojiblanca
Los perfiles del ascenso: Dani Ojeda

La chispa canaria que encendió la mecha rojiblanca

El extremo llegó en invierno, cedido por el Leganés, donde no estaba contando apenas con minutos

FRAN RODRÍGUEZ

GRANADA

Miércoles, 26 de junio 2019, 02:13

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Dani Ojeda ha conseguido que la temporada de Segunda parezca más corta. Es un análisis que se aparta de lo numérico y vive en lo sensorial. Su llegada a mitad de temporada ha tenido el efecto deseado en el cuerpo técnico, sus compañeros y todos los aficionados. Ya pretendido hace doce meses, el canario llegó en ese momento gris de la temporada en el que asalta el cansancio y lo peor es que aún quedaba la mitad del camino por recorrer. La respuesta a la previsibilidad del ataque nazarí era acudir al mercado para hacerse con este vertical extremo. Un puñal que debía aportar la electricidad perdida con el paso de las jornadas. No tardó en demostrar que incorporarlo había sido un acierto.

Vadillo, Pozo, Puertas y Fede Vico seguían luchando con compañerismo por las tres plazas que escoltaban al ariete y ahora debían convivir con otro competidor más, que llegaba además mucho más fresco por su poca participación en Primera con el Leganés. El torbellino canario elevó la competitividad interna y lo hizo con un tacto exquisito, ofreciéndose siempre para ayudar y revolucionando el equipo sin enrarecer el vestuario. Ojeda cayó de pie en el seno de la plantilla y fue acogido por la afición con la ilusión con la que un niño trata su más resplandeciente regalo de Reyes.

Tras sumar varios partidos como revulsivo, su dinamismo, los malos resultados encadenados a primeros de febrero y la lesión sufrida por Pozo le abrieron la puerta de la titularidad. Lo mejor de su entrada en el once es que no se advertían cambios en la identidad de los de Diego Martínez.

Los rojiblancos fueron mejores con Ojeda, que ayudo a que el equipo se reencontrara con su mejor versión, quitando kilómetros a las piernas de sus compañeros y asumiendo el rol de estilete incombustible. En su carta de presentación como titular, aportó frescura y anotó un tanto en la goleada fuera del casa ante el Rayo Majadahonda. Permaneció otros ocho duelos en la foto de inicio, si bien su efecto se iba diluyendo. No ayudó que el cuadro nazarí sufriera una mala racha de cara a puerta y precisamente Puertas, máximo goleador del Granada, estuviera en el banquillo. Aún así, el momento de Ojeda era tan dulce que fue uno de los talentos más brillantes del plantel, Vadillo, quien dejó paso al almeriense.

Fue quizá el punto de inflexión para dar el sprint en el tramo final de la temporada. Dani Ojeda continuó jugando con acierto, dando desequilibrio al equipo. Pero lo más importante es que su titularidad y esfuerzo sacó lo mejor de su compañero gaditano, obligado a exprimirse para no acabar la temporada en el banquillo. El mejor Vadillo regresó porque a su lado, día a día, tenía el listón que colocaba el canario. El Granada creció y los cañones de la segunda línea volvieron a ver prendidas sus mechas gracias a un explosivo Ojeda que, si bien regresó al banquillo, nunca dejó de trabajar para que el crecimiento colectivo del plantel no se estancara. Con un solo gol y apenas nueve titularidades, los números no contarán la verdadera historia del extremo canario. Pero fue él quien empujó a sus compañeros al límite para volver a Primera.

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