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RAMÓN L. PÉREZ
Empate en Los Cármenes en los últimos minutos
Granada CF

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Domingo, 22 de abril 2018, 14:24

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El avión de Aerolíneas Venezuela está a punto de aparecer por la pista tras cuatro jornadas criando polvo en el hangar de carga. Subsanado un grave error de apreciación en Oviedo que pagó muy caro con un serio castigo, el afán actual de su piloto es el de la reivindicación, porque sus compañeros de fatigas le han echado mucho de menos. Ha aprendido la lección, alerta, y ha tomado conciencia de su responsabilidad en el futuro de la empresa, resalta. Por fin tiene el visto bueno de la torre de control, libre de tráfico molesto. El conductor, nacido en Tucupita, practica las verificaciones en el cuadro de mando y aguarda a las últimas instrucciones para enfilar con el aparato, dispuesto a demostrar que no se equivocaron aquellos que confiaron en él como la gran esperanza para la corporación nazarí que le contrató. Así que pongan el respaldo de sus asientos en posición vertical, plieguen la mesilla y abróchense los cinturones. Si parpadean se lo van a perder.

El diseño aerodinámico y su capacidad de maniobra para hacer piruetas entre las nubes han sido muy reconocidas siempre por la clientela rojiblanca. Ahora le toca navegar en medio de una densa borrasca, en la que han profundizado sus colegas sin él. Su pericia ha asombrado durante toda la temporada y conforma el principal motivo de ilusión para los pasajeros que se darán cita en el aeropuerto de Los Cármenes, soñando con embarcar a un destino exótico en que se habían acostumbrado a vivir. Uno de Primera.

Su tarea, la de este chico que vuelve para quedarse, es que una vez arriba se pueda enderezar el rumbo. A cada uno que compre el pasaje le puede rondar ese pesimista temor a que llegue un fatal accidente, pero saben que con él todo puede cambiar. Que pueden impregnarse también de emociones fuertes, positivas, a un ritmo supersónico. Con ese chaval de uniforme que a veces viste de 'vinotinto' que tiene su propio mapa. Esa sensación entusiasta que disipe el mareo tras atravesar tantas zonas de turbulencias últimamente y que les estaba sacando a todos del radar desde que llegó un nuevo comandante, al que algunos tachan de bisoño pese a su edad.

Sergio Peña es la otra novedad en la lista de Morilla, aunque podría quedarse en el banquillo

El ruido de los motores de este avión intimida a los rivales de las otras compañías y suena a música celestial para Pedro Morilla, que se sube al aeroplano con la esperanza de que no se comporte como un mero vuelo comercial, sino con la hostilidad de un auténtico caza bombardero. Para dar sus bendiciones a la ruta reaparecerá un experimentado copiloto colombiano que incorpora, de serie, una mirilla telescópica y una serenidad aeronáutica muy interesante por si surgen las complicaciones por delante.

Un copiloto experto

Con el aleteo que proporciona Machís y la precisión que supone Adrián Ramos, el Granada quiere despejar las dudas ante su gente y recolocarse en la misión del ascenso. Una búsqueda frenética hacia la que se dirigen otros contrarios con velocidad de crucero, sin esperar a nadie.

No hay margen para abortar el despegue. Cualquier pérdida de tiempo impediría llegar al lugar soñado. Está todo tan comprometido que ni arrasando a la Cultural Leonesa estaría asegurada la altitud que permitiría promocionar al final del trayecto. Implicaría contundencia y una barrena plana del Cádiz en su estadio ante el Sporting. Alcanzar a los amarillos en puntos y apelar a la diferencia general de goles (+9 para los granadinos, +14 los gaditanos). Golear y que les goleen.

Morilla, que precisamente relevó al anterior jefe el día que se peleó el aviador que retorna, recupera para su tripulación al mejor amigo del as, el peruano Sergio Peña, tras el toque de atención que le tuvo que dar en el último desplazamiento a Sevilla, despistado por algo que pasa en junio en Rusia. Es posible que siga todavía en un asiento secundario y que en la zona central continúe la misma tripulación recurrente, con Alberto Martín y Montoro como sobrecargos y Pierre Kunde distribuyendo más queroseno en los depósitos. A Rey Manaj, socio de fatigas, se le han ido vaciando los bidones cuando ha tenido oportunidades de repostar y pasará de la formación de gala a quedarse en tierra.

El otro que abandona la nave esta semana es Germán. El que manda se ha aferrado a la experiencia en reparaciones de Varas, con los guantes, y su habitual séquito de cuatro. En la cabina se habla español, un poco de francés (Saunier), algo de inglés (Kunde) y se cuenta con un traductor de portugués, Agra, que prefiere que le llamen Salvador, también en minúscula, mientras acelera. Porque unos corren, otros barren y algunos construyen. Espíritu colectivo, como les dirá el 'coach'.

Tras igualar en su carrera con Osasuna, ante su público, y frente a los cadetes de la capital andaluza, se miden ahora a uno de esos contrarios que está sufriendo por debajo de la troposfera pero que viene de una buena trayectoria. La Cultural es una operadora de bajo coste que tiene de baja a algunos de sus mejores elementos, como David García, Emi Buendía y Rodri Ríos, más un meritorio como Viti. Si estará alguien de peso, Antonio Martínez, y no podrá dirigir a pie de pista Rubén de la Barrera, el que ha preparado las contramedidas para aplacar al reactor que mejor evoluciona. Por algo le llaman Darwin. Buen vuelo.

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