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Los restos del naufragio
La Resaca

Los restos del naufragio

Ha llegado el momento de que el Granada exteriorice su reflexión interna tras el fracaso deportivo y que acometa la nueva planificación, sin partir de cero pero con algunas piezas en estado defectuoso

Rafael Lamelas

GRANADA

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Martes, 29 de mayo 2018, 01:20

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1. Todo empezó, como entonaría Mariano Rajoy, con la envenenada herencia recibida. Un Granada roto tras una nefasta última temporada en Primera división, en la que perdió todas sus credenciales. Había roto radicalmente con el mercantilizado proyecto de Pozzo y Pina, con sus lustrosos jugadores del fondo de inversión y la astucia del murciano en la captación de algunos valores para, no sin sufrimiento, apañárselas para permanecer en la élite año tras año. Tanto despreció el entonces asesor presidencial Pere Guardiola la planificación deportiva previa que retrasó decisiones hasta el verano y confió, tras estrellarse con muchos 'noes' de gente del gremio, en un agente bisoño como Javier Torralbo 'Piru'; sabían que desenchufarse del modelo anterior era complicadísimo. Se dieron bajas con ligereza que luego hicieron mella en la escuadra tras las inclemencias del mercado.

2. Esto condujo al descenso a pesar de los intentos de rectificación durante la campaña, abocando a un verano pasado en el que era obligatoria la tabla rasa. Y se hizo. El club se desligó en lo que pudo de los chicos exóticos con sello ajeno y planificó con un director deportivo baqueteado como Manolo Salvador. Había mucho trabajo por hacer y se marcó una expectativa desmesurada, aunque la lógica económica situara a los rojiblancos con el mayor tope salarial de la categoría. Retarse a subir directos supuso un lastre que se pagaría caro.

3. Sin apenas base, sin un grupo estable durante años que transmitiera las esencias, en manos de algunas apuestas imprevisibles, el equipo sesteó durante meses, aunque parecía que el premio menor de disputar la promoción estaba al alcance. Muchas cosas sucedieron para despreciar esta condición que ha acabado pareciendo un privilegio. Primero, el fiasco del mercado invernal, desaprovechado en dos apuestas de las que sólo una, Salvador Agra, ha dado algún fruto, aunque escaso. El fracaso de Hjulsager resume los errores cometidos durante la ventana de enero, en la que la cúpula tenía que haber repasado otras posiciones deficitarias aparte de las bandas. Antonio Cordón ya fue partícipe de estas medidas, por lo que también se ve empañado por ellas.

Vestuario reventado

4. La destitución de José Luis Oltra reventó el vestuario, que en su mayoría había cerrado filas en torno a su entrenador. Había disidencia, es lógico; algunos futbolistas deambulaban en la sombra ante la falta de minutos, pero esto ocurre en cualquier equipo cuando el técnico se aferra a unos pocos y monta su particular familia. El problema estuvo en que con el afán de aprovechar a algunos suplentes de valía teórica se eliminó al mentor, que al menos contentaba al resto pese a que fuera de casa el Granada siguiera patinando. Nadie mejoró los números del valenciano.

5. Pedro Morilla quiso actuar desde esa lógica de darle profundidad al grupo y mejorar la seguridad, pero todo se le vino al traste con el tortazo en Lorca, después de que los murcianos llevasen cuatro meses sin ganar; la victoria ante el Numancia en su debut fue algo raquítica, pero al menos era un triunfo ante un rival directo; el colapso en el Artés Carrasco impidió cualquier recuperación posterior. El plantel entró en trance, en un déficit de confianza, con algunos errores individuales groseros, ahondando en un bloqueo mental que ha corrompido el rendimiento de ciertos futbolistas que habían animado el optimismo durante los meses previos. Algunos han dado poco de sí. Otros se han visto arrastrados por esta dinámica.

6. Ya nadie encontró remedio. Morilla se fue tras una de las actuaciones más intensas de los suyos, en Huesca, donde la lluvia frenó sus intentos de remontada, obligada tras ver cómo los oscenses le daban la vuelta al tanto inicial de Ramos. El colombiano aparece como la gran apuesta fallida del segundo proyecto de la era Jiang. Un delantero que hace año y medio disputaba minutos en la Liga de Campeones y que ahora deambula con parsimonia, sin perder el buen tacto con el balón, pero sin socios adecuados para aprovechar sus momentos de criterio, inocuo en el área. Se fió todo a su mejoría y jamás alcanzó el estatus dominante que se le presupone. Aquel desafecto de principios de curso y las reiteradas lesiones minaron su evolución, pero últimamente anda sano y tampoco ha dado de sí. Se ha venido abajo como los demás, que poco le han alimentado.

7. Portugal fue el tercer volantazo en el banquillo y su terapia serena no ha exprimido más que tres puntos escasos ante un Reus inofensivo. Con él se han subrayado las impresiones de toda la campaña. No era una cuestión de alinear a otros diferentes a los que solía poner Oltra, ni de cambiar el sistema. Se trataba de encontrar el impulso competitivo necesario y no propiciar vaivenes absurdos que han sido disparos en el pie para el propio club. Cuando el burgalés llegó la depresión no se podía romper ni a martillazos.

8. Al presidente, entretenido con el ascenso del Parma a la serie A, le toca ahora hacer balance en la ciudad donde empezó su idea de montar una red de entidades futbolísticas en varios países. Su primer 'hijo' suma dos fracasos estrepitosos. Depositada su confianza en ese ente superior llamado Hope, con Belenguer en la gestión general y Cordón en lo deportivo, Jiang ha de esperar que este próximo año todos hagan piña de una vez, incluido Manolo Salvador si al final sigue en tierra aunque sus funciones queden condicionadas al parecer de su 'jefe'. Que aumente el acierto y que nadie administre cianuro con cuentagotas.

9. El primer repaso será analizar quiénes se quedan; porque aunque estos jugadores le parezcan horrendos al aficionado al calor de los resultados, hay varios integrantes a los que se les puede sacar provecho en un ambiente saludable. Se cuenta con porteros, defensas y centrocampistas que bien pueden completar el mosaico, con algunos seguramente de titulares a poco que la dinámica cambie. La cuestión está en la zona en la que se marcan las diferencias. Ahí está el verdadero debate, pese a la previsible continuidad de Joselu, secundario en estos meses recientes, y la posible de Adrián Ramos, que muchísimo tendría que cambiar en todos los sentidos para asentarse. Más parece un pulso con él para que no se crea que se puede ir gratis por su contrato oneroso con el equipo chino que una fe real en que pueda contribuir al reto futuro.

10. La marcha segura de Kunde y la más que previsible de Machís por su pertenencia al fondo de la época de Pozzo rebajan las expectativas ofensivas y obligan a un esfuerzo tremendo en el mercado, en el que tendrá una importancia capital el acierto en las cesiones. Las posibilidades financieras se desploman a casi la mitad, lo que implica buena lupa y mejor labia para convencer a valores en ciernes de la idoneidad del nuevo proyecto del Granada. Aunque parezca que la temporada es difícil de empeorar, todo es susceptible de hacerlo. Más que un objetivo clasificatorio, el punto de salida de los nazaríes debería ser la construcción de un conjunto que sí conecte con su público, cuya aspiración sea el éxito a corto plazo. Que sume triunfos que le aseguren la continuidad en una categoría igualadísima, que eleva o desploma en un mes, pero en la que a nadie se le puede dar por muerto hasta casi el final. Con ello, alcanzando la frontera de los 50 puntos cuanto antes, el Granada podrá luego soñar con la vuelta. Toca un nuevo aprendizaje y algo de depuración. Dejar de vender humo, hablar claro, no taparse los unos a los otros e intentar cimentar un equipo que convenza a la afición, cuya presencia en el estadio irá a menos. Han de mostrarles que merece la pena acudir a Los Cármenes cada semana de nuevo. Ni mencionar el ascenso. Encontrarlo a base de trabajo. Sobrevivir para no repetir el naufragio. Este ha devuelto al equipo a la misma orilla. Un descalabro peor puede arrastrar al mar contaminado de la Segunda B.

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