Granada CF | Contracrónica
La deshonrosa imagen ofrecida por los integrantes del primer equipo rojiblanco en un nuevo episodio de incuria profesional en el partido que se celebró –aunque los locales parecieron no querer disputar- ante el Málaga, no merece ni comentarios. El encuentro fue nuevamente una muestra de negligencia e incapacidad por parte de la totalidad de los integrantes del primer equipo que saltaron al terreno de juego. Es cada vez más doloroso asistir del lado de los rojiblancos a una jornada liguera, y cuesta un trabajo ímprobo tratar de extraer algo positivo de donde no hay más que mediocridad y desidia.
Así que lo mejor será no incidir más en lo reiterado en las últimas jornadas, especialmente dolorosas para cualquier aficionado del Granada, aunque clarificadoras, al sacar a la luz con el esperado final del descenso a punto de consumarse las consecuencias de una nefasta labor de planificación y gestión futbolística realizada por los nuevos responsables del club esta temporada. Si bajo la batuta de Jémez se consiguieron dos puntos de dieciocho en juego, y con Lucas sólo se alcanzaron sólo dieciocho nada menos que de setenta y dos disputados, Tony Adams parece que va camino de poner un triste colofón a estas horrorosas estadísticas en los últimos siete partidos de la temporada, siendo muy probable que, continuando la línea actual del equipo en los tres encuentros disputados bajo su batuta, ni se logre puntuar ni siquiera marcar un gol. Vistos los planteamientos del técnico y la respuesta de sus chicos, créanme que la posibilidad de batir los peores números del club en Primera es más que alta.
Se dijo por parte del británico que prácticamente se estaba en una pretemporada, ahora que está finalizando la campaña, pero parece que en la traducción debió de haber algún error, pues se está demostrando estar en una postemporada, en un estado terminal y agotado como demuestra el deambular de sus pupilos por el césped. Una situación que causa vergüenza ajena, y que retrata a las claras el estado de descomposición futbolística que atraviesa el plantel.
Llegados aquí no debe interesar nada de lo que tenga que ver con los jugadores que actualmente cobran nóminas a cargo del primer equipo rojiblanco. Nada debe importar ya de lo que suceda con este cúmulo de ineptos futbolísticos carentes de actitud. La afición vecina coreó el “Granada es de Primera”, aunque no debe ello llamar a nadie a engaño, pues sólo se podían referir a la afición y la ciudad, porque en cuanto a los actuales jugadores han demostrado sobradamente no merecer serlo y algunos de ellos permiten albergar dudas más que razonables que estén capacitados ni para Segunda. No hay duda que de las pocas frases sensatas dichas en un pospartido estuvo la de Alcaraz cuando dijo que ni club, ni técnicos, ni jugadores habían estado a la altura de la afición rojiblanca, lo único salvable por su lealtad y paciencia en esta aciaga temporada.
Es precisamente el divorcio que se está produciendo entre el actual equipo y su parroquia lo que más debe preocupar. Hacía tiempo que no se observaba pitar con saña a jugadores propios, ni abandonar y dejar desierto el estadio con bastante antelación al pitido final. Todo ello después de demostrar una paciencia infinita soportando una ignominiosa actuación de los suyos. Esa fractura es cada vez mayor, y además de andar preocupados por los jugadores que se queden –aunque visto lo visto debe reducirse su número a los estrictamente esenciales-, debe empezar a pensarse en la deserción de la grada que puede producirse no ya por un descenso –que entra dentro de las posibilidades de un club modesto de Primera-, sino por cómo se ha producido el mismo.
Se asiste atónitos a una bajada de brazos vergonzante por parte de una gran mayoría de los jugadores del Granada que además de ofender a sus aficionados adultera la competición, al ser presa fácil de cualquier escuadra el actual Granada, al que puede vencerse prácticamente sin esfuerzo, como han hecho Valencia, Celta, Sevilla y Málaga en las últimas cuatro jornadas. A la falta de cualificación futbolística de bastantes de los integrantes de la plantilla, se ha unido una apatía generalizada que contagia hasta a hombres de calidad contrastada como Adrián Ramos, que ante el Málaga cubrió su peor actuación de rojiblanco horizontal. Un estado de demolición en el que nada ha supuesto la llegada del nuevo técnico, cuya capacidad para dirigir a un equipo de la Primera española está quedando cada vez más puesta en duda. Su designación es el colofón a una cadena de decisiones deportivas esperpénticas en esta temporada que sólo podían tener el final del sonoro fracaso que se avecina.
Toca pensar en otra cosa aunque sin olvidar el esperpento vivido este año al objeto de evitar repetirlo. El anuncio de un nuevo responsable en la parcela deportiva debe centrar la atención en la reformulación del proyecto futbolístico, que deberá soltar todo el lastre que quede de esta temporada y reorientar los horizontes del club buscando racionalidad en la toma de decisiones. La experiencia de la persona elegida anuncia al menos una decisión de cierta coherencia por parte de los responsables últimos del club, que debieran reconocer públicamente su fracaso y disculparse ante la afición para tratar de volver a entusiasmarla con una serie de realidades ilusionantes para la próxima campaña. Los que empezaron anunciando el pasado verano sus intenciones de contratar a Sampaoli terminaron este año trayendo a Tony Adams. El concierto que se anunciaba trayendo a un Zubin Metha a dirigir una orquesta de primera ha devenido en verbena con director de tercera y banda horripilantemente desafinada, en un periplo sólo explicable desde la osadía de la inexperiencia unida a la inanidad de la más pura ignorancia. Sólo con un cambio radical de rumbo mediante hechos contrastables podrá empezar a cambiarse la percepción de incapacidad dada por los nuevos dirigentes ante la afición. El nuevo director deportivo parece una persona contrastada por su experiencia, pero se le deberá dotar de medios y recursos adecuados para que se pueda enderezar el rumbo de una nave que está ahora mismo en la más absoluta deriva futbolística.