granada cf | la resaca
1. Esa salsa del fútbol que dicen que son los goles sirve a veces para enriquecer o disimular el sabor de un partido, sin apreciar sus matices. Todo granadinista salió muy satisfecho del triunfo del Betis y probablemente los mismos se llevaron un chasco con lo de San Mamés. Es lógico. El problema viene con la pretensión de buscar explicaciones profundas a lo ocurrido.
2. No hubo tantas diferencias en el planteamiento de uno u otro partido. Esta vez el marcador se explica por motivos bastante mundanos. Una actuación coral horrible de su defensa, que afectó también a Ochoa, cuando agarró el balón que le dividió Ingason hacia atrás, cuando perfectamente pudo despejarlo y evitar lo que señaló el árbitro. Lo demás, si atacaron con más o menos intención, si presionaron con más o menos fiereza, son rasgos inseparables de la endeblez que se apoderó del equipo en su cimientos. Así es imposible ganar fuera. Alcanzar una velocidad de crucero que acerque la salvación.
3. El Granada ha avalado en sus dos últimas comparecencias en casa que tiene ya un registro estable. Se basa en tensar los intercambios y conservar impoluta una zaga donde abunda la torpeza, la desconcentración y, a veces, la frivolidad. Este parece el motivo evidente por el que Alcaraz no desarma la presencia de tres centrales. Cómo sería con sólo dos. Son las pifias, algunas groseras, las que adulteran una propuesta que no tuvo un desarrollo tan emotivo como sucede en Los Cármenes, al calor también de una afición que aprieta, pero que tampoco fue el desaguisado de otros desplazamientos, como en Cornellá o Ipurúa.
4. La estrategia del Granada se alejó poco de la de los dos triunfos recientes. Un sistema coincidente, incluso con la misma alineación que con el Betis. Cierto manejo de la presión, quizás sin la agresividad que multiplica así el número de faltas. Al menos sí impedía salir en corto al Athletic de inicio. Continuidad en todos los argumentos.
5. Hubo sombras que también tuvieron similitudes con las noches felices. De hecho, en suelo nazarí también brotaron problemas en el arranque. Las Palmas salió a gobernar a pesar de que el Granada le hostigara mucho, mientras que el Betis gozó de una fenomenal oportunidad de Rubén Castro a los pocos minutos. La historia podría haber variado mucho. Por no recordar lo que malogró Jesé.
6. El asunto cambió cuando los rojiblancos aprovecharon una clamorosa pérdida ajena para comandar una avanzadilla. El trallazo de Andreas Pereira fue sostenido después, con la mezcla justa de orden, suerte y Ochoa. El golazo de Carcela abrió la lata ante los sevillanos, que se toparon con un contrario efectivo en el área y que siguió recogiendo frutos de los patinazos verdiblancos.
7. En Bilbao, las absurdeces llevaron firma nazarí. Beñat no forzó la extralimitación de Hongla y esto supuso el primer varapalo. Y si hay algo endeble en el Granada es su sistema nervioso, tendente a la depresión ante cualquier desgracia, por leve o grave que sea. Misteriosamente, salió un pronto de carácter a relucir, con un empate inmediato que alimentó esperanzas. Luego vino la sacudida de la cesión, en la que quedó retratada la torpeza de Ingason. Abrigado, el islandés mantiene el decoro. Al descubierto, puede extender la bancarrota. Lejos de mejorar, está involucionando.
8. El Granada no salió dando mordiscos a la segunda mitad, pero sí estuvo cerca de empatar, en una posibilidad de Carcela y sobre todo en el chut al palo de Uche. La producción podía haber sido mayor, pero aquí reluce otro gran inconveniente. Las carencias en la retaguardia trasladan malos pases que obligan a enormes esfuerzos a centrocampistas y delanteros. La única alternativa es forzar al adversario y golpear con presteza. En un día fetén, como ante el Betis, hasta pueden golear.
9. Se ha contemplado a la escuadra con tantas versiones, con diferentes futbolistas, que quedan pocos tratados por evaluar. Parece evidente que el Granada tiene que ser como en Los Cármenes. Un equipo granítico, que interrumpa al adversario y mastique poco el fútbol. Si se acuesta en exceso, lo paga. Si sale a tumba abierta, lo humillan.
10. Pese a lo que pudiera parecer, los fallos catastróficos no llevan el sello de la falta de actitud o intensidad. Este deporte es un continuo. Si una parte duele, afecta a todo el organismo. Unos cuerpos cansados tras la derrota, que serán evaluados hoy, en el entrenamiento a puerta cerrada. De ahí, Alcaraz elegirá a la tropa para enfrentarse al Alavés, ante el que se esperan pocos cambios. Un conjunto recién ascendido, de trayectoria brillante y, paradójicamente, de un comportamiento ejemplar lejos de Mendizorroza. Se equivocan poco y esto acaba sumando mucho. Todo un ejemplo.
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