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R. L.
Martes, 21 de febrero 2017, 00:33
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La cara de Javier Torralbo 'Piru' al dejar su lugar de trabajo evidenciaba una mezcla de sensaciones. La decepción de una medida que ve injusta, pues se ha visualizado en él todas las dificultades afrontadas durante esta travesía; y el alivio de librarse del peso de un proyecto donde la propiedad aterrizó tarde y en la que se topó con la salida de algunos valores cruciales de la anterior plantilla, más la designación de un entrenador, Paco Jémez, que se comía con su salario un bocado del presupuesto. Hoy ya no están ninguno de los dos. Los primeros cimientos, derruidos.
Piru abandonó el Real Madrid, donde era el responsable de captación en el mercado nacional. Fue un futbolista modesto que concluyó su carrera en el Toledo, donde asumió la dirección deportiva. Tuvo una primera etapa con los blancos, en 2009. Luego formó parte de Media Base Sports, para luego volver a la 'Fábrica', en 2014. Tenía tres años más de contrato cuando Pere Guardiola le llamó. La tentación de la élite resultó seductora. Un 'máster' con fuego real.
Guardiola ya se había encargado de los primeros contactos para traer al entrenador. Tras no avanzar con Sampaoli, se volcó con Jémez. Cerró el trato en Ibiza, acompañado ya de Piru. El 17 de junio se anunció la llegada del madrileño y pocos días después, la del cordobés.
Ambos fueron presentados en simultáneo, con indudable protagonismo para Jémez, con muchas más tablas para la comunicación pública. Fue una de las señales que delataron el carácter de Piru. Un tipo afable, sincero y sin dobleces, pero tímido ante los micrófonos, donde otros se crecen.
Su falta de experiencia en su cargo contrastó con el papel de un técnico personalista. Jémez creyó que el club tendría unas posibilidades por encima de su realidad y estableció una amplia lista de bajas. Piru empezó a solucionar estas salidas, al tiempo que negociaba incorporaciones. Al principio, mostró la confianza de que el trabajo y la vitola de la nueva era china abrirían muchas puertas. Pero los chascos se sucedieron y la salida de algunos meritorios que tenían peso empezaron a despertar dudas. El propio Jémez se puso nervioso y se abrió un periodo tenso en la relación, en el que apenas se hablaron y en el que ocurrieron incidentes lamentables, como en el desplazamiento a Mallorca. El autobús que llevaba al grupo al aeropuerto estaba esperando a Piru, que había ido a por una chaqueta, y un ligero retraso implicó que Jémez ordenara que se marcharan sin él. No viajó al amistoso. El conflicto se agravó con las declaraciones en las ruedas de prensa. Las previsiones se le rompieron a Piru y se le echó el tiempo encima. El Granada tuvo que cerrar seis operaciones en los últimos tres días del mercado, en agosto. 17 fichajes, de los que sólo constaron 16 al final, ya que se dio la baja a uno de los más caros: José 'Tin' Angulo, que dio positivo por cocaína en un control con su anterior equipo, el Independiente del Valle, y fue despedido tras ello.
Relación rota
El campeonato arrancó con achaques y un discurso durísimo de Jémez, poniendo su cargo a disposición. La propiedad decidió cortar con el tono incendiario. Fue despedido y se abrió una semana de estudio para ver un sustituto. Piru puso sobre la mesa el nombre de Lucas Alcaraz y al final la cúpula se lo aceptó, tras ciertas dudas iniciales, con un preparador provisional -el del filial, Lluis Planagumá- durante el choque ante el Leganés. Entró Alcaraz y su día a día cambió. El granadino tuvo un comportamiento leal y solícito, que mejoró de inmediato la gestión. Piru se encargó de rastrear y abrir vías para los refuerzos hasta que se abrió el plazo. Pero el estancamiento del equipo en los puestos bajos y el hecho de que muchos de los que coquetearon con marcharse en diciembre se quisieran quedar al final, influyó en un mercado invernal en el que tampoco hubo mayor liquidez, más allá del 'regalo' de Ramos por parte de John Jiang.
Ocho salidas y seis llegadas se establecieron. Bueno y Tito acabaron en un rival directo como el Leganés, algo que encrespó ciertos ánimos, si bien él justificó que eran dos elementos con los que no se contaba. Llegaron Ingason, Adrián Ramos, Héctor, Wakaso, Kone y Rui Silva. Se cayó lo de El Zhar a última hora, recalando también en el Leganés, con burla encima de su agente, Luis Alonso, tras ello.
Fue un hecho lamentable que dejó a Piru en mal lugar, cabreado. Ahí estuvo siempre su debilidad. Su bonhomía chocaba con un entorno hostil. Es por ello por lo que duda que vuelva a esta labor. Regresará al seguimiento, a los jóvenes, donde sólo entra en juego el conocimiento, no tanto la 'maldad'.
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