Ideal
Granada CF

la contracrónica

Juguete roto

Juguete roto
  • El equipo va a peor desde la vuelta del receso navideño, y su imagen ha ido deteriorándose aún más en los últimos tres lances

Enésima lamentable actuación del Granada en esta temporada liguera, esta vez en Cornellá. Lejos de reaccionar con brío tras el mal resultado y peor imagen mostrada ante Osasuna, los rojiblancos -ayer de un color naranja cercano al encarnado propio de la vergüenza que causó su actuación-, sucumbieron desde el primer minuto de partido ante un Español que no se había caracterizado hasta el momento por sus facultades ofensivas, y que ayer cada vez que se acercaba al área sembró la zozobra de Ochoa, sin prácticamente oposición por parte visitante.

El equipo va a peor desde la vuelta del receso navideño, y su imagen ha ido deteriorándose aún más en los últimos tres lances, si es que ello era todavía posible, tras lo padecido en el penoso periplo de los anteriores partidos. Ante Madrid, Osasuna y Español los rojiblancos siempre fueron inferiores como equipo: a años luz ante el líder; por debajo del colista en buena parte del encuentro disputado la pasada jornada; y rebasados de cabo a rabo por los “pericos”. Una confirmación de que la escasez de maneras mínimas para competir en Primera que ha llevado a los pírricos diez puntos acumulados durante la primera vuelta se enraíza en la inanidad futbolística del plantel conformado.

Al Granada nuevamente se le acumularon la ineptitud de algunos de sus jugadores con la falta de actitud generalizada como conjunto. Y es que cuando no hay calidad ni intensidad el posicionamiento táctico se resquebraja a las primeras de cambio cualquiera que sea el planteamiento desde el banquillo, que por cierto parece también con el norte perdido en este comienzo de año. Si un lateral defiende tan desastrosamente como lo hizo Tabanou en el primer gol local, con un rechace esperpéntico que aprovechó con calidad el veterano Reyes ante la pasividad de Krhin, nada se puede hacer por más que nos esperancemos cada vez con menores fundamentos. El francés fue reincidente tras los horrores acumulados en la primera parte ante Osasuna, y se empeñó, con otro hilarante despeje poco después, en que los locales aumentasen su ventaja. La posición de la banda izquierda ha ido de mal en peor desde la salida de Siqueira del equipo e incluso, por qué no afirmarlo, tras la del bueno de Bryan Angulo, casi un “Marcelo” a nivel local viendo lo incorporado posteriormente. Pero Tabanou va camino de convertir en leyenda al transalpino Biraghi, con el que muchos creímos que se había tocado fondo en el lateral zurdo en la pasada campaña.

No había equipo por parte granadinista sobre el terreno de Cornellá. Ni el milagro de las tablas producido tras el gol de Pereira en un lanzamiento de una falta cometida sobre Ally Mallé –la única buena noticia en tiempo es esta nueva promesa de la “cuadra” de Pozzo-, sirvió para reactivar al Granada. El Español con suma facilidad volvió a tomar las riendas del partido adelantándose con gol de Piatti, en una acción donde la falta de intensidad defensiva de la escuadra rojiblanca quedó nuevamente patente, con Jurado y el argentino combinando con suma facilidad y sin oposición efectiva alguna de medio centros ni defensas granadinistas.

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A Tabanou le acompañó en la banda izquierda en la tétrica actuación de los de Alcaraz en la primera parte un indolente Boga, que partido tras partido se muestra más intrascendente, lejos de una mínima implicación exigible para un joven jugador que parece pretendía proyectarse en nuestra elitista Primera. Ambos fueron sustituidos tras el descanso. Pero desgraciadamente no se pude focalizar en uno o dos jugadores el desastre. La vuelta de René Krhin explicó sobradamente las razones de su ostracismo. Ni barrió nada, ni cerró a tiempo en el primer y tercer tanto encajado a los goleadores españolistas, ni jamás supo darle salida adecuada al balón. Dejó con su horrenda actuación, acompañada del ya habitual egoísmo de Andreas Pereira, otra vez solo a Samper en la zona central, propiciando el naufragio del catalán que fue el de todo el equipo.

Ni se sabe presionar, ni defender, ni trenzar juego, ni combinar, ni rematar. El panorama es aterrador. Un tiro desde fuera del área de Ally Mallé, el tiro directo de falta de Pereira en el gol del empate, y otro remate de éste a pase del joven marfileño en la segunda parte es el pobre bagaje de remates rojiblancos a la meta del Español. Por el contrario, cada ataque de los locales se convertía en ocasión de gol, evitando Ochoa una derrota más abultada. El mexicano, a pesar del saco de goles recibidos en la primera vuelta, es de lo poco salvable en lo que va de esta aciaga temporada.

Los datos son estremecedores. Diez puntos en diecinueve partidos y una sola victoria en toda una primera vuelta. Y el tiempo y las posibilidades de rectificación cada vez más escasas. El mal es de fondo, más profundo que en cualquier otra temporada. La colección de jugadores incapacitados para competir son legión en la actual plantilla, donde se combinan circunstancias derivadas de la falta de calidad de algunos –porque no la tuvieron nunca o, en otros casos, se encuentran en plena decadencia de su carrera-, la de madurez de otros, y la de actitud de muchos. La situación de hundimiento deportivo es casi irreversible. Confiar en una reacción con lo que se tiene y lo que hasta ahora ha llegado más que una quimera se torna en un acto de absoluta ingenuidad. Jamás se estuvo en este último periplo en Primera tan lejos en sensaciones de una posibilidad de permanencia como ahora y parece que sólo un cambio de rumbo radical en la composición final de la plantilla a final de mes pudiera apuntar una levísima esperanza, si es que aún hubiese tiempo para una milagrosa segunda vuelta donde recuperar tanto de lo dilapidado en la primera. Pero los antecedentes de la gestión deportiva del verano y los movimientos que se vienen haciendo y conociendo en las últimas fechas no parecen apuntar a ello.

Al nuevo propietario del Granada se le ha roto el juguete que compró en junio a las primeras de cambio. El club fue dejado hace mucho por los granadinos en manos ajenas y extrañas, y encontró su supervivencia bajo el mando de un empresario italiano, Pozzo, ávido e insaciable en su búsqueda de ganancias, que colocó en los últimos años al Granada tras el Watford, cuando adivinó más posibilidades económicas en la Premier, pero que siempre contó con unos encargados que velaron por sus intereses en Granada, Pina y Cordero, conocedores del mundillo del fútbol. Esta temporada la suerte del Granada se ha ligado a la de un nuevo empresario de origen chino, Jiang Lizhang, desconocedor del mundo del fútbol, falto de pericia y sobre todo de suficiente decisión e implicación por ahora para tratar de voltear la peliaguda situación a la que le ha llevado estar rodeado de unos pésimos consejeros y unos ineficaces gestores, y que ha empeorado en poco tiempo la más nefasta de las campañas en Primera dirigidas por el primero. Lo que en otras temporadas se sustentó en una remontada en la segunda vuelta o en un milagro en el tramo final de la temporada para evitar el descenso in extremis parece por ahora, visto lo visto y con lo que se cuenta, un imposible.

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