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El problema de irse de la 'franquicia'
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El problema de irse de la 'franquicia'

Este nuevo Granada no ha sido capaz hasta ahora de compatibilizar la creación de la estructura de un equipo normal con los resultados deportivos

Rafael Lamelas

Sábado, 7 de enero 2017, 01:35

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El entorno del Granada está tan embarrado por la falta de resultados deportivos que existe la tentación de interpretar que cualquier análisis puede servir para justificar negligencias cometidas por la dirección, incluso la falta de novedades conocidas en el siempre difícil mercado de invierno. Pero no es así. Está claro que hay evidencias que cantan.

Los actuales gestores rojiblancos han cometido errores gruesos. A buen seguro, son conscientes. Por su falta de previsión, diagnósticos precipitados, pretensiones frustradas y por un puñado de elecciones veraniegas que apuntan a la bisoñez, el desconocimiento y la inexperiencia. Pero no todo es malo. También han intentado dar pasos correctos con los que finalizar la frenética huida hacia adelante en la que se encalló el equipo tras llegar a Primera y así levantar algo convencional.

No era tan sencillo gestionar la herencia recibida y transformar un equipo singular desde el principio de su proceso. Es probable también que John Jiang o sus asesores calibraran mal el acuerdo de compra, muy ventajoso para el anterior propietario, Gino Pozzo.

El Granada no se puede comparar con ningún equipo de su división porque su éxito reciente, -salvarse durante un lustro y a la vez sanearse lo es indudablemente- no tiene parangón. Carecía de una cantera 'real' con gente formada desde niños, de un organigrama acorde más allá de las cúpula selecta y leal a Pina, de una historia reciente que invitara a pensar en grandes gestas a los incautos, tras 35 años lejos de la luz. Fue como ese muchacho que estira de pronto y se le queda la ropa pequeña: sigue siendo un crío. Hasta que Pozzo decidió rebajar su 'dosis' y dejó de crecer. Se volvió el patito feo. Pina y Cordero apuraron los propios recursos, topándose con el control financiero y la prohibición de los fondos de inversión.

Al principio, en las primeras campañas, todo era perfecto. Los tentáculos del espionaje de los transalpinos con la astucia en el negocio del clan murciano. Los futbolistas caros venían en su mayoría de fuera y la experiencia de los nacionales se pagaba con sueldos altos (y algunos rendimientos bajos, como pasó con Iriney, Piti, Riki o el reciente Barral). Pero Pozzo fue cerrando el grifo. El equipo se sumergió en su enésima crisis hace un año, cuando llegó el último gran 'regalo': la cesión de Doucouré. Del filial, su banco de pruebas para fichajes al por mayor -con muchos sin poder subir al primer equipo por ser extracomunitarios o mayores de 23 años-, surgieron al menos Success y Peñaranda. De los otros movimientos, Costa y Cuenca sí mejoraron el nivel. La sensatez de José González, la magia de Rochina y el trabajo colectivo sirvieron para abrazar la permanencia.

Beneficio y esclavitud

El Granada se benefició mucho de Pozzo y, a la vez, era esclavo de su modelo. La entidad salió de la nada, se saneó e inauguró la primera fase de una magnífica ciudad deportiva. Pero era una 'franquicia'. Al principio, enriquecedora. Luego, llena de taras. El italiano recogió pasta de sus futbolistas apuesta y luego reinvirtió lo que estimó.

Ahora, aunque parezca que todo es mucho peor, se atisban otras intenciones. El problema es que el campeonato no espera. El Granada necesitaba tener una dirección algo menos personalista, instaurar métodos en la base, gozar de instalaciones para sus chavales y conseguir que las ventas de sus activos repercutieran en su mayoría, si no al completo, en mejoras posteriores para la plantilla, como hace el Sevilla.

En verano, les pilló el toro. Les marca. Quizás les arrojara algunas lecciones. Lo demostrarán a largo plazo si pueden. Si esta evolución culmina en algo sostenible, incluso ante un hipotético descenso.

Tendrán que intentarlo a corto plazo, reforzándose. En estas fechas, irrumpía ya la 'magia' de Pina, pero su influjo ya no ayuda. Pozzo, cada vez menos. Hay otros que han de despertar la ilusión. Jiang quiere instaurar un híbrido, aprovechando lo que le permita conseguir su equipo chino, el Chongqing Lifan. Veremos si es un recurso o el gran sustento.

A veces es bueno parar para mejorar, pero es peligroso frenarse en exceso. Lo anterior tocó techo pero si esto no resurge de alguna manera, engalanará el pasado y ciertos sacrificios, algunos muy recientes, habrán parecido pifias innecesarias.

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