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Granada CF

granada cf | la contracrónica

Memo…rable

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/ J. M. BALDOMERO

  • El mexicano Ochoa, como buena parte del equipo, progresa adecuadamente jornada tras jornada

El fútbol de equipo es fruto sin duda del trabajo semanal. Se juega como se entrena, suele decirse. Pero el resultado final en el partido de competición depende a la postre de la conjunción de aptitudes y actitudes individuales, de que los jugadores sean capaces de hacer bueno el sistema plasmado de antemano siempre para vencer en la pizarra del vestuario, del acierto de algunos y del azar, que también cuenta con un porcentaje importante de influencia.

El Granada salió vivo de La Rosaleda tras un encuentro en que los malaguistas parecieron superiores en toda la segunda parte, pero en el que los locales se habían adelantado en la primera cuando el Granada parecía mejor asentado sobre el terreno de juego. Igualmente, los rojiblancos también alcanzaron el empate cuando se veía más cercano el segundo gol blanquiazul que hubiera cerrado definitivamente el marcador.

En el cómputo general puede decirse que el punto sabe mejor a los visitantes que a los locales por los méritos y oportunidades acumuladas, y sobre todo porque en la segunda parte el Málaga fue mucho más equipo que el Granada de cabo a rabo. La falta de acierto en la zona delantera malaguista acabaría pasando factura haciendo perder al equipo de la capital vecina dos de los tres puntos en juego.

El conjunto de Lucas Alcaraz sigue avanzando en su largo y difícil proceso de mejoría. Quizás con menor rapidez y contundencia de la que muchos querrían, pero indudablemente dando pasos firmes hacia la definición de una identidad de juego colectivo. Repetía el técnico rojiblanco el once titular que había partido de inicio en la única victoria de liga ante el Sevilla, con la única diferencia de Tito por el lesionado Foulquier. El equipo se resintió atrás y, sobre todo, en la salida del balón, donde el madrileño demostró una ineptitud preocupante, obcecado en el patadón sin sentido. Se confío quizás más en él por sus hipotéticas dotes defensivas frente a las de Isaac Cuenca, que había ocupado el lateral en el esquema de tres centrales y en una defensa tradicional de cuatro ante Osasuna en la ida de Copa demostrando también debilidades. No pareció que el primero de los fichajes veraniegos recomendados personalmente por Jémez esté en condiciones actualmente de disputar la titularidad del lateral derecho, y ante el Málaga dio muestras evidentes de una absoluta falta de confianza que contagió al resto de la zaga mientras estuvo sobre el césped.

Tampoco puede decirse que los centrales, Lombán y Saunier, estuvieran especialmente afortunados en su cometido, con desconexiones burdas de concentración y errores en el posicionamiento y la marca que facilitaron remates francos de los atacantes del Málaga en varias jugadas a balón parado, las cuales no acabaron subiendo al tanteo bien por las fantásticas actuaciones del portero rojiblanco, pleno de reflejos bajo palos, bien por la blandura en el acabado definitivo de las jugadas por parte de los atacantes locales. Y también por la controvertida decisión del trío arbitral en el caso de la jugada en la prolongación que acabó en el fondo de la portería de Ochoa tras remate de Llorente, pero que fue invalidada finalmente por el linier. Sólo Gabriel Silva mantuvo el tipo en la línea zaguera.

El trivote permitió nuevamente ver, en ciertos pasajes del partido y sobre todo durante buena parte del primer periodo, una mejor circulación del balón, sobre todo porque Samper, que completó un buen encuentro, se encuentra cada vez más a gusto repartiendo el balón sin complicaciones y buscando constantemente compañeros para apoyarse. El catalán ha mejorado física y sobre todo mentalmente, y empieza a dar muestras de capacidad de ofrecer soluciones interesantes tanto en la contención como en la construcción del juego. Incluso una picardía suya propició una falta en una situación donde sacó petróleo al borde del área malaguista -pues se encontraba fuertemente presionado por varios contrarios y con nulas posibilidades de pase-, del que partió el lanzamiento de calidad de Alberto Bueno que fue rematado por Kravets y a la postre daría el empate y el punto al Granada.

En La Rosaleda Samper no se vio tan bien y continuamente apoyado por Uche y Pereira como ante el Sevilla. El primero fue de más a menos, comenzando el partido con demostraciones de poderío físico y de aptitud para incorporarse al ataque, para desquiciarse tras sus flagrantes fallos de concentración en el gol de Camacho y en una nueva jugada a balón parado poco después, donde un remate a bocajarro de Mikel Villanueva, al que dejó nuevamente libre de marca, fue replicado con una intervención felina de Ochoa, que se convertiría en el héroe visitante a lo largo del partido. Pereira tuvo algún destello fugaz pero volvió a cuajar una actuación muy discreta, bastante gris. El progresivo declive de Uche fue bien visto por Alcaraz que lo suplió por Bueno retrasando a Pereira. Es cierto que se empató después de dicho cambio, pero el Granada fue mucho menos equipo en cuanto a posicionamiento y presencia a raíz de esta modificación, con un Alberto Bueno que terminó en banda, quizá el lugar menos adecuado para sus características y actual condición física, y a pesar de poner en liza también a Ponce para reforzar teóricamente el ataque. Sólo el abnegado Samper salvó los muebles en un centro del campo cada vez más desdibujado a medida que progresaba el choque, hasta su dilución total a lo largo en el tramo final del segundo periodo del encuentro.

Por delante Kravets volvió a dar otra muestra de ejemplaridad en trabajo y presión, así como de insistencia en la búsqueda del gol, del que estuvo cerca en la primera parte cuando fue incapaz de rematar con acierto una buena penetración de Gabriel Silva -que también parece ir a más en sus incorporaciones ofensivas-, careciendo de suficiente fortuna al inicio del segundo periodo en un testarazo a saque de esquina que se estrelló en la parte lateral de la red milagrosamente para el Málaga. Cuando Bueno templó con calidad la falta cometida sobre Samper, el ucraniano se adelantó con decisión a su marcador para enviar el balón al fondo de las mallas, con la inestimable ayuda de Boyko, su compatriota bajo palos en las filas del Málaga, que estuvo dubitativo en la salida en esta jugada.

Carcela estuvo muy perdido, y cuando el marroquí no se proyecta con tino en ataque lo denota sobremanera la capacidad ofensiva del Granada. Además estuvo blando en exceso en la jugada del gol local, donde Rosales se deshizo de él con suma facilidad y tuvo tiempo más que suficiente para colocar el centro templado donde quiso. Boga mostró en varias acciones su indudable calidad, siendo cazado por Torres al final de la primera parte cuando estaba dispuesto a completar un eslalon magnífico que le dejaba sólo ante el guardameta del Málaga. El francés se apagó en la segunda parte, donde estuvo mucho menos participativo, casi invisible en buena parte de esta fase, aunque ofreció de nuevo una buena asistencia a Artem Kravets dos minutos después del empate, que de haber estado más incisivo el ucraniano podía haber supuesto dar la vuelta al marcador para los rojiblancos.

El partido tuvo dos protagonistas indudables. De un lado, el inefable Álvarez Izquierdo, designado por primera vez este año como árbitro para ambos equipos. Continuó con su contumaz costumbre de asaetear a tarjetas a los granadinistas, de tal manera que prácticamente cada entrada de un defensor del Granada cobrada como falta era acompañada por una amarilla, utilizando una vara de medir muy distinta para ambos equipos. Fueron rigurosas las amarillas mostradas a Tito, Uche y Cuenca -que finalmente sustituyó a Tito-, y se abstuvo de hacerlo en entradas similares o más violentas de algunos jugadores locales como Juan Carlos, Camacho o Torres, mereciendo este último posiblemente su expulsión por doble amonestación. Igualmente permaneció impertérrito ante algunas faltas claras cometidas en penetraciones granadinistas cerca del área local, especialmente en acciones sobre Boga, y no vio nada en un agarrón dentro del área local sobre Kravets iniciada la segunda parte que pareció pena máxima. Su particular espectáculo lo culminó con la controvertida decisión de la anulación del remate de Llorente en el tiempo de añadido, que contaba con este atacante habilitado -aunque un compañero que saltó junto a él en la misa acción y que intentó jugar el esférico sí partía de posición antirreglamentaria-. Esta apreciación, instada por el banderazo de su linier, no debe ocultar las carencias de equidad en las decisiones tomadas que vino demostrando a lo largo del encuentro, donde estuvo casero y con los errores de apreciación ya habituales en sus desempeños.

El otro y más importante si cabe protagonista del encuentro fue 'Memo' Ochoa, que sencillamente estuvo memorable en Málaga. La buena relación entre las dos entidades vecinas, potenciada entre aficiones desde el regreso a Primera del conjunto rojiblanco, ha hecho olvidar viejas rencillas y rivalidades propias de los duelos históricos entre el antiguo Club Deportivo Málaga y el Granada. Jugadores cedidos por el Málaga, antes Recio y ahora Ochoa, han jugado un papel de importancia dentro de la plantilla rojiblanca, y en el club de Martiricos milita ahora un ex-rojiblanco como Juan Carlos, que ha recuperado allí confianza. No se aplicó la denominada “cláusula del miedo” por parte del actual Málaga en relación al portero cedido esta campaña al Granada, y Ochoa redondeó una fantástica actuación que amargó la noche a Mikel Villanueva en dos ocasiones a bocajarro y al propio Juan Carlos en una penetración en que quedó mano a mano ante el mexicano. Más de un seguidor malaguista se acordaría de la dichosa cláusula al terminar el partido. Buena parte de la culpa del empate obtenido por el Granada la tuvo 'Memo', que evitó el distanciamiento definitivo de los locales primero y posteriormente que deshiciesen el empate. El mexicano, como buena parte del equipo, progresa adecuadamente jornada tras jornada. Lucas lo ha recuperado para la causa sacando a relucir sus buenas cualidades, antes enterradas bajo un espeso manto de inseguridades en las primeras jornadas ligueras.

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