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Cómo recogió Alcaraz a los desahuciados

Gabrel Silva.
Gabrel Silva. / EFE
  • El entrenador del Granada tuvo que someter a la plantilla a un hondo proceso de saneamiento para erradicar la debilidad mental, fruto de ciertas medidas duras tomadas por Paco Jémez durante su mandato, que habían enviado al ostracismo a jugadores que ahora son titulares

Desde la debacle en Mendizorroza, tras la que cayó Paco Jémez, y la victoria ante el Sevilla han pasado ocho partidos y se han sumado seis puntos a los dos con los que dejó al equipo. Un encuentro lo dirigió interinamente Lluis Planagumá, del filial, sin suma. El resto, Lucas Alcaraz, que ha tocado muchas teclas desde entonces hasta rearmar una alineación convincente y efectiva. Más allá del diferente estilo está el rescate de siete futbolistas distintos a los que salieron de inicio en Vitoria, en el único triunfo del Alavés en casa. Repitieron cuatro: el portero Ochoa, los centrocampista Andreas Pereira y Mehdi Carcela, más Uche Agbo, acoplado de central en tierras vascas. La mayoría de los que se iluminaron el sábado estaban en el ostracismo por aquel entonces.

Uno de los aspectos que más se le puede recriminar al preparador que inició el curso es su radicalidad a la hora de castigar el error. Los ejemplos son notorios y la mayoría pertenece a la retaguardia. El emblemático fue Gabriel Silva. El brasileño resultó señalado durante el horroroso encuentro en Las Palmas. Los canarios insistieron en atacar por su lado y él anduvo hecho un manojo de nervios, con algunos fallos infantiles. Jémez le sustituyó pasada la media hora, en uno de esas medidas extravagantes de las que ha abusado en su carrera. Desde entonces, el lateral no rascó bola. Alcaraz se topó con un deportista con la moral destruida, al que tuvo que rehabilitar. Su más que interesante actuación en el reciente encuentro demuestra que a veces con tacto se puede obtener mejores frutos que con medidas vehementes.

Algo así le ocurrió a David Lombán, otro de los sacrificados tras el viaje a las islas afortunadas. El ovetense es, junto a Cuenca y Barral, uno de los pocos nacionales que continúa de la campaña pasada. También él llegó a estar en la ‘lista negra’ de Jémez, ampliada durante el mes de agosto, pero no buscó al final la salida, como sí le ocurrió al capitán Fran Rico, tan añorado por el que dirige hoy el vestuario.

De orillado a 'jefe'

Lombán se esfumó de los esquemas desde la pesadilla amarilla, pero Alcaraz lo reclutó enseguida, hasta convertirle en el jefe de su defensa. Lombán ha sido indiscutible y hasta recogió el premio del gol en esta jornada.

A su lado anduvo Saunier, otro cabeza de turco en su día. Jémez le colocó en un amistoso en Córdoba este verano, al día siguiente de llegar. En un estado físico precario, hizo aguas. Su desconocimiento del español fue utilizado como excusa para mantenerle aparcado. Empezó a cundir la sensación de que el galo era el nuevo Musavu King, aquel zaguero venido del país vecino que no llegó a debutar durante el ejercicio anterior. Pero Saunier ha demostrado que tenía más fútbol del que intuía Jémez. Ha logrado sentar a uno de los que hace meses parecía indiscutible, como Gastón Silva.

Foulquier tampoco estuvo en la despedida, si bien en su caso fue por lesión. El siguiente con la cruz encima fue Sergi Samper. Quizás fuera una medida algo más justificada, porque es evidente que el catalán estaba fuera de onda. Al parecer sí era una debilidad para Jémez, pero no le llegó a consolidar. Uche Agbo también le gustaba, pero le sometió a un tormento como central. Fue un desastre durante aquel 3-1. Alcaraz le devolvió al centro del campo, aunque como volante. Con un mejor sentido colectivo de la escuadra, parece que Uche sí puede crecer.

Jeremie Boga permanecía aislado también con un Jémez que le acusó de no defender. El análisis de su sucesor pareció similar, pero lejos de ignorarle, se convenció de que tenía que mostrar su lado más didáctico. Boga empieza a mostrar de lo que es capaz. Algo parecido ha ocurrido con Carcela, más intenso y comprometido. También con Pereira, al que le ha hallado sitio por dentro. Jémez le probó ante el Betis, no lo hizo nada mal, pero después sólo volvió al trampolín en situaciones comprometidas.

Krhin y Bueno tenían cartel de fijos con Jémez, no ahora. El esloveno anda despistado, encima con una inoportuna lesión de rodilla. El delantero se quedó sin minutos frente a los hispalenses, aunque actuó los 90 frente al Osasuna. Sigue su particular puesta a punto. Esa noche, en Mendizorroza, Jémez le retiró en el descanso. De un plumazo. En esto no miraba etiquetas.

En punta, para sorpresa general, entró esa vez Barral. Ni Kravets, en el banquillo, ni Ponce, al que no citó. Hoy este escenario parece impensable. En menos de tres meses, toda una revolución. Y la que está por llegar con el mercado. Ya se agita, aunque la puerta de salida se abrirá para el que dé motivos para no estar, no por un contundente capricho por una aislada mala actuación.

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