Ideal
Granada CF

Granada CF

La extraña pareja

La extraña pareja
  • la plazoleta

  • De caracteres opuestos, Paco Jémez y Javier Torralbo ‘Piru’ están abocados a convivir en el Granada tras un verano de turbulencias entre ambos. Ahora se inicia una etapa de sosiego en los despachos y de focos sobre lo que sucede en el campo. El entrenador reclama paciencia para una plantilla por acoplar y una manera de entender el fútbol que necesita su tiempo

Quien contrata a Paco Jémez sabe lo que va en el lote. Su visión atrevida y radical del fútbol se enlaza con una vehemencia para hablar claro y sin tapujos, al margen de lo políticamente correcto. Jémez prefiere disculparse después, antes que reprimir sus impulsos. Seguramente está convencido de que esa personalidad brava es la que le impide flaquear cuando vienen mal dadas, en la protección de una manera de jugar valiente, difícil de encajar en un modesto, pero que él defiende con la fe del integrista.

De Jémez advierten que da ‘espectáculo’ dentro y fuera del campo. Aquellos que tienen piel fina se van a sobresaltar a menudo con él. No se muerde la lengua y sus conjuntos viajan con frecuencia en la montaña rusa. Habrá faenas memorables, con un estilo para la ovación, y tardes grises, enconadas, de las que la escuadra salga hecha jirones. Quizás para equilibrar a un entrenador tan abrumador y característico, Pere Guardiola –con el que mantenía una gran amistad que fraguó su llegada– le puso al lado a un tipo tranquilo y sereno, que parece que no ha roto un plato en su vida. Javier Torralbo, Piru ya para todos, ha sido su contrapunto en este verano de fatigas, desde la dirección deportiva. Un periodo para volverse loco. Han tenido sus conatos. Han conseguido convivir pese a todo. Las tensiones no han faltado.

Jémez no ha digerido bien el trasiego de los fichajes. Más que por la cantidad –pues él le ha dado el visto bueno a la revolución– por la demora en el cierre de las operaciones. Un gesto de mirada al palco durante el partido ante el Villarreal o su parlamento en Las Palmas son sólo dos muestras públicas de su cabreo. Ha habido otros detalles en el ambiente más íntimo que delataban que le agriaba la espera. Cuando se tiene tanto empuje discutir puede ser algo natural en el ámbito del trabajo, pero a Jémez le falla a veces el freno.

El cordobés venía de un proyecto similar en este aspecto, el del Rayo, que solía quedar desahuciado al final de cada verano. Felipe Miñambres, quien ejercía de director deportivo, maniobraba entonces con presteza apurando fechas. Jémez luego hacía alquimia, con arranques dubitativos y un galope posterior, sobre todo en la segunda vuelta, que catapultaba a su escuadra a esferas poco factibles para el presupuesto más bajo de Primera. Es curioso pero fue el curso pasado, con continuidad de muchos de sus pilares en la plantilla, sin que expiraran sus contratos al concluir la campaña, cuando el Rayo cayó en picado. Encadenó empates, ese signo que tanto detesta. Siguió siendo ese conjunto llamativo por su mimo al balón, pero no le alcanzó para retener su estancia en Primera.

Jémez sonó para la Selección pero viene también de un descenso. Conviene asumir ambas condiciones porque describen una misma realidad. Merece el reconocimiento a su buen gusto y a un trabajo que contagia entusiasmo al aficionado por su lealtad a la pelota, pero jamás debe olvidar que algunos errores también cometería para manchar su expediente. Está claro que no ha dispuesto del mismo tiempo que otros homólogos para acostumbrar a los futbolistas a sus planteamientos. Es evidente que necesita un plazo para ir a algo más que a buscar los resultados de la manera que sea. La entidad ha intentado proveerle de jugadores muy interesantes, que pueden ser algo bisoños, pero a los que se les vislumbra el talento pronto. Jémez tiene el lastre de la tardanza, pero la oportunidad de un proyecto que quiere florecer y crecer. Templada la preocupación, lo importante es que no se traslade a la grada. El buen aficionado seguro que está dispuesto a esperar si merece la pena. Jémez, lo quiera o no, ha de ser ese gran líder. Dentro y fuera.

PEÑARANDA Y SUCCESS

Dos talentos que se marcharon empiezan a mostrar fuera el porqué de su fama de díscolos. Tanto a Isaac Success como a Adalberto Peñaranda les está costando encontrar minutos en el Watford y el Udinese, respectivamente. El nigeriano ya ha protagonizado algún incidente extradeportivo, como la pérdida de su pasaporte en una noche de fiesta. El venezolano, por su parte, está a disgusto en Italia, donde no se ve titular. De hecho, hubo una intentona de su representante para que retornara a Granada antes del cierre del mercado. Pero los nuevos gestores había tomado nota de su prisa por no revalidar su cesión hace unos meses y rechazaron la propuesta. Otra cosa es lo que ocurra en el futuro con este joven internacional. El individualismo es un arma de doble filo. Para todos en el fútbol.