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Granada CF
Paco Jémez, en los vestuarios del estadio de Los Cármenes.
Paco Jémez, en los vestuarios del estadio de Los Cármenes. / GCF

GRANADA CF

El primero en llegar y el último en marcharse

  • Paco Jémez, que no permite distracciones durante los entrenos, impondrá un sistema de trabajo dinámico en el que le gusta involucrarse como uno más

En pocos días el balón volverá a corretear por los campos de césped de la ciudad deportiva del Granada. Han pasado casi dos meses desde que acabó la temporada y ya es hora de comenzar a ver crecer el nuevo proyecto rojiblanco. Este curso, cargado de novedades. Mientras en los despachos una nueva metodología se ha implantado, en el vestuario un jefe distinto toma las riendas. No es algo extraordinario, pues por estas tierras los entrenadores no suelen acabar las temporadas y en cada periodo estival un nombre distinto aparece.

En este caso es Paco Jémez. La apuesta del Granada es en firme porque le han dado tres años para que fragüe su plan granadinista y sobre sus gustos se va a construir la plantilla. De hecho, el entrenador cordobés ya ha hecho llegar su lista negra a la dirección deportiva. Él lo ha explicado públicamente: le gusta involucrarse en la planificación de la plantilla. Normal. Los entrenadores quieren las herramientas que mejor se adapten a su motor. Pero también es consciente de que en parcela de fichajes puede opinar pero no decidir.

Es un tipo involucrado en todo lo que hace. Ya se verá en el día a día, pero en Vallecas ya cuentan que su forma de trabajar evidencia su personalidad. Es el primero en llegar y el último en irse. Muy profesional en todo. Coloca los conos y corre con los jugadores como uno más -físicamente está casi mejor que cuando era jugador-. Eso no significa que deje a un lado a sus ayudantes. Sabe dejarles el espacio que le corresponde tanto a su segundo, Jesús Muñoz, como al preparador físico, Julio Muñoz.

Lo que no parece tan habitual en los últimos años es encontrar a un técnico al que le gusta variar los ejercicios casi a diario. Lo normal, al menos es lo que se ha podido ver en el Granada desde hace mucho tiempo, son entrenadores que repiten el mismo esquema semanalmente, sin apenas espacio para la variación. A veces sus cargas de trabajo han llegado a ser excesivas, explican quienes han seguido la actualidad del Rayo Vallecano en los últimos años, tanto que algunas de las lesiones de los futbolistas franjirrojos han podido estar motivadas por el excesivo ritmo diario.

Lo que tampoco parece que vaya a variar es su forma abierta de trabajar. No le gusta cerrar los entrenamientos, en Vallecas no lo hacía. Allí tampoco tenía demasiadas posibilidades, ya que una simple valla separa el campo de entrenamiento de la calle, como ocurría en la ciudad deportiva de Armilla cuando el Granada entrenaba allí.

Tampoco el Rayo atrae a un número excesivo de curiosos, como puede ocurrir en clubes de mayor calado como Real Madrid o Barcelona, que dinamiten su jornada de trabajo con distracciones para sus jugadores. Algunas veces, cuando entrenaba en el estadio, utilizaba este recurso de esconder sus cartas, pero no era la tónica habitual. Va de cara en todo.

Personalidad muy marcada

Decía el propio Paco Jémez en una entrevista concedida a El Mundo hace tiempo que su carácter se parecía al de su padre, el cantaor flamenco Lucas de Écija. Una persona aparentemente muy fuerte que esconde un trasfondo de lo más sensible con las cosas que de verdad le llegan. Reconoce que se ha tenido que salir alguna vez del vestuario para llorar.

Desde luego de lo que nadie le puede acusar es de que no vaya de frente. En un mundo como este del fútbol en el que todos se tapan la boca para hablar, a Jémez se le olvidan las cámaras cuando ve algo que no le gusta y se deja llevar por su instinto. Todo el mundo recuerda su enfrentamiento en el banquillo con Lass, que jugó media temporada en Granada, tras el enfado manifiesto del guineano al ser sustituido. Su perfil autoritario, dicen, a veces ha conseguido coartar a los que le rodean. A todo el mundo no le puede caer bien, desde luego, pero el entrenador del Granada se enorgullece de su poder de persuasión. «En el cuerpo a cuerpo soy capaz de transmitir, de convencer, de ganarme a las personas», aseguraba el cordobés -aunque nacido en Gran Canaria-.

No admite caprichos

Lo que ha dejado claro a lo largo de estos años de carrera en los banquillos es que no le gustan los caprichos de los jugadores. En diciembre de 2014 Jémez decidió apartar un mes al portero Toño, también con pasado rojiblanco, tras 'pillarlo' utilizando el móvil durante un entrenamiento. El guardameta alicantino argumentó que necesitaba saber el estado de salud de su hijo, enfermo, pero no consiguió ablandar a su entonces entrenador.

Habrá que ver cómo se fragua la relación del técnico con el vestuario granadinista, porque este club cuenta con un amplio historial de futbolistas caprichosos, por llamarlos de alguna manera, que han protagonizado episodios de indisciplina. Success fue el más sonado hace pocos meses, pero no fue el único. El nigeriano ya no está, aunque a buen seguro llegarán otros que pondrán a prueba la paciencia de un jefe de escuadrón poco dado a las salidas de tono. Avisados quedan todos.