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El esperado momento de Kevin Gameiro

El esperado momento de Kevin Gameiro
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  • El francés se ha asentado este curso por fin como la referencia ofensiva de un equipo del máximo nivel

Cualquiera pensaría que Kevin Gameiro (Senlis, Francia, 1987) ha pasado en el fútbol por más frustraciones que alegrías. No ser capaz de triunfar en el equipo de su corazón –el PSG-, estar a la sombra de Bacca durante dos años en el Sevilla o ser sistemáticamente ignorado por el seleccionador francés durante prácticamente toda su carrera. No obstante, el francés es una persona tranquila que sabe que siempre tendrá otra oportunidad, que llegará su momento. Llegó este curso y Gameiro la está rompiendo en la que es probablemente la mejor temporada de su vida.

El menudo atacante nació en Senlis, un barrio del extrarradio parisino repleto de inmigrantes, entre ellos su propia familia, de origen portugués por su abuelo. El padre, Dominique Gameiro, fue futbolista del Chantilly, un legado retomado por Kevin en su infancia previo paso por las categorías inferiores del ES Marly-la-Ville, donde comenzó a jugar con ocho años. Poco tiempo le dejaron defender el mismo escudo que su padre: con quince años deslumbró a Jacky Duguépéroux, ojeador del RC Strasbourg durante un campeonato regional en Picardie.

No amedrentaron a Duguépéroux los escasos centímetros de aquel adolescente. Una estatura que sí le impidió participar en el equipo francés que en 2004 los Ben Arfa, Nasri y Benzema auparon como campeón de Europa con diecisiete años. Gameiro se tomaría la venganza tres años más tarde en el célebre y tradicional torneo de Toulon: devoró el protagonismo que les parecía reservado logrando ser campeón, mejor jugador y máximo goleador con un hat-trick en la final ante China.

Tras cuatros años fogueándose en la cantera de su club, Gameiro tendría la oportunidad de debutar en Ligue 1 en 2005 nada más y nada menos que en el Parque de los Príncipes, el templo del PSG, el club que Gameiro amó desde pequeño. Su impacto fue sensacional, destacando por técnica, movilidad y gol; dos tantos suyos de cabeza, irónicamente, eliminaron al Estrella Roja de la antigua UEFA. Llegó pero no besó el santo. A finales de febrero del 2006, una terrorífica entrada de Blaise Kovassi en Troyes pasaron factura al cruzado de su rodilla derecha. Seis meses de baja que dieron con los huesos de su equipo directamente al descenso. Tal fue el golpe.

A la vuelta lo esperaba Papin en su primera experiencia como entrenador. En Ligue 2 pudo jugar 16 partidos ayudando con tres goles a la vuelta de los suyos a la máxima categoría. Fulan reemplazó a Papin y este prefirió a Rentería antes que a Gameiro. El equipo se hundió y el francés buscó un nuevo destino en el Lorient, que abonó tres millones de euros con el beneplácito del jugador, que veía ese destino más interesante que Marsella.

No tardó en hacerse indiscutible para Christian Gourcuff en un esquema con dos delanteros que potenciaron su incontrolable movilidad. En tres temporadas fue dos veces máximo goleador del campeonato conquistando la vitola de máximo goleador de la historia del club con cincuenta goles. Queiroz, interesado por su ascendencia portuguesa, provocó que la federación francesa moviera ficha: fue bleu, fugaz pero lo fue. Y en verano de 2011, tras plantar al Valencia, firmó por el PSG.

Gameiro cumplía un sueño con la ambición de ser el goleador de referencia en su campeonato y en su selección. Pero el desembarco del jeque Nasser Al-Khelaïfi lo aplastó. Las exigencias pronto fueron otras y pasó de asociarse con Hoarau a hacerlo con Ibrahimovic y Lavezzi. Pese a aportar una decena de goles por temporada, Gameiro no daba la talla y sus lagunas brillaban más que sus virtudes, limitado al balón en profundidad. Su respuesta fue el exilio.

Sevilla y la sombra de Bacca

Pese al coqueteo con el Valencia que plantó, propio del resentimiento tras un fatal desenlace, Monchi logró convencerlo para arribar al Sánchez Pizjuán. Lo hacía para suplir a Negredo junto a Bacca, y el caché del francés era muy superior al del colombiano. Las lesiones le hicieron partir en una desventaja que jamás recuperaría pese a los diez millones que costó. Durante dos campañas, Gameiro se acostumbró a vivir a la sombra del extraordinario Bacca sin por ello dejar de estar presente en los momentos más brillantes e importantes de su equipo, siendo clave en las dos Europa League consecutivas con una media goleadora abrumadora.

El Milán se llevó al colombiano y el Sevilla se protegió con Immobile y Llorente como si siguiera sin fiarse del francés, que se apropió del ‘9’ convencido de lo que iba a hacer. Es su campaña más goleadora y constante, sin lesiones, sin bajones. Ha encontrado a un equipo que explota sus virtudes dejando en anecdóticas sus lagunas. Y ahora los rumores apuntan a que Gameiro ha aceptado ser el comodín de la MSN del FC Barcelona.