Ideal
Granada CF

la contracrónica

Aún faltan más milagros

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Los rojiblancos celebran uno de los goles. / Ramón L. Pérez

  • Los canarios dieron una lección táctica y de fútbol a los granadinistas durante buena parte del partido. Un auténtico baño por momentos

Milagrosa victoria del Granada ante la Unión Deportiva Las Palmas que permite al cuadro rojiblanco sumar 36 puntos y dejar a Rayo y Sporting a un punto por detrás. Una exigua ventaja que se antoja insuficiente para las dos últimas jornadas que aún quedan, lo que obligará sin más remedio, vistos los cruces entre equipos que aún faltan por disputar, a volver a vencer al menos una vez si se pretende continuar en la élite.

Los canarios dieron una lección táctica y de fútbol a los granadinistas durante buena parte del partido. Un auténtico baño por momentos. Demostraron ser un equipo que sabe a lo que juega y que practica un fútbol de calidad en la creación, aunque sus lagunas defensivas también fueron evidentes y a la postre le costaron el partido. El Las Palmas fue mejor que el Granada en casi todo, superando una y otras vez con un fútbol de toque pero que buscaba la profundidad a un mal posicionado equipo local, patético en su línea defensiva, sobre todo en la primera parte, y con dos pivotes en el centro del campo, Rubén Pérez y Doucouré, que naufragaron casi toda la noche.

Los primeros minutos fueron un aquelarre del sistema de contención del Granada. La principal razón que había llevado a la destitución de Sandoval y la llegada de González, la fragilidad de la zona trasera del equipo, volvió a aparecer en el peor momento, en un partido decisivo para mantener las esperanzas de salvación. Viera anduvo por el campo de juego con una comodidad pasmosa, dando una lección de control y manejo del juego, a sus anchas ante la falta de presión de los locales.

Un mal control de Doucouré –que cuajó su peor actuación con la camiseta rojiblanca-, en el minuto tres de partido propició un contragolpe de los canarios que culminó Viera con un excelente tiro a la escuadra ante el que Andrés permaneció impertérrito viendo el balón acariciar la red en su perfecta trayectoria. Ocho minutos después una cómoda y trenzada jugada de ataque visitante fue culminada con un pase en globo de Roque Mesa a un Viera absolutamente solo que, en semifallo, colocó el esférico lejos del alcance del portero granadinista. Lombán actuó de mero espectador en esta jugada. Dos tantos que reflejaban una superioridad pasmosa de los visitantes cuando aún no se había llegado a un tercio del primer acto del partido.

La reacción del Granada vino más por el pundonor que por la elaboración de fútbol. Rochina se olvidó de rigideces posicionales que lo relegan y anulan en una banda y progresó en diagonal buscando zona de remate hasta penetrar en el área canaria y cruzar magníficamente para acortar distancias. Fue la jugada clave del partido y surgió de un jugador que, con la calidad que atesora, se escapaba de su originario posicionamiento para buscarse la vida por su cuenta –González se quejaba en rueda de prensa de las pérdidas de posicionamiento del levantino en su afán por echarse a las espaldas el equipo; pero sin una de ellas, la que propició el primer gol rojiblanco, nada hubiera sido posible-. El gol de Rochina se producía sólo dos minutos después del segundo mazazo de Viera y enchufó al equipo en el partido.

Pero el Granada seguía jugando en el alambre. Otra desatención defensiva, esta vez de Costa, regalaba una gran oportunidad a Araujo, que afortunadamente cruzó en exceso el esférico. Poco después, una nueva pésima acción defensiva en el despeje de Biraghi propició un remate a bocajarro canario que repelido por Andrés fue enviado de cabeza al larguero por Araujo. Los locales jugaban con fuego, pero aún así, la buena estrella de su goleador El Arabi iba a aparecer al remachar un córner cabeceado hacia atrás por Doucouré. Al fin un gol a balón parado, y no iba a ser el último de la noche. El empate era lo mejor que le había pasado al Granada, vista su inferioridad como equipo en este primer periodo, y con las tablas en el marcador se llegó al descanso, tras varias situaciones de zozobra cada vez que Viera y sus huestes se acercaban al área rojiblanca, en especial en una mala salida de Andrés que permitió el remate raso de Araujo, salvando Costa cuando el balón encaraba las mallas.

En la segunda parte el Granada trató de contrarrestar a base de un poco más de orden el mejor juego canario. Aún así Araújo tuvo en sus botas el tercero para los visitantes tras nuevo gran pase de Viera, que cuajó una actuación excepcional. Esta vez la salida de Andrés evitó la tragedia, despejando finalmente la pelota Birgahi. Ahí se acabarían las ocasiones visitantes, aunque no el pánico de la grada cada vez que los amarillos se acercaban a las inmediaciones del área local.

El Granada no llegaba con tanta facilidad como en la primera parte a las inmediaciones de Lizoain. Aún así una buena asistencia de Cuenca fue despejada hacia su portería por un defensa del Las Palmas ante la presión de El Arabi estando a punto de suponer el tercer tanto local; el palo y Lizoain en la línea lo evitaron en última instancia. Los intentos de Rochina y El Arabi, que se habían echado junto a Costa al equipo a cuestas y parecían los únicos lúcidos de los granadinistas, no parecían llevar suficiente peligro para obrar la remontada. Sin embargo en una de las múltiples porfías del marroquí –el mejor junto al levantino del Granada, y ya van varios encuentros en que a los goles suma buenos controles, aperturas interesantes y una brega incansable para recuperar balones-, se produjo un nuevo córner, que bien lanzado por Rochina fue cabeceado con el alma por el central portugués, que conseguía un gol tan importante como aquéllos otros que en Valencia y Oporto contribuyeron en su momento a la obtención de títulos.

De ahí al final la agonía continuó, a pesar de que la contención rojiblanca mejoró con la salida de Fran Rico por un cansado Rochina, en una apuesta arriesgada del banquillo local para el caso de que los canarios hubiesen vuelto a igualar el marcador. Discurrieron los minutos finales sin grandes ocasiones para los visitantes, y con una clarísima para el Granada en las botas de Doucouré que falló lo imposible tras un gran servicio de El Arabi, en una brillante penetración de éste que otorgó a su compañero un perfecto pase de la muerte.

A la postre, y ante un equipo mejor en su juego, el Granada obró el milagro de la remontada. Lo que en muchos otros partidos fue pérdida de puntos injusta en función de los méritos futbolísticos acumulados, se tornó en una victoria imprescindible para continuar en la brega por la permanencia. Harán falta esfuerzos ímprobos para conseguirla ante la entidad de los rivales que se avecinan. Ojalá el cambio de signo de la fortuna habido ante la Unión Deportiva Las Palmas sea una señal para lo que le queda al equipo en las dos últimas jornadas de campeonato. Hará falta que tanto la lucidez desde el banquillo como el hacer de los jugadores mejoren también. Lo de luchar para ganar y el sufrimiento de la afición vienen de serie con el club.