Ideal
Granada CF

contracrónica

Frustrante

fotogalería

El Arabi se lamenta de una ocasión perdida / ALFREDO AGUILAR

  • Las sensaciones transmitidas ante el Málaga empeoraron aún más los ya negros augurios vaticinados tras los envites ante Espanyol y Rayo

La trascendencia del partido disputado ante el Málaga era conocida por todos, aunque la actitud del equipo rojiblanco no pareció dar muestras de ello a lo largo del encuentro. Se jugaba el Granada mucho, sabedor de la necesidad de sumar de tres en tres en los encuentros de casa, pero no fue capaz el equipo local en ningún momento de mostrarse superior a su rival, que vino a competir con dignidad, pero sin excesos de tensión, una vez que su posición en la tabla ya es desahogada y está lejos también de aspiraciones europeas.

Se anunció antes del inicio de partido una variación en el dibujo táctico del Granada de José González, que apostaba por un posicionamiento 1-4-2-3-1, con Rochina en la media punta, Success en banda ofensiva derecha y Cuenca en la de la izquierda, manteniendo a El Arabi en punta. Rubén Pérez y Docucouré quedaron en la posición de pivotes, más ofensivo el francés.

Lo normal es que el equipo que se juega la vida salga intenso. Pero en Los Cármenes sucedió al revés, y fue el Málaga el que tuvo de las dos primeras ocasiones recién iniciado el choque. Un remate de Camacho a centro de falta ejecutado por Recio fue respondido con una buena intervención de Andrés Fernández, que volvería a lucirse muy poco después ante un remate de Cop a centro desde la izquierda del ataque visitante. Podía haberse adelantado el equipo malacitano en cualquiera de ambas ocasiones, y los locales demostraron una pájara que no le abandonaría en casi todo el partido.

Tras los primeros minutos de absoluta zozobra rojiblanca, la contienda se equilibró en posesión de esférico, aunque escasearon las ocasiones de cara a portería: un disparo mordido de El Arabi desde fuera del área salió cerca del poste de Ochoa; una penetración por banda izquierda del Málaga, que sacó los colores a Lópes y Babin, fue acabada con un pase de la muerte no culminado por Cop, obstaculizado por Doucouré; un pase a las espaldas de la defensa visitante de Rochina fue salvado de cabeza por Ochoa ante Success; una penetración por banda de Lópes con centro hacia atrás fue rematada por Doucouré y despejada en última instancia por un defensor; y la más clara ocasión, propiciada por un excelente pase de Rochina hacia un Success hábil en el desmarque pero ineficaz ante el marco contrario, que cruzó en exceso la pelota con todo a su favor.

El empate al descanso mostraba el equilibrio de fuerzas, aunque el Málaga había tenido más ocasiones claras que el Granada y mostrado una mayor fluidez de juego, sobre todo en los primeros compases del partido, que le hacía acreedor a haber tomado ventaja en el marcador.

La reanudación presentó a un equipo visitante más contemplativo frente a uno local torpe, desactivado y con escasa capacidad para crear fútbol. Fueron escasas las posibilidades de abrir el marcador: una del Málaga, con disparo final del Chory Castro, tras control con el pecho, que salió desviado, cuando se encontraba en buena posición dentro del área; la más clara del partido, tras un magnífico pase en profundidad de El Arabi a Success, que nuevamente se quedó con su desmarque y potencia solo ante Ochoa, y que marró en su intento de driblar al portero ante la desesperación de la parroquia local y de algunos de sus compañeros, abatidos en el suelo tras el fallo de Isaacc; y una última, en una buena penetración del joven nigeriano hasta la línea de fondo, casi en su única intervención brillante del partido, que no encontró rematador.

Lo más frustrante fue la sensación de impotencia transmitida, de incapacidad de generar ideas que permitiesen crear ocasiones de gol, de equipo plano, atascado, desesperado por sus limitaciones, sin alma. Y frustrante fue también observar la desconfianza del equipo granadinista en sus propias posibilidades, empezando desde el banquillo, donde la falta de convicción sobre el nuevo esquema empleado de partida quedó patente cuando, mediada la segunda parte, Cuenca fue sustituido por Barral para retomar el posicionamiento 1-4-4-2 empleado habitualmente por la escuadra de González.

Los efectos de tal decisión fueron nefastos: Rochina se escoró a una banda, y siendo el único clarividente en la conducción del juego y en el último pase, se desactivó, incluso llegando a causar problemas por pérdidas de balón en zonas más cercana a las líneas defensivas del Granada, y teniendo que ser sustituido por Rober cuando sus fuerzas mermaron en el último cuarto de hora de partido; de otro lado, nada convincente fue la apuesta hecha para los dos puntas en el tramo final del encuentro, pues si lo que se quería era desatascar el partido con desplazamientos largos y profundos, la presencia Barral no parece el recurso más adecuado a emplear, y casi todo el mundo echó de menos la zancada de Peñaranda.

Es cierto que mientras que Rochina ocupó la media punta tampoco el Granada mostró un juego convincente, ni continuidad en la combinación, exigible a un equipo de Primera. Pero el cambio desactivó aún más el juego del equipo, y el encuentro transitó hacia una fase donde el Málaga volvió a sentirse más cómodo, debiendo señalarse no obstante que si Success hubiese estado mínimamente acertado en el mano a mano ante Ochoa, el triunfo definitivo habría caído posiblemente del lado local.

Al Granada los equilibrios de repliegue y contención creados desde la llegada de González a su banquillo le alcanzan para competir, encajar menos goles y puntuar, habiendo sólo dejado de hacer esto último en su visita al Benito Villamarín, pero sólo acumulando empates, cuatro ya consecutivos, con tres partidos en casa, que son un bagaje escaso para obtener la permanencia.

Continuarán las cábalas, pronósticos y cálculos sobre la puntuación que se exigirá para salvar la categoría, aunque para ello será seguro que hay que ganar partidos para puntuar de tres, y las sensaciones transmitidas ante el Málaga empeoraron aún más los ya negros augurios vaticinados tras los envites ante Espanyol y Rayo. Se dependerá, una vez más, de los resultados de los rivales que se encuentran en zona de descenso, y posiblemente, de un resultado sorprendente, casi milagroso, ante rivales donde la lógica apunta a la derrota, tales como en las visitas a Atlético, Celta o Sevilla, o en la recepción del Barcelona. Todo ello contando que el equipo tenga capacidad para sacar adelante sus duelos en casa ante los otros dos rivales a recibir en Los Cármenes, sobre el papel en principio más asequibles, Levante y Las Palmas.