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La brújula de Beñat entre leones

La brújula de Beñat entre leones
/ EFE
  • El talentoso centrocampista encuentra su lugar en el Athletic al desprenderse de la responsabilidad de la mediapunta

Como muchos jóvenes vascos entusiastas del deporte, Beñat Etxebarria (Vizcaya, 1987) tuvo que elegir en su adolescencia entre ser futbolista o pelotari. Entre el balón o la pelota. Beñat terminó optando por jugar con los pies, con aquella amiga que hizo en su infancia cuando no encontraba otra compañía mejor al carecer de hermanos. Sus comienzos en el CD Arratia no pasaron desapercibidos para el prestigioso equipo de ojeadores del Athletic, que lo reclutó en la categoría alevín. Ahí vio más cerca que nunca su sueño de jugar en San Mamés. Un sueño que se complicó más de la cuenta.

No le faltó celebridad a su nombre entre el círculo más íntimo del Athletic. De ahí que fuera internacional sub-15 y que, en un encuentro en categoría cadete que terminaría recordando en El País, Cesc Fábregas le augurara un futuro en Primera. El centrocampista tenía las dotes de mando y una exigencia absoluta de protagonismo. Una virtud que se convirtió en defecto para alguien que lo entrenaría posteriormente, Mané: el de perder continuamente la posición.

Previo paso por el Baskonia en Tercera, Beñat disfrutaría de sus primeros minutos en Primera, seis concretamente, de la mano de Félix Sarriugarte en octubre de 2006 en un hecho casi simbólico. Fue en el Sadar. Aquella temporada fue complicada y a Sarriugarte lo terminaría supliendo Mané, que no contó con él como tampoco lo hizo Joaquín Caparrós la temporada siguiente. De nada le valió la vitola de gran promesa. Sus principales pecados apuntaban a ser un físico pobre y una cierta dificultad para mantener la línea.

La vuelta al filial supuso un golpe anímico importante en un jugador que ya comparaban con Xabi Alonso por su desplazamiento de balón y que también aunaba una gran visión de juego. En el verano de 2008 recogió sus cosas y se marchó cedido un año al Conquense de Segunda B. Le acompañaría Gaizka Toquero. Todo parecía indicar que sería Beñat el primero en volver; y así es el fútbol que el primero en regresar y ser importante fue el delantero, de evidentes carencias técnicas pero con un alma incontenible.

Aquel año, Miguel Valenzuela contempló un partido del Conquense en Granada y quedó prendado del vasco. Valenzuela acudía al encuentro en condición de ojeador del Betis para espiar a Allan Nyom, pero no fue el lateral el que llenó su libreta de apuntes. Beñat fichaba libre por el segundo equipo del Betis para la 2009/10 y en el sur se hizo futbolista. No tardó Pepe Mel en echarle el ojo y al año siguiente sería de los jugadores clave en el retorno de los béticos a Primera. Ayudó en su adaptación la convivencia con su compañero de equipo Cañas. Beñat se destacaba como un centrocampista con recorrido, de buena salida de balón y con un gran disparo además de un infravalorado esfuerzo defensivo.

Su llegada a Primera, esta vez con todas las de ley, provocó que se rumorease con el interés de Athletic y Real Sociedad sin que ello le hiciera olvidar a Beñat quién lo había devuelto a primera plana. Su tándem con Iriney convencía y en la primera vez que pisaba San Mamés lo asaltó con un golazo de falta. Un gol que no celebró.

El oficio que Beñat aprendió en Segunda tuvo su reflejo con una gran primera temporada que lo llevaría a ser preseleccionado por Del Bosque para la Eurocopa de 2012 en una lista sin jugadores del FC Barcelona, Athletic o Chelsea. No llegaría a disputarla. Beñat seguía sonando con fuerza para el Athletic pero Bielsa aseguró no necesitarlo cuando el Betis exigió diez millones por él. No obstante, algo en él quería volver. Y no lo disimulaba.

Entre lágrimas, Beñat se despidió del beticismo en junio de 2013 al pagar el Athletic algo más de ocho millones por él. Llegaba a un equipo entrenado por Valverde con la ilusión de entenderse con Ander Herrera. Lo hacía motivado por sus padres. Su indiscutible titularidad inicial se fue quebrando por la irregularidad, e Iturraspe y Mikel Rico le fueron comiendo terreno hasta diluirlo. El Athletic que volvió a Champions tuvo en Beñat a una sombra. Un solo partido completo en toda la segunda vuelta lo dice todo. Beñat no encontraba su sitio.

La dura travesía hasta encontrar un lugar

La salida de Herrera hacia los red devils de Manchester lo colocaron inmediatamente en el desfiladero de la mediapunta, y Beñat nunca aprendió a rendir ahí. Sencillamente, sus condiciones no encajan en una posición que exige, en ese equipo, dinamismo y verticalidad. Lo suyo era otra cosa, y no fue hasta el fichaje de Raúl García que esa otra cosa se vio plasmada sobre el césped.

Con sus responsabilidades transferidas de la línea de mediapuntas a la sala de máquinas, Beñat se ha convertido en el motor y lanzador de su equipo. Es una auténtica brújula que iguala el ritmo y nivel físico de sus compañeros. Ahora no solo es el jugador que se fichó del Betis, sino que es mejor. Ha cumplido cien partidos con el Athletic como un jugador fundamental, al fin. Es la pausa entre arreones, la dirección y el orden entre bestias. El que recuerda a los leones dónde está el norte.