Ideal
Granada CF

granada cf

La caída de Rober

La caída de Rober
  • El valenciano atraviesa un preocupante momento de desidia que contrasta con su gran pretemporada

Corrían sudores de agosto y aunque avisaba, el Granada de Sandoval se mantenía como un proyecto ilusionante. La propuesta era atractiva; para terminar de efectuarla, había que hacerla viable. En el esquema inicial, formado por tres delanteros con la verticalidad como premisa, brillaba un valenciano de 22 años que ya había apuntado maneras el curso anterior: Rober Ibáñez.

Repetía Granada como cesión tras ser partícipe de la permanencia con una cuota sustancial de responsabilidad. Dejó patente su rapidez y, especialmente, una productividad elevada para unas acciones, las suyas, que no tenían una brillantez ni una precisión excesivas. En su registro de la campaña figuran cinco goles, una cifra a tener en cuenta para los doce partidos que disputó. El pipiolo que debutaba en Primera alumbraba así un futuro que todos quisieron en Los Cármenes.

Rober arrancó la pretemporada de la presente temporada como un tiro. Era de los futbolistas más en forma de la plantilla y su cambio de ritmo marcaba diferencias en cada partido preparatorio. Con respecto a sus primeros seis meses como rojiblanco, Rober mostraba una conducción bastante más afinada y elegante. Su único lunar, el que lo sigue siendo, era la definición. La confianza adquirida que parecía traducida en una mayor finura con el balón en los pies aguardaba en transformarse también en tranquilidad ante el arco.

Como fuere, el extremo destacaba como una de las caras protagonistas del equipo de Sandoval en su estreno ante el Eibar en Los Cármenes. Todo apuntaba a una jornada feliz, pero la realidad cayó como una jauría de rayos sobre el verde y prendió fuego a una idea de juego utópica. De aquel despropósito quedaron especialmente señalados dos futbolistas: Foulquier y Piti. El que nadie esperaba que quedase marcado era Rober Ibáñez, que se cayó del once que vencería la siguiente jornada en Getafe.

Como él mismo reconocería en rueda de prensa, no disputar ni un solo minuto en el Coliseum Alfonso Pérez le sentó como un jarro de agua fría, por morderse la lengua. No cabía en su cabeza; había sido de lo mejor del verano a rayas rojas y blancas horizontales. Rober cayó en una depresión de la que dos meses más tarde no ha conseguido salir. Empero, habría que precisar que esta depresión ha terminado por transformarse en desidia.

Oportunidades perdidas

Porque oportunidades no le han faltado. En él confiaría Sandoval para remontar ante el Villarreal una semana después de no jugar en Getafe. Su aportación fue nula, perdido en acciones individuales sin cabeza y sin éxito. El de Humanes haría dos grandes esfuerzos por recuperarlo para la causa otorgándole la titularidad ante el Deportivo en Granada y en Vallecas la pasada jornada. Dos oportunidades perdidas que preocupan cuando hablamos de uno de los principales activos en lo referente a la parcela ofensiva cuando se confeccionó la plantilla.

De alguna forma u otra, Rober Ibáñez refleja la realidad del actual Granada de Sandoval. Un equipo que desprendía ilusión en sus formas pero venido abajo cuando le ha tocado competir. Se esperaba más; de Rober, y del equipo. También de otros como Dória, que sigue liderando a la Brasil preolímpica sin imponerse como titular en el Granada, un equipo en el que debiera ir sobrado. En juego están muchas cosas, aunque aún estamos en noviembre. La de puestos a escalar deberían ser motivación suficiente para salir de la apatía.