Ideal
Granada CF

la contracrónica

Sin rumbo

Sin rumbo
  • Conseguir un punto de doce y ofrecer en las cuatro disputas como local una imagen más cercana a la catástrofe que a cualquier señal ilusionante empieza a ser muy preocupante

El Granada continúa desnortado en casa. Camina como alma en pena ante su público, preso de la indefinición y los nervios, carente de personalidad, absolutamente sin rumbo. Conseguir un punto de doce y ofrecer en las cuatro disputas como local una imagen más cercana a la catástrofe que a cualquier señal ilusionante empieza a ser muy preocupante. Ni con un sistema con tres centrocampistas claros, ni con dos y un media punta adelantado, el equipo se ve sólido en la zona donde se decide el mando de los encuentros. Lo de las bandas empieza a ser un problema grave: ante el Deportivo los tres hombres empleados en ellas, Robert, Rochina y Success –sin considerar a Nico López que sólo actuó unos pocos minutos en el tramo final-, dieron un recital de mal hacer, pleno de falta de aptitud y actitud, lejos de lo que puede esperarse de estas tres piezas.

Ante el Deportivo de La Coruña se repitieron los males vistos ante Éibar, Villarreal y Real Sociedad. Sólo la falta de convicción de los gallegos para cerrar el partido, y su impericia para subir al marcador un segundo gol en alguna ocasión franca –como la producida en el arranque de la segunda parte, prácticamente a puerta vacía-, impidieron que los tres puntos viajasen a la vera de la Torre de Hércules. El Dépor perdió dos puntos en Granada, lo que permitió que los locales estrenasen de manera pírrica su puntuación en casa.

La primera parte de los de Sandoval fue un puro esperpento, donde pocos de los actores locales, incluido el inquilino del banquillo, se pueden salvar. Un portero inseguro en sus salidas –casi regala el primer gol a los gallegos en dos abandonos de su portería, a cual peor, donde despejó la pelota dando opciones nítidas al rival-, una defensa nerviosa y descolocada, sin ayuda de los del centro del campo en los repliegues, una línea de contención incapaz, la de creación inexistente, y una delantera que ni estaba ni se la esperaba, dibujaron un patético panorama de un equipo a años luz de poder identificarse como una escuadra de Primera. El gol encajado fue un calco de la acción del primero en contra ante el Éibar en la inauguración de la temporada. Fajr tuvo tiempo de controlar un centro desde la banda, acomodarse sin oposición y soltar un buen disparo para batir a un Andrés que tampoco pareció enterarse de lo que ocurría.

Tras el mazazo del gol, ni atisbo de reacción en el equipo local, que vivió este periodo prácticamente encerrado en su propio campo, lejos de la presión adelantada que se anunció en algunos partidos, sobre todo en los disputados a domicilio, y aún más de poder llevar el mando del encuentro, donde algunos llamados a ser pesos pesados en dicha tarea naufragaron una vez más estrepitosamente. Fran Rico es una sombra de aquel jugador que intentaba desplazar con sentido y criterio la pelota abriendo espacios que vimos hace ya muchos, demasiados, partidos. Rochina sigue vagando como alma en pena partido tras partido, enredado en un fútbol individualista y carente de profundidad, sin definición alguna ni sentido del juego colectivo. Márquez estuvo desdibujado y Khrin preso de un nerviosismo atroz que le llevaba a cometer fallos de principiante que bien pudieron acabar en el segundo gol a favor del Dépor en las postrimerías de la primera parte. Lo de Robert fue una exhibición de malos controles, malas decisiones y falta de actitud y solidaridad con el equipo, confirmando que es otro de la plantilla que está muy lejos del rendimiento mínimo que se esperaba de él. El Arabi le ponía interés, como siempre, y volvía a cometer fallos desesperantes en pases y controles, como siempre, aunque bien es cierto que en esta primera parte poco pudo ejercer de delantero centro pues no le llegó un balón claro para ello.

El público, paciente donde los haya, recriminó con una pitada generalizada la retirada de los suyos a vestuarios. El espectáculo había sido bochornoso y llovía sobre mojado. Sandoval decidió cambios para reactivar el equipo, supliendo a los desastrosos Fran Rico y Rochina por Piti y Success. El catalán actuaría de revulsivo, el nigeriano se unió a la fiesta de despropósitos del compañero al que reemplazó, alejándose de las buenas sensaciones dejadas en sus comparecencias anteriores.

Como se ha dicho, el Dépor pudo apuntillar al Granada, pero no lo hizo y su falta de tino la pagaría cara. Una genialidad de Piti intentando un gol desde más de veinte metros de la portería con un gran lanzamiento bombeado que repelió el poste con el portero rival superado, activó a los locales. Tras una ocasión con remate franco de El Arabi que éste resolvió estrepitosamente mal, la insistencia del Granada encontraría al igualar el resultado tras un ataque embarullado por banda izquierda, donde tras varios rechaces y descolocaciones de la defensa rival –que tampoco dio grandes muestras de solidez por sus laterales las pocas veces que fue exigida-, permitió a Robert conectar un buen pase hacia atrás que fue rematado con calidad por Piti al fondo de las mallas.

Tras el empate hubo unos minutos en que pareció que el Granada se decidía a ir por el partido. Pero fue un espejismo. El equipo volvió a mostrarse romo y roto, sin ideas, y sólo las acciones a balón parado parecían que podían decantar el resultado a su favor. El Dépor trenzaba mejor el fútbol, pero tampoco era ya capaz de generar grandes peligros, ni siquiera de aprovechar las limitaciones de un lesionado Lopes por la banda de éste para inclinar la balanza a su favor. El partido terminó en tablas con la sensación que el Granada había rescatado con muy poco un punto y que los coruñeses habían perdido una oportunidad de quebrar el signo de la historia y de vencer en Granada después de más de cuarenta años.

Muy preocupante el actual Granada. Lejos de asentar un modelo de juego, las actuaciones en casa están suponiendo pasos atrás en las buenas sensaciones dejadas en los desplazamientos. Las explicaciones de la necesidad de acoplamiento de los nuevos jugadores traídos en el mercado de verano empiezan a sonar a malas excusas, pues muchos equipos se han renovado en el periodo estival y no presentan las indefiniciones del rojiblanco. Ni la contención está asentada, donde sólo Lombán está dando muestras de equilibrio y compromiso, ni el centro del campo parece en muchas ocasiones saber a qué jugar, ni se contemplan mecanismos de desmarques, rupturas, juego combinativo de paredes, entre otros, en la creación ofensiva. Tampoco las jugadas a balón parado son un dechado de virtudes. Demasiadas deficiencias cuando ya se llevan siete jornadas. La apuesta por el buen fútbol no puede ser sólo un mensaje ante la prensa o un dibujo en una pizarra, sino una plasmación que se asiente sobre el terreno de juego a base de creer en un modelo que se pule partido tras partido. De eso, en los cuatro partidos de casa, aún no se ha visto nada. Si todo sigue como hasta ahora estamos desgraciadamente ante una prolongación de las nefastas sensaciones de la temporada pasada. Y la paciencia a algunos se les ha agotado, y a muchos les empieza a fallar.