Cuando David Lombán (1987) comenzó a jugar al fútbol sala en el equipo de su pueblo, Salinas, a escasos kilómetros de Avilés, no imaginaba que su carrera deportiva le llevaría a recorrer cada rincón de este país. Tenía seis años. Cuatro después un ojeador del Oviedo lo vio jugar y se lo llevó de la mano a la cantera carbayona. Allí se formaría en una filosofía de fútbol que ha marcado su estilo como central de envergadura al que no le quema la pelota para iniciar el juego del equipo desde atrás. Humilde como persona y como futbolista, David Lombán reconoce que le gusta vivir en el centro de las ciudades e impregnarse de su ambiente.
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