Ideal
Granada CF

Cartas

Fisgonear en el buzón era una travesura infantil que recordarán todos aquellos que se criaron sin el correo electrónico, que seguimos siendo muchos, aunque aquellos retazos parezcan pertenecer al Pleistoceno medio. Llevarle las cartas a nuestros padres se convirtió en nuestro oficio primerizo y ansiar la llegada de una a nuestro nombre, la ilusión sentimental de la pubertad. Era bonito aquello de ver el sello de Don Juan Carlos, abrir el sobre con ansiedad, observar la inclinación de la caligrafía, detenerse en cómo le hacía la otra persona el punto a la i. Esos giros cursis cuando nos da por la tontería del flechazo. Folios a mano. Mensajes únicos, con algún tachón apenas. A pecho descubierto. Todo ha cambiado con los ordenadores y ya nadie tira de la pluma o el boli para comunicarse. Ha perdido humanidad. Pero el género epistolar sigue teniendo su vertiente sentida. En el Granada han aprendido bien de ello. Este curso ha sido su vía de traslado al aficionado para todo.

Quique Pina ha cerrado con un homenaje al hincha un ciclo de remitidos en los que desde la entidad se ha tratado siempre de pedir comprensión a la grada y expiación de ciertos pecados. Fue Caparrós el primero que en lugar de dar la cara, utilizó este método de despedida en su web. También Abel Resino recurrió a esta forma de adiós. Antes y después llegaron los gestos presidenciales, más cómodos que exponerse al fuego mediático, que han ido en aumento porque sin duda quien esta temporada merece mención de honor por su paciencia es el público. Hasta con aquel mensaje que llegó de la concentración de Marbella y que no sirvió de mucho demostraron ante los jugadores un respeto absoluto, interrumpido por muy escasas pitadas, como si ver de verdad tan cerca la guadaña del desplome hiciera adquirir al conjunto la responsabilidad de que por ánimo, que no quede.

Pina volvió a agradecer a los seguidores su influjo en los peores momentos, con esa seriedad que aporta cerrar con el nombre al completo y los dos apellidos. También Campuzano, el que suena a taurino, el matador que recibe al miura del descenso a portagayola. Con aspiración de corregirse en los errores a futuro. Un objetivo legítimo, pero también manido. El mensaje de tranquilidad se asienta en la transparencia del matrimonio con el entrenador. Esto no es una aventura veraniega, en la que se jura lealtad y luego se toman decisiones a la espalda, sin preguntar a la otra parte. Después hay accidentes, pero la premisa es esencial. Ciertas promesas han de hacerse ante notario. Una firma de puño y letra, sin las frías teclas. Como aquella que nos rompió el corazón.