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Granada CF

la contracrónica

Despertares

Despertares
/ RAMÓN L. PÉREZ

Tras cuatro meses el Granada volvió a ganar en Liga. Lo hizo de nuevo con un gol de John Córdoba. Las tres últimas victorias del equipo rojiblanco, dos ligueras y una en Copa, han tenido el mismo protagonista de cara al marcador: el delantero colombiano resolvió en todas ellas a favor de los granadinistas con un solitario tanto.

En 1990, la estadounidense Penny Marshall dirigía la película “Despertares”, basada en la autobiografía del neurólogo Oliver Sacks. El sosías de éste en el film, el doctor Malcolm Sayer, interpretado por el recientemente fallecido Robin Williams, trataba a pacientes de encefalitis letárgica condenados a un estado catatónico con una droga, la conocida como L-Dopa, que los recuperaba temporalmente permitiéndoles volver a hacer vida normal. Sobre el devenir de la enfermedad en uno de ellos, llamado en la película Leonard Lowe e interpretado magistralmente por Robert de Niro, y de los avatares de su relación con el doctor Sayer, gravitaba el nodo de la historia que se contaba.

Abel se encontró con un Granada afectado de una “encefalitis letárgica futbolística”, con buena parte de su plantel en estado catatónico, con jugadores devastados a nivel físico y aún más psicológico. Es de suponer que el preparador toledano haya centrado la mayor parte de sus esfuerzos en los escasos días que lleva al frente del Granada en recuperar a la plantilla de esa inanidad futbolística que el devastador paso de Caparrós por el banquillo del Granada ha supuesto.

Uno de los peones más afectados era Piti. No había estado el catalán bien desde su llegada al Granada. Su fichaje había sido ilusionante para la afición granadinista, pues venía de completar una temporada excepcional en las filas del Rayo Vallecano, donde había despertado una faceta de goleador que visto su currículo siempre deberá de tomarse como hecho singular. Aunque el primer partido liguero en Pamplona ante Osasuna lo jugó en la media punta y se saldó con victoria, la racha de resultados negativos llevó a Lucas a adoptar un sistema 1-4-3-3 que lo relegó a una banda. Piti sufrió con la encomienda de tareas defensivas y con una plaga de lesiones musculares recidivas que le impidieron coger ritmo en toda la temporada.

La llegada de Caparrós no mejoró su situación personal. Aún más exigido que con Alcaraz en labores de seguimiento de contrarios, y fijado nuevamente en banda, deambuló en buena parte de los partidos de la primera vuelta, teniendo varias actuaciones para olvidar. Parecía que el ocaso de su carrera había llegado y que su físico ya no era capaz de sostenerle competitivo para Primera.

Abel diagnosticó el problema de Piti nada más llegar. Lo conocía del Ciudad de Murcia y sabía de su calidad. Lo encontró en un proceso agudo de letargo futbolístico producido por la incomprensión de las potencialidades reales del jugador por parte del anterior técnico, con el que no debió tener precisamente una relación idílica. Resino le ha dado galones de capitán en el interior del vestuario y de líder en el campo. Como otrora confiara en la calidad de Martins en su primer año al frente del Granada, ahora ha depositado su confianza en otro veterano con duende en sus botas, Piti.

El catalán, liberado de tareas defensivas, ofreció una gran actuación ante el Elche, erigiéndose en el mejor de todos los que saltaron al terreno de juego, en el catalizador del juego de ataque del Granada, en el bruñidor de las grandes ocasiones del equipo local. En el inicio del encuentro otorgó un medido pase en diagonal a Robert que el levantino centró sin dejar caer el balón, no llegando Córdoba a tiempo para remachar a gol. Al filo del descanso una galopada suya acabó con un tiro raso que salió rozando el poste de la meta defendida por Tyton. En la segunda parte sirvió un balón en bandeja a Robert, que falló estrepitosamente una clarísima ocasión de gol, y otorgó otros dos pases perfectos en profundidad a Lass, que el guineano no supo aprovechar adecuadamente. Y lo más importante, culminó una buena combinación del ataque local con un fuerte centro que no pudo atajar Tyton y propició el rebote en Córdoba que acabó con el balón en el fondo de la red ilicitana para dar tres puntos vitales al Granada.

Pero no sólo es con Piti con el que el “doctor” Resino está aplicando su terapia. El centro del campo, y con él todo el equipo, ha experimentado una transformación clave: se pretende jugar al fútbol sacando el balón combinado desde atrás. Los centrocampistas se convierten en protagonistas de la construcción, y los centrales encuentran a los pivotes siempre dispuestos a recibir, con lo que se evita el tosco recurso del patadón desde atrás tan socorrido en los primeros dieciocho partidos de Liga. Se intenta jugar al fútbol, más allá que se esté más o menos acertado. Los engranajes aún rechinan y las piezas están en pleno acople, pero el aire del juego colectivo es muy distinto.

Es cierto que Abel está tirando de las nuevas incorporaciones sin rubor alguno. La aparición de Rubén Pérez en el once titular ha sido una gran noticia. Por lo visto ante el Elche posee buena colocación, gran juego aéreo para el corte, y un correcto y ágil manejo del balón y de los ritmos de partido. Su buen hacer lo convirtieron en otro de los grandes destacados del encuentro, aguantando perfectamente toda la duración del mismo sin atisbo de falta de minutos. Un gran hallazgo que cuestiona titularidades anteriores que parecían inamovibles. Un aire fresco de fluidez en el centro del campo que hacía muchísima falta.

También el lateral izquierdo empieza a dar síntomas de mejoría destacable. Insúa muestra las características conocidas en tantos jugadores argentinos. Es un “canchero”. La intensidad que pone en las jugadas hace que luche cualquier pelota, y de una situación que parecía imposible sacó petróleo, llegando a un balón dividido antes que el defensa ilicitano Damián, que al derribarlo vio la segunda amarilla y dejó en inferioridad al Elche y sin posibilidades de reacción en lo que quedaba de encuentro. Si mejora en su colocación defensiva y en su acoplamiento con los compañeros de zaga parece que uno de los grandes problemas del equipo ha encontrado adecuada solución. En Villarreal y ante delanteros avezados y hábiles tendrá una nueva reválida.

La victoria 200 en Primera del Granada no fue un partido para el recuerdo por el juego desarrollado por los rojiblancos. Había que ganar y se ganó saliendo del puesto de colista. Pero queda una ardua tarea para engarzar automatismos y sobre todo para aumentar la confianza. El equipo sigue preso de miedos pasados, y su fútbol-control en la fase final del partido ante un Elche roto por la expulsión de Damián y la lesión de Pasalic, que hicieron acabar con nueve a los visitantes, denotó de un lado la persistencia de inseguridades, y de otro, la importancia que los locales daban a vencer a un rival directo en la lucha por la permanencia por encima de cualquier otra cosa.

Bien es cierto también que la suerte parece haber cambiado desde la llegada de Abel Resino. En Riazor, cuando peor pintaba el encuentro, dominado por el Deportivo de La Coruña y con un Granada perdido en la segunda parte, una jugada afortunada a balón parado permitía conseguir el empate con el acierto del remate de Robert. Ante el Elche, el árbitro Gil Manzano, en estado calamitoso esta semana, evitaba que el Elche se adelantase en el marcador marcando un fuera de juego que no existía en una jugada que acabó con el balón en la red de Oier. En el periodo aciago anterior, ambas jugadas podían haber terminado en sentido contrario al narrado y posiblemente haber mermado significativamente la cuenta de puntos rojiblanca. El toledano tiene fama de suertudo que por ahora se confirma.

La sentimental película aludida contaba con un lacrimógeno desenlace donde los enfermos volvían a su estado de letargo una vez que el tratamiento dejaba de hacer efecto. A pesar de ello, el mensaje principal del film exaltaba el cariño surgido entre el doctor Sayer y el paciente Lowe, una loa a los que sacrifican su vida en la mejora de la de los otros. Todos los granadinistas esperamos que la terapia de Abel Resino sea suficiente y duradera para curar del todo al Granada, que estos despertares barruntados ante el Elche se conviertan en una recuperación definitiva del fútbol del equipo que lleve a los rojiblancos a obtener la permanencia. Y que por esta vez la realidad supere a la ficción.