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granada cf | la contracrónica

Tinieblas

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/ LOF

  • El Granada permanece sumido en la ignorancia y la confusión, inmerso en la oscuridad, falto de luz futbolística

Los leales aficionados del Granada que se dispusieron contemplar a través de la transmisión televisiva la vuelta de la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa del Rey entre Córdoba y Granada tuvieron la enorme suerte de que la niebla que caía sobre el estadio de El Arcángel les evitara contemplar de manera precisa una muestra más del antifútbol propuesto por los de Caparrós.

Ojos que poco ven, corazón que sufre menos. Porque aunque puede ser temeridad sacar conclusiones de lo que en muchos casos solo se atisbó o insinuó, la propia retransmisión no dejó lugar a dudas sobre las convicciones del técnico utrerano de atentar contra cualquier posibilidad de disfrute para el espectador.

Quizá fue el esfuerzo que había que realizar para seguir las incidencias del juego lo que evitó llegar al sopor absoluto, pretensión que parece querer alcanzar el actual técnico rojiblanco con los planteamientos que muestran sus equipos en la mayoría de encuentros.

Ni siquiera la igualada rápida de la eliminatoria por parte del Córdoba, donde Oier echó una increíble mano saliendo tarde a un balón que era despejable, hizo reaccionar al técnico del Granada. Antes al contrario, el esquema propuesto al inicio del encuentro donde se pretendía enlazar el medio del campo a través de Márquez con el punta Success no duró más allá de veinte minutos, los únicos en que pareció que el Granada dominaba el esférico y pretendía proponer algo, a pesar de ir por detrás en el marcador.

Rápidamente Caparrós volvió al 4-4-2, supliendo al ahora parece que caído en desgracia Sissoko -que aunque tan limitado como siempre no hizo nada especialmente peor que en otras ocasiones mientras deambuló por el campo- por el ineficaz Córdoba, volviendo a llevar a Márquez al ostracismo de la banda izquierda. El catalán, perdido entre la niebla, terminó justamente expulsado por una entrada violenta en la segunda parte. Debe de tener severos problemas para comprender qué se espera de él en dicha posición.

Otra probatura rápidamente también rectificada fue la de Nounkeu, especialmente desafortunado en su desempeño durante la primera parte, donde cada centro al área de los locales generaba peligro entre los centrales rojiblancos. Caparrós lo sentó al inicio de la segunda parte supliéndolo por Babin, y el camerunés parece tener dictada sentencia. Otra aportación a la plantilla en las últimas horas del mercado de verano de valor incalculable, permítaseme la ironía.

En la primera parte el Granada fue de más a menos, sobre todo cuando con el dogma de fe del 4-4-2 volvió a la consabida táctica del patadón de atrás hacia delante para que Success y Córdoba se intentasen buscar la vida, sin encontrarla, como siempre. Ello permitió que el Córdoba, equipo limitado como pocos, pareciera un conjunto de fútbol fluido, y que generase varias buenas oportunidades para ampliar el marcador, aunque pecando sus jugadores de romos en el ataque.

El empate no visto de Mainz -el propio jugador en sus declaraciones tras el partido confesaba no saber cómo había llegado la pelota a la red del rival, al igual que el portero- al inicio de la segunda parte permitió al Granada de Caparrós hacer lo único que parece perfectamente asimilado por el grueso de la plantilla: recular para meterse en campo propio a proteger un pírrico empate.

Esta vez, a pesar de la expulsión de Márquez, la estratagema resultó satisfactoria en cuanto al resultado final y se pasó la eliminatoria copera, aunque no se sabe muy bien con qué objetivo vistas las prestaciones mostradas. Para ello hubo que contar con un rival enfrente como el Córdoba que se encuentra casi con tanta escasez en la producción de goles como los rojiblancos. Éstos se olvidaron de acercarse al área rival en todo lo que quedó de segunda parte tras el empate.

El Granada se clasificó para octavos de la Copa del Rey entre la niebla cordobesa. Pero el equipo permanece entre tinieblas, sumido en la ignorancia y la confusión, inmerso en la oscuridad, falto de luz futbolística. La nada como estrategia futbolística lleva al fracaso final con tratamiento continuado de hastío, que produce desafecciones. ¡Qué envidia ver al Rayo de Jémez caer en Copa empatando a cuatro tantos en casa del Valencia, proponiendo siempre juego para ganar, sean cuales sean los peones que se enfunden la camiseta vallecana! La diferencia no debe buscarse en el presupuesto de las plantillas. Quizá esté en los modelos de confección de las mismas y en las apuestas futbolísticas surgidas desde los respectivos banquillos.