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Granada CF

LA CRÓNICA

Los Cármenes colma su paciencia

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F / Alfredo Aguilar

  • La afición estalla contra el paupérrimo juego del Granada, que se muestra incapaz de marcar a un Almería que jugó más de media hora con un hombre menos

El caché de Joaquín Caparrós le había valido hasta el momento para evitar la afilada crítica de los aficionados rojiblancos. El Granada llevaba siete jornadas sin ganar aunque en ningún momento se habían encendido las alarmas. En esa tesitura llegaba a Los Cármenes un Almería que encadenaba cuatro derrotas consecutivas. La víctima propicia para poner fin a la racha, o eso se presumía. Sin embargo, los locales volvieron a mostrar las carencias de jornadas anteriores, centradas sobre todo en la falta de ideas en ataque. En el derbi andaluz ni siquiera el hecho de quedarse con un hombre más durante media hora alteró esa inoperancia de los granadinistas. El partido finalizó en empate sin goles y con pitada de los aficionados de Los Cármenes, que despidió a su equipo con pitos y pañolada. El punto a domicilio puede valer; en casa y ante un rival en inferioridad resulta un pobre bagaje.

El choque comenzó con unos bríos renovados con una formación en la que regresó Piti y donde la suplencia de Nyom en favor de Foulquier sorprendió a más de uno. La movilidad de Rochina y los centros desde las bandas permitieron que el guardameta Rubén se luciera ante los remates de El Arabi. El Almería se limitó a verlas venir, a esperar alguna contra que le permitiera aumentar el botín, aunque tan solo un remate de Soriano llegó a inquietar a los anfitriones.

Parecía que el gol era cuestión de tiempo y paciencia, pero nada más lejos de la realidad. La segunda parte fue la demostración de que el Granada presenta carencias del centro de campo hacia arriba, sobre todo una vez Azeez cazó por detrás a Iturra y vio su segunda amarilla. Los visitantes se quedaron con un efectivo menos sobre el césped, pero los rojiblancos no aprovecharon esa circunstancia en ningún momento.

La entrada de Córdoba, más voluntarioso que acertado en sus acciones, devolvió a Rochina a la banda para recuperar el esquema con dos delanteros natos. Ese regreso a los orígenes derivó en alguna ocasión peligrosa, aunque sin mayor impacto. Con Success en lugar del marroquí tampoco se varió demasiado el guion. La ausencia de ideas y de alguien que quisiera el esférico para distribuirlo con criterio soliviantó a los seguidores granadinistas.

La lesión de Murillo, retirado en camilla y trasladado directamente al hospital tras recibir un golpe en la cabeza, obligó a gastar la última bala con el relevo de Mainz. Poco después, el infortunio quiso que Rochina sintiera un pinchazo muscular y dejara a los equipos en igualdad de efectivos. El terreno estaba abonado para la pitada y esta se produjo. Algunos pañuelos se visualizaron en la grada. La paciencia llegó a su límite en la octava jornada consecutiva sin ganar y a tan solo un punto del descenso.