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Ramón L. Pérez

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La máxima aspiración, el ascenso directo, sólo será realmente posible si se equipara el nivel competitivo y de convicción mostrados en casa con el que se desarrolle en las venideras visitas a domicilio

EDUARDO ZURITA. AFICIONADO DEL GRANADA

Jueves, 21 de diciembre 2017, 09:03

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Se cerraba el año futbolístico en Granada ante el Sporting con un duelo entre dos equipos descendidos la temporada pasada desde Primera. Los gijoneses eran al inicio de la competición sobre el papel uno de los rivales directos en la competencia por recuperar la categoría perdida, pero en una liga como Segunda suelen surgir todas las temporadas equipos que se sitúan de manera inesperada en la parte alta de la clasificación y rompen pronósticos. No demostró el equipo asturiano ser hoy por hoy un rival de fuste, aunque en una competición tan larga las sensaciones pueden variar tras una buena racha de resultados.

El Granada fue bastante superior al Gijón durante prácticamente la totalidad del partido. Aunque el encuentro arrancó con la peor de las noticias para los locales, la lesión muscular de su estrella actual Darwin Machís. El equipo esta vez se recompuso. No se apostó en principio por desplazar a Joselu a la izquierda para incorporar a Ramos, sino por la salida de Espinosa para escorarlo a la izquierda manteniendo a Peña en la media punta o adelantado como pareja de Joselu. Espinosa atesora calidad suficiente cuando conduce con el balón y ante el Sporting estuvo menos intermitente que de costumbre. El peruano es otro jugador de calidad que mejora casi todo en lo que interviene. Empezó a carburar el Granada mediada la primera mitad, imponiéndose definitivamente su centro del campo, con Montoro ordenando más atrasado y un Kunde que dio muestras de sus facultades y sus virtudes: disparos potentes, aunque quizás faltos de suficiente colocación; arrancadas plenas de potencia; criterio tanto en el corte como en la distribución. Mereció Kunde inaugurar el marcador en una gran galopada desde campo propio hasta área rival donde el balón finalmente pasó muy cerca del palo izquierdo de la meta de Mariño.

Sólo el Granada proponía fútbol ante un Sporting inocuo que sólo se acercó una vez en la primera parte a la meta de Varas y sin tino. Pero al equipo local le costaba llegar con claridad, a pesar del dominio en el juego, y las oportunidades tampoco fueron ni numerosas ni excesivamente claras. A pesar de toda la única escuadra que y combinaba con criterio era el Granada, que sólo perdía la continuidad en su juego cuando apostaba por balones aéreos, donde Joselu no era capaz nunca de ganar una disputa ni siquiera de molestar a los centrales rivales, que resolvían con placidez dichos lances.

Las buenas sensaciones a pesar el empate dejadas hasta el receso hicieron que los mismos once jugadores rojiblancos que acabaron la primera parte iniciasen el segundo periodo, donde la tónica del partido del dominio incontestable por parte del Granada se mantuvo. Espinosa saltó en este acto con la intención de aprovechar sus cualidades individuales en la conducción del balón: una primera incursión acabó en un derribo dentro del área visitante que pareció penalti; una segunda finalizó con un rival agarrándole por la camiseta y provocando el penalti que bien lanzado por Joselu adelantaba merecidamente al Granada.

Se esperaba la reacción del Gijón, pero no hubo tal, mostrándose bastante planos los de Baraja en su juego e incapaces de superar la línea defensiva del Granada, liderada por un elegante Saunier y un fiero y eficaz Chico Flores, a los que secundaron en bandas con aplicación Víctor Díaz y Álex Martínez. A estos dos últimos sólo les faltó la adecuada templanza para dirigir con más acierto las oportunidades de asistencias desde las bandas con que contaron en sus subidas durante el enfrentamiento.

Siguió siendo el Granada el que hilvanaba mejor el juego y se aproximaba con más criterio al área rival, aunque fuera ya más en jugadas aisladas a balón parado, donde Flores y el propio Joselu estuvieron cerca del segundo en sendos remates. Había saltado Ramos en sustitución de un agotado Peña, y desde entonces el dominio en el juego aéreo pasó a poder del Granada. De la porfía del delantero colombiano vendría el saque de esquina que supondría el segundo gol del equipo local tras peinar el balón Víctor Díaz a envío de Pedro e impulsar Álex Pérez con infortunio el esférico hacia su propia meta.

Se estaba cerca del final y el marcador reflejaba la superioridad del Granada habida a lo largo del partido. Sólo un apagón en la concentración de Saunier, prácticamente impoluto en el resto del encuentro, ya en la prolongación del encuentro, permitió a los visitantes acortar distancias gracias a un preciso testarazo de Santos. No quedaba tiempo para nada y la posible intranquilidad de la parroquia local acabó rápidamente. Importante triunfo a la postre que evitará descolgarse de la zona de privilegio de la competición.

El Granada está dando muestras evidentes en los partidos de casa de su potencial. Tras el titubeante inicio con dos empates ante Albacete y Barça B, los demás partidos se han contado por victorias a excepción de la infortunada mañana en que incomprensiblemente se sucumbió ante el colista, el filial sevillista. Han caído rivales situados ahora mismo en la parte alta, como Huesca, Lugo, Oviedo y en el último partido del año el Sporting de Gijón, y en todos estos envites el equipo rojiblanco se ha mostrado manifiestamente superior a sus rivales. El rendimiento sin embargo no ha sido tan brillante a domicilio, donde sólo se ha vencido en dos ocasiones, ante el Alcorcón en un campo sin duda complicado, y ante el Numancia, otro de los rivales ubicado en las posiciones de élite. Se cayó ante dos gallitos como Rayo y Valladolid, y se tropezó inesperadamente en Tarragona ante el Nástic; no se pasó del empate ante rivales de nombre histórico como Zaragoza, Tenerife y Osasuna, y ante teóricos equipos de menor nivel como la Cultural Leonesa y el Reus. Queda la visita al Cádiz, donde puede presentarse la oportunidad de revertir la dinámica mostrada hasta ahora a domicilio y empezar a creer que la máxima aspiración, el ascenso directo, sólo será realmente posible si se equipara el nivel competitivo y de convicción mostrados en casa con el que se desarrolle en las venideras visitas a domicilio.

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