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AGENCIA GARNATA
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Al fiasco en Tarragona ante el Nástic, la derrota anterior, se le unió la decepción de la mañana dominical ante el filial sevillista

EDUARDO ZURITA

GRANADA

Lunes, 13 de noviembre 2017, 00:53

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No le va bien al Granada con los equipos del tren de cola de Segunda. Al fiasco en Tarragona ante el Nástic, la derrota anterior, se le unió la decepción de la mañana dominical ante el filial sevillista, que consiguió de manera inesperada su primera victoria en esta campaña, aprovechando al máximo errores de los locales que parecían desterrados en jornadas precedentes.

El Granada fue dominador del balón y del juego durante gran parte del encuentro, pero estuvo lento en el primer periodo sobre todo en el pase final y muy espeso en el tramo final del segundo, especialmente tras volver a adelantarse el equipo hispalense en el marcador.

Lo que había sido santo y seña de la gran racha truncada por el Sevilla Atlético, la fortaleza de la zaga rojiblanca, no respondió a lo esperado en este partido. Un pase en diagonal al capitán Curro le permitió ganarle la espalda a Víctor Díaz y encarar hacia Varas para ser derribado por Flores, que llegó tarde a su intento de corte. El penalti lo transformó el propio jugador sin dar opciones al cancerbero rojiblanco. El segundo gol aún dolió más, pues se produjo en una acción a balón parado, un saque de esquina, pésimamente defendido en el centro del área por la zaga granadinista, de nuevo con Chico Flores llegando tarde en su intento de obstaculizar a Fede San Emeterio que, completamente solo, cabeceó ajustado al palo lejos del alcance nuevamente de Varas. El gaditano, que había sido una garantía de seguridad en la zona central de la zaga de los de Oltra desde su incorporación, fue triste protagonista en los dos goles encajados ante el equipo sevillista, pero no debe achacársele toda la culpa pues en ambos los problemas de posicionamiento y falta de intensidad en el cierre de espacios de otros compañeros propiciaron los desenlaces fatídicos para los intereses granadinistas.

Fueron dos acciones claves en el desarrollo del encuentro. En la primera parte el Granada había siempre llevado la batuta y el ritmo del partido, combinando hacia uno y otro lado en la búsqueda de las bandas, donde la sombra de Machís ausente fue demasiado alargada. Y eso que su sustituto Puertas mostró ganas en sus intervenciones, pero el almeriense no tuvo esa pizca de fortuna necesaria para concluir con éxito sus aproximaciones al área rival. Pedro además no hizo olvidar por la izquierda nunca al venezolano, activándose cuando cambió a la banda derecha, pero siempre lejos en su aportación de otras jornadas antecedentes. A pesar de ello los locales dominaban claramente cuando se encontraron con la acción del penalti que ponía cuesta arriba el encuentro. La fortuna de otros partidos tampoco acompañaba. El remate de Víctor Díaz al palo tras un buen servicio desde el córner de Pedro, y el remate absolutamente solo de Joselu demasiado centrado que desvió Soriano cuando concluía el primer periodo daban muestras de que la puntería, otras veces tan bien calibrada, había también abandonado a los rojiblancos en este encuentro.

El inicio ilusionante de la segunda parte con el empate a raíz del oportunismo de Joselu en un nuevo saque de esquina se frustró tras otra buena oportunidad en pies de Pedro con la acción del segundo gol visitante. A partir de entonces el equipo local no tuvo una capacidad de reacción clara, a pesar de los movimientos desde el banquillo. Justo tras el empate había saltado Rey Manaj en sustitución de Puertas. El movimiento posiblemente había rondado la cabeza de Oltra previamente a la igualada y el gol de Joselu no viró el planteamiento, dejando dudas sobre la oportunidad de la medida cuando los rojiblancos estaban anímicamente en alza tras la igualada. Los aportes de Licá por un Espinosa que no había estado acertado y se había diluido con su traslado a la banda izquierda, o de Kunde por Martín para ganar intensidad y potencia en el centro del campo, producidos ya en desventaja en el marcador, no supusieron nunca los revulsivos que se buscaban.

Confiado todo a los centros laterales, tampoco se estuvo especialmente afortunados con ellos, en especial Víctor Díaz que tuvo ingentes oportunidades de colocar envíos desde su posición. Además cuando llegaron bien dirigidos, Manaj o Joselu no conectaron en condiciones con ellos, y los minutos finales fueron una muestra de impotencia ante un rival bien cerrado atrás y con un portero dominador del juego aéreo. Hasta Chico Flores ofició de Alesanco en las jugadas finales buscando la superioridad aérea, aunque sólo encontró la amonestación arbitral. El desenlace fue fatal, aderezado con una última desgraciada acción de Montoro que, tras una muy fea entrada a un rival, sufrió una expulsión directa que ni siquiera cierra el ciclo de tarjetas amarillas que amenazaba al jugador y privará al Granada de su cerebro para como poco la jornada venidera.

No se debe dramatizar por el frenazo dado en la trayectoria ascendente mostrada en las jornadas precedentes. Pero no se debe olvidar la dificultad de la división donde se milita, en la que cualquier rival te puede hacer un traje sea cual sea su posición en la tabla. Queda hacer examen de conciencia y corregir errores evitables, desterrar falsas confianzas, recuperar la convicción y demostrar que hay capacidad suficiente para suplir con garantías las bajas puntuales de algunos elementos decisivos, por importantes que sin ninguna duda puedan ser, lo que en una competición tan prolongada se podrá producir, por diferentes motivos, en más ocasiones. Ante la adversidad del revés sufrido sólo cabe recordar que ni con el liderato en la pasada jornada se había logrado nada ni con la derrota ante el ahora vice-colista se aleja en exceso ningún objetivo alcanzable.

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