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Otro batacazo a domicilio

Otro batacazo a domicilio

Granada CF | La contracrónica ·

Eduardo Zurita

Domingo, 28 de enero 2018, 09:31

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Excesiva en el tanteo, pero sin paliativos, una nueva derrota del Granada a domicilio aleja las esperanzas de acercamiento a los puestos de privilegio. Esta vez fue un batacazo en toda regla, una dolorosa goleada en contra ante un rival que llegaba disminuido en sus capacidades, con numerosas bajas de hombres importantes por lesión o sanción, y que nuevamente tuvo que hacer bastante poco para conseguir tanta renta.

Las actuaciones del Granada lejos de Los Cármenes se han convertido en un suplicio para sus jugadores y seguidores. La falta de concentración pasa factura una y otra vez en forma de goles encajados que parecen evitables. En el primero ante el filial barcelonista se permitió a Aleñá rematar con comodidad desde lejos, y aunque el mérito del jugador del equipo catalán fue evidente, los rojiblancos pusieron todo de su lado para el éxito de la acción, no tapando convenientemente al azulgrana y en el caso de Varas estirándose tarde a un tiro muy ajustado, pero bastante lejano.

A partir de este gol tempranero -no había transcurrido más de un cuarto de hora de encuentro-, lo del Granada fue una vez más un quiero, lo intento, pero no puedo. Por más que se tenga el balón y se mueva con criterio de un lado a otro, si no hay desborde individual por bandas, profundidad desde la media punta y desmarques que rompan el entramado defensivo rival, todo es en vano. Lo poco peligroso por parte del Granada provino de algún centro desde la derecha de Víctor Díaz y del empuje de Kunde, que puede estar más o menos acertado, pero nunca se borra.

Los locales tampoco se prodigaron en el primer periodo ofensivamente. De hecho, no volvieron a encarar a Varas con claridad durante los cuarenta y cinco primeros minutos, y sólo la falta de contundencia de la zaga de los de Oltra creó algo de intranquilidad a la salida de faltas y saques de esquina, escasos, dada la poca ambición de los filiales azulgranas en esta fase del partido.

Nuevamente el Granada se iba al descanso por debajo en el marcador sin que los méritos del rival parecieran suficientes para ello. Pero también se habían dado muestras de evidente inocuidad en la creación de peligro por parte de los granadinistas. Sólo dos aproximaciones de Kunde tras el gol encajado crearon algo de zozobra a Ortolá. Se intentaba sin duda, pero Ramos sólo aportaba voluntad, y Pedro y Machís se mostraban lejos de las capacidades que, sobre todo al segundo, les caracterizaron para bien en otro ciclo de la temporada.

Debían los rojiblancos salir en la segunda parte a comerse al rival dada la importancia de no descolgarse del tren de cabeza. Pero todo fue un despropósito por parte rojiblanca en este periodo. El segundo gol vino tras una acción parada de saque de esquina, donde se consintió un desvío en el primer palo -ya dibujado y avisado en otro saque de esquina en el primer periodo-, casi se encajó en propia puerta tras el desvío de Víctor que milagrosamente salvó Varas -puede que hasta entrase ya el balón-, y se permitió a Miranda remachar desde el área chica. Un equipo que pretende aspirar a altas cotas en esta división no puede encajar este tipo de goles con tanta facilidad. La carencia de concentración y contundencia atrás es una rémora que no termina de solucionarse, siendo excepcional el partido en que no se encajan goles en contra claramente evitables.

Tras encajar el segundo gol el Granada entregó el partido definitivamente. Sobre todo, porque una vez más la reacción desde el banquillo tiró de libreto conocido y fracasado en muchas ocasiones: debilitar el control del juego apostando por un fútbol más directo sustituyendo a un centrocampista, Alberto Martín, por Joselu para situar al onubense junto a Ramos en punta. Se hizo grande el centro del campo y los locales camparon a sus anchas con un fútbol control que consiguió llevar el ritmo del partido adonde les convenía.

La desesperación producida por la desventaja en el marcador, en la que tanto habían contribuido nuevamente los deméritos propios, llevaba a elegir una alternativa en la disposición del equipo que nunca, hasta ahora, había actuado como revulsivo ni dado resultado. Y otra vez ocurrió lo de siempre: desconexión de la parte trasera y delantera del equipo que quedó partido; vulgarización del juego con una infructuosa repetición de centros sin ventaja alguna para los delanteros propios que facilita la labor defensiva rival; y descorazonador paso del tiempo sin crear ocasiones francas. La salida de Puertas por un Pedro que fue a menos a lo largo del partido y en especial en la segunda parte tampoco dio resultado alguno. El almeriense aparece siempre desconectado y muy lejos de estar recuperado para el colectivo. La carencia de jugadores que actúen de revulsivo desde el banquillo puede deberse tanto a falta de aptitudes de los mismos como a un estado de abatimiento al percibir que no actúan más que como meros teloneros en situaciones desfavorables y a la desesperada del equipo, cuando no se encuentran abandonados directamente en el olvido de la falta de convocatoria. En la adecuada gestión de la plantilla radica también gran parte de las posibilidades de éxito en un campeonato de regularidad.

De colofón llegó el tercero de los azulgranas, en un contrataque donde tres defensores del Granada -Chico, Saunier y Álex Martínez- fueron abducidos por un atacante azulgrana que otorgó un pase en solitario para que Marc Carmona completase el oprobio. Un mal repliegue de los rojiblancos que otorgaba excesivo premio a un Barcelona B, que eso sí había sabido aprovechar las debilidades defensivas de los granadinistas.

Pavorosa la trayectoria a domicilio, torcida desde hace mucho en este campeonato y sin viso alguno de cambio. Las visitas fuera de casa de los rojiblancos se convierten en el día de la marmota, repitiendo una y otra vez los mismos defectos, sin parecer que alguien aporte remedio o revulsivo alguno para cambiar el rumbo. La capacidad de control mental y hasta de reacción mostrada ante los suyos en campo propio se diluye fuera de casa. No se atisba ningún plan alternativo fiable y se continúa cayendo una y otra vez derrotados, aunque no se inferior en el juego al rival, como ha sucedido en Vallecas, Cádiz, Albacete y Barcelona. Lo peor es que además se ha sucumbido ante rivales de escaso fuste en la clasificación de Segunda -Nástic, Sevilla Atlético, Albacete y Barcelona B-, y esos puntos ya no pueden recuperarse. El tren del ascenso directo se ve muy lejos y peligran seriamente las opciones de disputar la liguilla de ascenso de continuar perseverando en los errores como visitante y en cuanto se tenga algún que otro percance como local. Insistir obcecadamente en fórmulas y estrategias que han demostrado su fracaso no parece por otra parte el mejor camino para enmendar esta muy preocupante situación.

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