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La contracrónica

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La racha de tres victorias seguidas hacía concebir esperanzas a los granadinistas de seguir en la escalada hacia los puestos altos de la tabla

Eduardo Zurita | Aficionado del Granada CF

Granada

Jueves, 12 de octubre 2017, 12:23

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Los cálculos a futuro en el fútbol suelen durar poco. Se las prometía felices el Granada en su visita a un Nástic ubicado en la parte final de la tabla. La racha de tres victorias seguidas hacía concebir esperanzas a los granadinistas de seguir en la escalada hacia los puestos altos de la tabla. Pero un baño de realidad volvió a recordar al Granada que el tránsito por la división de plata exige no bajar la intensidad ante ningún rival.

En Tarragona el Granada volvió a sentir sobre su piel las asperezas de esta Segunda División. Tras unos primeros veinticinco minutos con poco fútbol y escasas oportunidades, y donde sólo el Granada se acercó con cierto criterio al área rival -merced a dos incursiones de Machís que propició sendos centros sin encontrar rematador-, un ex-rojiblanco, Uche, en el corto plazo de tres minutos, puso el partido muy cuesta arriba a las huestes de Oltra, que entraron en un estado caótico en su sistema de contención en el último cuarto del primer periodo, donde pudo encajarse algún gol más. De estudio la eficacia de los ex-jugadores del Granada en sus enfrentamientos contra el cuadro rojiblanco, donde muchos de ellos brillan y consiguen goles en una especie de venganza fría.

En el primero de los goles se le vieron las costuras a Menosse superado por un control en semifallo del delantero nigeriano que aprovechó también la indecisión de Varas en su salida. El segundo vino precedido de un error de bulto de Víctor Díaz, cuyo mal control dejó en bandeja el balón al goleador del equipo tarraconense para que volviera a superar al cancerbero de los granadinistas.

Aunque los goles vinieron de dos acciones aisladas, sin prácticamente trenzado de jugada alguna por parte del Nástic, hay que decir que las prestaciones del Granada habían sido muy pobres hasta entonces. Martín había partido de titular en el puesto de Montoro acompañando a Baena. Aunque es un jugador esforzado el equipo se resiente en exceso de su impericia en la combinación. Puertas suplía al sancionado Pedro, al que el equipo echó mucho de menos, sobre todo por la inanidad de la actuación del almeriense, que justificó su temporal ostracismo en este arranque de campeonato. Kunde fue la opción en la media punta de partida en vez de Espinosa, y estuvo mejor que sus dos compañeros antes citados, intentando al menos profundizar para hacer daño al rival con su potencia. Una incursión suya por la banda derecha con centro que no pudo rematar bien Joselu fue lo más destacable ofensivamente en el último tramo de dicha primera parte.

El varapalo había sido de campeonato. En tres minutos se habían ido por el desagüe las certezas construidas en las tres últimas jornadas. La zona defensiva había vuelto a los errores de falta de concentración y de bulto de jornadas anteriores que han costado goles. El centro del campo había vuelto al abismo de su incapacidad para generar fútbol. Y delante Joselu vagaba, una vez más, como alma en pena, corriendo mucho y participando muy poco en jugadas efectivas.

En la reanudación la propuesta del Granada debía ser muy distinta para remontar el partido. Pero aunque el equipo dominó la posesión del esférico, generó muy poco peligro. Sólo alguna escaramuza de Machís, sin acompañamiento en muchos casos y obcecado en su individualismo en otros, exigió a otro ex-rojiblanco, el portero Dimitrievsky. La salida de Rey Manaj por Baena buscando un segundo punta que tratase de ganar algún balón aéreo o de espaldas a la defensa del equipo catalán, y que retrasó a Kunde a posiciones de medio centro, y más tarde la de Licá por Menosse para intentar profundizar por el ala derecha centrando a Víctor Díaz en la zona central de la defensa, tampoco tuvieron el efecto de revulsivo deseado, si bien el albanés fue el que estuvo más cerca de acortar distancias en un tiro a media vuelta que salió cercano al poste de la portería local.

El tiempo transcurrió en un intento desesperado del equipo granadinista de acercarse en el marcador, donde la ansiedad e impotencia iban en aumento a medida que avanzaban las manecillas del reloj hacia el final del partido. Casi al término del tiempo reglamentario Espinosa suplió a un muy gris Puertas, que recordó al jugador de actuaciones impredecibles en su época del filial, donde alternaba días de gloria con jornadas de desconexión total. La oportunidad de presentar sus credenciales para asentarse en el once titular las desaprovechó en tierras catalanas.

El Granada que compitió ante el Tarragona sembró nuevamente de dudas sobre las capacidades del plantel de cara al futuro. Martín y Puertas estuvieron a un nivel en exceso bajo en un partido donde debían haber asumido más responsabilidad e implicación para reivindicarse. Kunde fue de más a menos, aunque es indudable que fue, junto a Machís, el que más intentó inquietar el marco rival. Rey Manaj no llevó la frescura que se esperaba en la punta, y Licá pasó sin pena ni gloria mientras estuvo en el campo. Las alternativas no aportaron ese plus de mayor intensidad e implicación propia de quienes quieren demostrar lo injusto de su postergamiento de partida en el banquillo.

Pero tampoco puede olvidarse que el rendimiento de algunos de los habituales estuvo también bajo mínimos. Menosse, exigido por un jugador de calidad como Uche, estuvo desacertado y lento en la marca. Los laterales se sumaron poco a la construcción de juego, y Díaz además estuvo especialmente desafortunado en la jugada en que se encaja el segundo gol. Baena nunca pareció sentirse cómodo con el acompañamiento de Martín. Machís lo intentó, penetrando en varias ocasiones por banda aprovechando su rapidez, pero no tuvo la templanza suficiente en los centros ni el tino adecuado de cara a la portería. Lo de Joselu empieza ya a ser preocupante. Su sequía no se rompe, y aunque está fuera de toda duda su compromiso en la lucha y la presión, hay que exigirle más en cuanto a su efectividad de cara al marco rival. En el fútbol a veces se alaban en exceso por los aficionados las carreras extenuantes en la presión de algunos jugadores, obviando reparar en la eficacia exigible en la concepción y finalización del juego colectivo.

Hay que tratar de levantarse de esta pequeña decepción y recuperar las sensaciones de jornadas anteriores que llevaron a tres victorias consecutivas. Para ello hay que hacer autocrítica de lo mal hecho en Tarragona, y confiar nuevamente en una mayor implicación de los jugadores de cara al muy próximo compromiso ante el Oviedo. Esta competición es larga, y algunos fracasos pueden servir para reactivar lo mejor de algunos planteles, o llevar a la depresión de una racha negativa que lleve a los puestos bajos de la tabla. Esperemos que el Granada se encuentre en el primero de los supuestos señalados.

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